Carmine observó inmóvil el auto de Giacomo salir del estacionamiento. Se sentía lastimada y furiosa. No podía creer que había sido tan idiota como para pensar que él podía sentir algo por ella.No estaba segura de cuánto tiempo permaneció abstraída en sus pensamientos, hasta que el sonido de un claxon cercano la devolvió a la realidad. Había ido a buscar a Giacomo con el propósito de hablar con él, de obtener respuestas, cansada de no poder dejar de pensar en el beso que él le había dado.Había tenido una reunión muy cerca de donde Giacomo trabajaba y, al terminar, tomó la decisión impulsiva de ir a verlo. Durante el trayecto, se había sentido cada vez más esperanzada, casi segura de que aquel beso no podía haber sido un simple arrebato. Giacomo valoraba demasiado su amistad como para arriesgarla por un impulso pasajero.Se había convencido de que aquel gesto debía significar algo más. Pero después de la escena que había presenciado toda su seguridad se había desmoronado. No podía cree
Carmine no le correspondió de inmediato, pero Giacomo no se rindió. Con paciencia, usó su boca para seducirla, deslizándose sobre sus labios con delicadeza. Ella intentó resistirse, pero al final un suspiro escapó de sus labios, y se rindió. Fue entonces cuando él profundizó el beso.Como la última vez que la besó, el mundo que los rodeaba desapareció, y por un momento solo eran ellos dos. Giacomo era demasiado consciente del calor del cuerpo de Carmine tan cerca del suyo, de la dulzura de sus labios. Podía sentir sus manos aferrándose a él, como si no quisiera dejarlo ir, y no planeaba hacerlo.Era un hecho que ella lo deseaba. Y si tenía que usar eso a su favor para convencerla de quedarse, lo haría. No iba a dejarla marcharse.Giacomo se dio cuenta de que no le importaba jugar sucio. Siempre había tratado de ser una persona que seguía las reglas, pero, con Carmine, no le importaba lo que era correcto o no; lo único que deseaba era tenerla. El mundo podía irse a la mierd@ y para él t
Carmine despertó algo desorientada, pero pronto los recuerdos llegaron a ella. Soltó un gemido de lamento y sintió como su rostro se calentaba, —¿Está todo bien? —le preguntó Giacomo al oído. —¡¿Qué diablos?! Carmine se dio la vuelta y sus ojos se encontraron con los de Giacomo. Al bajar la mirada vio que él estaba sonriendo. —Deja de lucir tan presumido. Todavía no he tomado una decisión sobre quedarme aquí. —Quizás no debería haberlo soltado así, pero era cierto. Carmine se sentó, llevándose las sábanas consigo. Ni siquiera recordaba cuándo Giacomo la había cubierto, pero se lo agradeció en silencio. Se sentía vulnerable desnuda cuando él estaba seguía completamente vestido. Giacomo la recorrió con la mirada como si, incluso a través de todo, pudiera verla muy bien. —Tesoro, te he visto desnuda hace apenas unas horas. No tiene mucho sentido que te cubras. —¿Te has propuesto avergonzarme? Él levantó la mirada y su sonrisa creció. —Para nada. Solo estoy tratando de que dejes
Carmine levantó la mirada y sonrió a ver a su secretaria entrar con un ramo enorme en sus manos.—¿Dónde debería ponerlo? —preguntó Bria, sonriendo.Carmine señaló uno de los muebles cerca de la ventana mientras se ponía de pie. Se acercó al arreglo floral y se tomó un tiempo para apreciarlo. Las flores eran tan hermosas como todas las anteriores que Giacomo le había enviado indistintamente en las últimas dos semanas. Se inclinó ligeramente para inhalar el delicado aroma que desprendía, y luego tomó la tarjeta que las acompañaba. Su sonrisa creció al leer lo que decía en ella.“Espero estés pensando en mí, porque tú consumes mis pensamientos”.—A este paso, podrás abrir una florería pronto —comentó Bria, soltando un suspiro—. En serio, te tengo envidia.Giacomo le había estado enviando flores y otros regalos desde que decidió darle una oportunidad. Algunos obsequios eran costosos, como una joya o un par de zapatos —aún le costaba imaginarlo eligiendo cuidadosamente unos zapatos en su t
Carmine se retocó el labial con cuidado antes de levantarse y salir del vestidor.Giacomo, quien la había estado esperando en la habitación, sentado en el pequeño sofá que, acomodado en un rincón, se levantó al escuchar sus pasos.—¿Qué tal me veo? —preguntó Carmine.Giacomo entrecerró los ojos y se tomó un instante para revisarla detenidamente.—Necesito verte mejor —dijo él, haciendo un gesto con el dedo para que girara.Carmine sonrió, pero le hizo caso. Cuando volvió a mirarlo al rostro, él tenía la mirada abajo, pero la subió inmediatamente.—Quizás deberías cambiarte.—¿Qué? ¿Por qué? —preguntó, frunciendo los labios mientras se miraba rápidamente, buscando qué podía estar mal—. Creí que era perfecto para nuestra cita. —Y ese es precisamente el problema. Te ves demasiado bien con él puesto, y no sé si podré resistir las ganas de sacarle los ojos a cualquier hombre que se atreva a mirarte demasiado tiempo.—Eres un exagerado.Giacomo avanzó hacia ella y la tomó con firmeza de l
—Carmine, vaya que sorpresa —dijo Arianna con una sonrisa demasiado amigable—. ¿Quién habría imaginado que te encontraría aquí?Carmine se recuperó rápidamente de la sorpresa y adoptó la misma expresión formal que utilizaba para tratar con sus clientes. Tenía el presentimiento de que no había nada de casual en aquel encuentro.—Arianna —saludó e hizo un gesto de cabeza antes de ir a tomar un poco de papel toalla para las manos—. Qué coincidencia verte aquí. Pero no te quito más tiempo, seguro estás ocupada, al igual que yo —dijo, esperando que ella entendiera el mensaje.No lo hizo.—De hecho —dijo ella, interponiéndose entre Carmine y la salida—. Es una verdadera suerte encontrarte, porque quería hablar contigo. Es bastante difícil acercarse a ti ¿sabías? —No veo que asuntos podríamos tratar tú y yo. Incluso cuando estabas casada con Giacomo, no hablábamos demasiado.—Lo recuerdo. —Arianna hizo una mueca—. Siempre actuabas como si estuvieras por encima de mí.Carmine sintió una chi
Carmine estaba recostada bajo las cobijas con la mejilla sobre el pecho de Giacomo y trazando con su dedo pequeños círculos sobre su abdomen. A excepción de su saco y zapatos, él estaba completamente vestido, mientras ella se había cambiado a su pijama.La cita había sido un éxito, pese a su encuentro con Arianna. La exesposa de Giacomo había tenido el sentido común de no acercarse a su mesa a ocasionar más problemas. Si lo hubiera hecho, Carmine no habría dudado en llamar a la seguridad del restaurante para que la sacaran, a rastras de ser necesario.—Me encontré con Arianna hoy —confesó.Desde que llegaron al departamento había estado debatiéndose entre contarle o no, pero al final, decidió que no quería secretos entre ellos. Carmine notó inmediatamente cómo Giacomo se tensaba bajo ella.—¡Qué diablos! —maldijo Giacomo entre dientes—. ¿A qué hora? ¿Por qué no me lo dijiste? —Las preguntas llegaron una tras otra.Carmine se acomodó sobre su mentón para poder observarlo.—En el baño
Giacomo despojó a Carmine lentamente de su camisón, dejándola desnuda de cintura para arriba. Se tomó unos segundos para admirarla. No había nada en ella que no fuera perfecto, ella estaba hecha para tentarlo cada momento del día.Se inclinó sobre Carmine y su lengua salió al encuentro de uno de sus senos, acariciándolo primero con delicadeza antes de tomarlo completamente en su boca. Carmine no pudo contener el gemido que escapó de su garganta. Su cuerpo respondió instintivamente, arqueándose bajo él mientras sus manos se enredaban en su cabello, sujetándolo justo donde estaba, como si no quisiera dejarlo ir jamás.Sus labios y lengua exploraron el contorno del seno de Carmine. Alternó entre caricias suaves, lamidas provocadoras y pequeños mordiscos. Después pasó al otro seno y, con la misma dedicación, repitió el mismo proceso. Se deleitó con los dulces gemidos que escapaban de ella y los ligeros estremecimientos que recorrían su cuerpo.Cuando tuvo suficiente de sus senos, se desli