Carmine estaba revisando unos papeles cuando su celular comenzó a sonar. Su celular no había dejado de sonar desde temprano. Primero sus padres, luego sus hermanos y para terminar, Gigy y Bria. Estas últimas seguían preocupadas después de que la sacaran desmayada de su oficina. No le había contado a ninguna de las dos sobre su embarazo, así que no sabían el motivo de su malestar. Les había escrito el día anterior, después de salir del hospital para decirles que estaba bien, pero ambas se asustaron cuando volvió a escribirles esa mañana para decirles que no iría a la oficina.Se había tomado un par de días libres de la oficina, aunque debido a que era algo inesperado, no podía simplemente dejar de trabajar, al menos no por completo. Había algunos pendientes de los que debía que encargarse.Aun así, se estaba asegurando de no sobreexigirse y de cuidar la cantidad de agua que tomaba. Era una ventaja contar con Alma, la cocinera que Giacomo había contratado, quien aparecía de tanto en tan
—La última vez no tuvimos oportunidad de hablar demasiado —comentó Damiano, mirando a Giacomo mientras tomaba su vaso de agua—. ¿A qué te dedicas?Giacomo notó cómo su mal humor aumentaba. Como si no fuera suficiente que Damiano visitara a Carmine, ella lo había invitado a almorzar con ellos. ¿Es que no tenía otro lugar a donde ir?—Soy abogado.—Trabaja a medio tiempo para la organización benéfica de mi tía —acotó Carmine.—¿Así que fue así como se conocieron?—Algo así —respondió Carmine—, pero fue mucho antes de que él se volviera abogado.—Entonces, han sido amigos por mucho tiempo.—La mitad de mi vida —respondió Giacomo, sonriendo por primera vez desde que había llegado.—Eres bastante afortunado —comentó Damiano, con una sonrisa en los labios—. Ya me habría gustado a mí conocer a Carmine por tanto tiempo, aunque no sé cómo no habría resistido a su encanto por tanto tiempo. Es una mujer muy linda, inteligente y con un buen sentido del humor.Giacomo apenas logró mantener su sonri
Giacomo tenía la mirada fija en la pantalla del ecógrafo, mientras la doctora deslizaba con cuidado el transductor sobre el vientre de Carmine. A diferencia de la primera ecografía, esta vez había reconocido casi de inmediato a su bebé en las imágenes que se formaron en la pantalla. El mundo se había detenido entonces, mientras apreciaba, fascinado, la perfección en forma de su pequeño bebé.La doctora detuvo su exploración repentinamente, luego alzó la mirada y alternó su atención entre Giacomo y Carmine.—¿Quieren saber el sexo del bebé o desean conservarlo en secreto?—¿Puede decírnoslo tan pronto? —inquirió. Después de todo, Carmine apenas tenía un poco más de treces semanas de embarazo.—En algunos casos, es complicado determinar el sexo del bebé antes de la semana dieciocho o incluso más tarde —explicó la doctora con calma—, pero en el caso de Carmine, el bebé está en una posición ideal para verlo. Aunque, por supuesto, confirmaremos este resultado en la próxima consulta. —La do
El juez golpeó su mazo, marcando el final del juicio tras dictar la sentencia. Giacomo escuchó el murmullo creciente que estalló al otro lado de la sala y, al girar, vio que el acusado estaba gritándole a su abogado. Dos oficiales se acercaron a él y lo tomaron de los brazos en un intento de controlarlo. En medio de la confusión, sus miradas se cruzaron, y entonces, Giacomo esbozó una sonrisa victoriosa.«Te advertí que perderías»El rostro del tipo se contorsionó con odio, como si hubiera leído sus pensamientos. Giacomo no se inmutó y tampoco lo hizo cuando él empezó a maldecirlo, mientras lo sacaban de la sala del tribunal. En sus años como abogado, había recibido más miradas de odio y escuchado más amenazas de las que podía recordar, ya estaba acostumbrado a ello.Se puso de pie y dirigió su mirada hacia su defendida. Una mujer demasiado inocente para prever la pesadilla en la que se convertiría su vida cuando aceptó una invitación del tipo que acababan de sacar de la sala. Como muc
Carmine dudó un instante antes de por fin decidirse a acercarse a saludar a Giacomo. Habría sido grosero no hacerlo ya que los dos eran amigos desde hace mucho tiempo, aunque se habían distanciado un poco en los últimos años. Giacomo trabajaba a medio tiempo para la organización benéfica de su tía, pero no era así como se habían conocido. Hace mucho tiempo, cuando ambos no eran más que adolescentes, la madre de Giacomo había acudido a su tía en busca de refugio.Se disculpó con su amiga y se levantó de su banco. Se obligó a respirar con normalidad a medida que se acercaba a él y mantuvo una sonrisa confiada en su rostro mientras lo evaluaba con la mirada.Giacomo era el hombre más atractivo que había conocido. Sus pómulos marcados, su cabello castaño y esos ojos verdes, que a veces parecían cambiar de color, formaban una combinación irresistible. Sin embargo, la verdadera debilidad de Carmine era su sonrisa, que rompía su expresión severa y dejaba entrever a alguien cálido y encantador
Carmine soltó un grito ahogado cuando, de repente, Giacomo tiró de ella, y ambos cayeron sobre la cama, con ella encima de él.—Vaya que incluso ebrio tienes mucha fuerza —musitó apoyando las manos sobre su pecho. Intentó ignorar el latido frenético de su corazón.Durante un breve momento, sus ojos se perdieron en los de Giacomo. Su mirada descendió, casi sin darse cuenta, hasta sus labios, y no pudo evitar preguntarse cómo reaccionaría él si se inclinara y lo besara. Alejó esos pensamientos tan pronto como aparecieron.Apoyó las manos en su pecho, preparándose para levantarse. Estaban demasiado cerca para su propia paz mental, y si no ponía algo de distancia pronto, corría el riesgo de hacer algo estúpido. Sin embargo, Giacomo envolvió una mano en su cintura y la mantuvo en su lugar.—Podrías... —Las palabras se desvanecieron en sus labios al notar que él estaba acercando su rostro al de ella como si fuera a besarla.El tiempo pareció detenerse a su alrededor. Sintió que el aire se v
Cuando Carmine despertó, supo que estaba sola, incluso antes de abrir los ojos. Sus sospechas se confirmaron al girarse, encontrando el lado vacío de la cama. Giacomo debía de haberse levantado hace un buen rato porque su lado estaba frío. Mantuvo su mano estirada sobre las sábanas deshechas, sintiendo una punzada de decepción. Con un suspiro, se levantó, sintiendo cómo la inquietud se acumulaba en su pecho. Estaba demasiado nerviosa para enfrentarse a Giacomo. No se hacía ninguna ilusión sobre lo que podría pasar al verlo.Se dirigió al baño y se metió bajo la ducha. Dejó que el agua tibia resbalara sobre su cuerpo y limpiara el aroma de Giacomo de su cuerpo, aunque era lo último que deseaba. Inclinó la cabeza hacia atrás y pasó ambas manos por el rostro. En cuanto cerró los ojos, los recuerdos de la noche anterior regresaron intensos y nítidos. Las manos de Giacomo sobre su piel, sus caricias y besos recorriendo cada rincón de su cuerpo.Frunció el ceño y sacudió la cabeza para ale
Carmine se sentó detrás de su amplio escritorio, mientras su secretaria, y amiga, le recordaba los pendientes que tenía para el día. Desde que su padre se había retirado, un año atrás, ella había tomado las riendas de la empresa familiar como CEO. Pese a que se había preparado desde muy joven para aquel puesto, no todos habían recibido la noticia con agrado cuando llegó el momento.Podía estar en pleno siglo XXI, pero aún había algunos que veían con recelo que una mujer joven estuviera al mano. Los primeros meses tras la transición de poder habían sido los más difíciles. Varios miembros de la junta directiva, incómodos con el cambio, cuestionaron su capacidad y llegaron incluso a insinuar que otra persona debería ocupar su lugar. Pero Carmine no se había dejado intimidar. Después de todo, la mayoría de acciones estaban en poder de su familia y sabía que contaba con su apoyo incondicional.Con el paso de los meses, Carmine había logrado cerrarles la boca a todos. Durante su primer año