La niña veía ascender los números del elevador, sabía que en cualquier momento las puertas se abrirían. Esperó y estás se abrieron. Entró con seguridad, sabía lo que hacía, ya su abuelo le había enseñado a subir ascensores, así como le enseñó a leer y como le enseñó muchas cosas más. Era muy inteligente, todos se lo decían y ella también.El elevador la dejó en el pasillo deseado, primero sacó su pequeña cabeza y al no ver moros en la costa salió completamente de allí, siguió las instrucciones y tocó la puerta. Departamento 42. Era un edificio muy grande, había conocidos muchos y ese era tan de adultos, la niña veía la modernidad del lugar y solo lo podía relacionar con personas mayores. Su mamá tenía razón, su papá estaba en una buena posición, quizás él la lleve a comer helados y al parque. La puerta se abrió y una mujer que usaba un camisón la recibía con una sonrisa de oreja a oreja, la niña se preguntaba cómo podría permanecer esa sonrisa, era incómoda en algún momento. —Pequeñ
—Amigo… Lo veo y no lo creo. —James se recostó en el mueble. Estaba tan relajado y gracioso, todo le causaba gracia mientras que a su amigo, todo le asustaba.¿Cómo había llegado hasta allí? —Él que no lo cree soy yo. Que Ana no me haya dicho que soy padre me hierve la sangre. Sabes… Es que no lo creo. —seguía negando con la cabeza. Se sentía mareado. —Yo tampoco… —su amigo James negaba riéndose— Es muy bonita, no salió a ti. El volteó y imaginó a la pequeña una vez más, había perdido la cuenta las tantas veces que veía a la chiquilla. Se parecía a su madre, pero también tenía cosas de su hermana.—Eso es lo que menos me importa. Estoy que tomo un carro y me voy a Boston. —Tenia una hija, que locura. Beck… Quería llamar otra vez a su amiga, ella sabía o no sabía… y no le dijo nada. ¿Cómo ellos le ocultaron algo tan importante? Erik, ese viejo, ahora que recordaba, ese hombre debió querer matarlo, jamás se hubiera imaginado que estaba con su hija. Es una locura. Caminó hasta la ha
S I N O P S I SEllaDesde pequeña mi familia me inculcó una actividad y es la competitividad. Esa adrenalina que corre por la sangre solo cuando me enfrento a mi rival. ¡Vamos! Que a ustedes les gusta ganar, pero ¿Quién sabe perder?, yo me considero una buena perdedora, para vergüenza de mi familia. Como dice mamá: nada de segundos lugares, esos son para los primeros perdedores, y como hija que quiere agradar a sus padres lo intenté todo para ser la mejor ganadora, claro jugando limpio, no como Beth.Todo empezó hace años, mi madre y su amiga competían por todo. Y eso que eran amigas. Si, es un lindo legado. En el colegio, luego la universidad y luego su empresa. Las dos, junto con sus esposos formaron su empresa. Y no sabes qué: Son empresa de la misma industria. Publicidad.La competencia no terminaba.Nací yo y también la hija de la amiga de mamá y desde chiquitas nos endoculturizarón, así que éramos amienemigas, yo la quiero pero la influencia de nuestra familia nos acorrala a h
La música electrónica estaba resonando, sus ondas se sentía en mi pecho, al poner mi mano en el muro de la calle se sentía las vibraciones que provenía del interior. El lugar estaba repleto, no es cualquier club, Neptuno es un club innovador y muy visitado, pues tuve que esperar en la fila para pasar.Lo siento pero no soy tan famosa para estar de primera o pasar sin que un gorila me detenga.Vi cómo Elizabeth Houston alias Beth entró sin hacer cola, solo habló algo al oído del vigilante que es un mastodonte y pasó. Más tarde seguía en la fila y vi llegar a un hombre que estuve tiempo detrás de él para que firmara un contrato pero pasó de mí y firmó con los Houston. ¿Por que fue eso? por la rubia de lindos ojos. Usar las cualidades femeninas para los negocios era su as bajo la manga, es que coquetear con un hombre me era difícil, no puedo hacerle ojitos si que pareciera que estoy reteniendo un cólico, o tener la picardía de regresar un beso con mi ordinaria actitud parecería una muec
No había ido a consulta, algunos me decían anda y hazte un chequeo y revisa a tu bebé y otros decían espera a los tres meses. Pues para ser clara y muy honesta me aterraba la idea de ir al medico, toda madre acompaña a su hija al hospital, a sus chequeos, la orienta y pues me sentía sola, es una sensación extraña y mas cuando estoy en mi trabajo y llegan chicas con sus madres y son tan unidas... tan amigas y me pregunto: ¿de verdad ellos son mis padres?, las únicas veces que me sentía en familia era con mi tía Victoria, es tan cool ser su sobrina, es la mas joven de mis tías y eso suma puntos en nuestra relación, pero rara vez la veo, y pues ahora no estoy de humor de hablar con ella, la verdad es que tengo miedo a que me rechace como lo hicieron mis padres. De tantas observaciones de mis compañeros en el trabajo, tome un día para hacerme el chequeo.Estaba asustada, angustiada, y no sabía a quién preguntar mis dudas, creo que es importante la relación de una madre porque ellas ya pa
Tenía tres meses de embarazo y me iba bien en el restaurante, agarré el hilo y con experiencia de servicio al cliente trataba a todos con su debido respeto.No sabía de mi madre, de mi familia para ser exactos. solo me había centrado en mi salud y el bienestar de lo que se estaba formando en mi, compre libros para informarme de como ser una madre, como cuidarme, alimentarme y que debo y no hacer. Tenía una nueva responsabilidad y me sentía a gusto, mi jefe se portaba como un padre y siempre estaba al pendiente de como me sentía, mis antojos y de todo. Mis compañeros de trabajo, todos se portaban muy bien conmigo y cada vez que le pedía un favor no pasaba el tiempo cuando ya lo hacían, eran súper geniales. Anabelle era la hija del señor Eriksson, chef del local. Estudió en Italia y ahora es buscada por sus platillos aquí en el restaurant Bon Appétit.Me ha enseñado algunas recetas y me ha instruido, de quemar huevos pasé a saber hacer omelette.— Beck, podrías venir por favor —habló e
— He revisado el registro de esta empresa, sus logros, proyectos y todo y me sorprende que desperdicien material por no saber cómo llevar la batuta. —hablé al hombre que está desayunando en el restaurante.No quería perder tiempo y vino de visita para que hablemos del asunto.— Eso lo sabemos. Esperamos que si compras las acciones y formas parte de la directiva de la empresa así la sacaremos a flote.Asentí y vi la determinación en los ojos del tipo. Es rubio ojiazul con una piel bronceada. Guapo, pero no de mi estilo.— Entiendo. La pregunta es la siguiente: ¿Los otros inversionistas aceptarán que una aparecida cambie algunas cosas?.— Es eso o irnos todos a bancarrota y creo que hemos invertido no sólo tiempo sino dinero.—asentí. Una cosa hace a un businessman y es la determinación y el buen ojo en el negocio claro está.— Entiendo. Quiero formar parte del grupo pero no quiero que el grupo sepa que formo parte de ellos, es difícil aceptar a la hija de una de las competencias. Y no q
No confíes en nadie sólo en Dios; siempre he escuchado y en tu madre que quiere lo mejor para ti. Pero en mi mente vienen pensamiento que me decían que ellos no son mis padres. Y es que... ¡Dios!, un padre quiere lo mejor para su hijo no lo peor. Eso me carcomía mi cerebro pero el sabio Eriksson me explicó algo importante, según él en estos tiempos tan avanzados en ciencias, tecnologías, conocimiento y experiencia el amor de muchos se enfriaría, padres enfrentando y lastimando a sus hijos y viceversa y sumándole el hecho que el principio de la maldad es el amor al dinero.Quizás ellos temen que yo les arruine su reputación o que una revistas de farándula me entreviste y los ponga a ellos en una mala posición.Pensé: ya nada peor puede pasar.Pero pasó, Elizabeth Houston de una u otra forma se enteró que me acosté con él, no me digan cómo. Llegó al restaurante y pidió hablar en privado.Afuera hacía la salida de un callejón quedé con Elizabeth, el corazón me bombeaba muy rápido.— Ya s