Capítulo 5

No confíes en nadie sólo en Dios; siempre he escuchado y en tu madre que quiere lo mejor para ti. Pero en mi mente vienen pensamiento que me decían que ellos no son mis padres. Y es que... ¡Dios!, un padre quiere lo mejor para su hijo no lo peor. Eso me carcomía mi cerebro pero el sabio Eriksson me explicó algo importante, según él en estos tiempos tan avanzados en ciencias, tecnologías, conocimiento y experiencia el amor de muchos se enfriaría, padres enfrentando y lastimando a sus hijos y viceversa y sumándole el hecho que el principio de la maldad es el amor al dinero.

Quizás ellos temen que yo les arruine su reputación o que una revistas de farándula me entreviste y los ponga a ellos en una mala posición.

Pensé: ya nada peor puede pasar.

Pero pasó, Elizabeth Houston de una u otra forma se enteró que me acosté con él, no me digan cómo. Llegó al restaurante y pidió hablar en privado.

Afuera hacía la salida de un callejón quedé con Elizabeth, el corazón me bombeaba muy rápido.

— Ya s
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