Jules dejó que el agua cristalina del estanque le acariciara los pies. Era refrescante y tranquilizador. Su instinto animal le había llevado allí, un pequeño espejo de agua oculto entre un conjunto tupido de árboles al este de la mansión, dentro de los terrenos del alfa. Acaso Dominic no sabía de aquella maravilla de la madre naturaleza de lo contrario se declararía dueño de aquel remanso de paz.Aun sentía su cuerpo estremecerse ligeramente por los recuerdos visibles todavía en su mente. Había dejado que Darren lo mimara y consolara por un rato considerable. Había llorado como un niño ¡Qué vergüenza! Otra vez en el fondo del pozo perdiendo su dignidad, o al menos lo que quedaba de ella.Al recomponerse no había rechazado su tacto, pero no dejó que lo besara. Se había levantado de sus piernas y acostado de lado en su cama, hecho un ovillo. Esperó que lo dejara solo y por lo visto había entendido la indirecta porque lo cubrió con una colcha más gruesa y salió sin decirle palabra alguna
Blaren sentía los latinos del corazón en sus oídos más no los del compañero de su gemelo. Aquello era malo. Le habían dejado la seguridad a su cargo y él iba y la echaba por la borda por ser recatado y no infringir la línea de respeto hacia las parejas de otros ¡Línea su trasero y todos los infiernos del mundo!. Puso sus manos sobre su pecho y apretó iniciando la reanimación pulmonar. Nada. Acercó su rostro al de Jules y en contra las reglas le dio respiración boca a boca, este no era el momento para pensar en ello, necesitaba salvarlo. Volvió a iniciar la reanimación y después de 5 movimientos, el cuerpo del joven se sacudió y soltó un grueso buche de agua jadeando y tosiendo.Blaren soltó un suspiro de alivio echándose el cabello chorreante hacia atrás. Lo ayudó a incorporarse para que no se ahogara mientras tosía. Golpeó suavemente su espalda temblorosa y la rabia lo golpeó de momento.–Se puede saber qué estabas haciendo. Si tanto nos odias se puede hablar con la manada, pero no
Jules agarró el rostro de Darren entre sus manos y lo miró. Las lágrimas machaban sus duras mejillas y la expresión de su rostro la conmovió.–Estoy aquí, lobo, no he muerto, no pongas esa cara como si me fueras a enterrar– intentó bromear para romper el ambiente tenso entre ellos.El beta sostuvo sus muñecas y las apartó buscando sus labios. Lo besó con fervor como si fuera los últimos instantes unidos. Jules, a pesar de querer apartarse por la impresión que le causó la exagerada reacción de su pareja, se quedó allí sin moverse dejando que él se desahogara, sentía que lo necesitaba.–Por favor, no me dejes– su voz sonaba llena de súplica –Haré lo que desees, no volveré a forzarte, pero no me dejes– decía contra sus labios y Jules comprendió que no podía dejar el lado de este hombre, porque el lobo sería capaz de morir en la mayor tristeza y soledad o en la locura.–Está bien, no te dejare, cálmate– sacudió las manos para que las soltara, pero él solo lo volvió a atraer hacia su pecho
El lobo plateado escuchó los arbustos moverse y agitó la cola con excitación al salir de ellos un hombre alto, totalmente desnudo.–Mi hermoso, mi precioso alfa– se inclinó ante él en un movimiento de respeto y abrió sus brazos para que este entrara en ellos.El lobo caminó hacia él y se restregó en su cuerpo mientras era besado en la punta de su morro y el entrecejo.Ojalá pudiera cambiar tan fácil como antes. Jules lo oía lamentarse. Estaría en sus brazos todos los días.Si, se amaban, pero no eran compañeros. EL chico lo pudo sentir. Conocía la sensación por el tiempo que había estado al lado de Darren y como reaccionaba su cuerpo cuando estaba junto a él. Aquellos dos, eran amantes, pero no estaban destinados.–Mi amor, he descubierto una forma de que estemos juntos– el hombre se sentó abrazando el cuello del animal –Tengo un amigo que puede hacer todos los preparativos–habló esperanzado.El lobo asintió con la cabeza y Jules se estremeció. El simple movimiento causó dolor. Se di
Jules abrió los ojos de golpe para encontrarse con los de su compañero.–¿Te sientes mejor?– le preguntó, sosteniéndolo entre sus brazos– Perdiste el conocimiento por unos segundos–su voz denotaba la angustia que lo dominaba.Él se incorporó con su ayuda y sintió los dedos de Louva que analizaban su pulso.–Fue otro recuerdo– respondió sonriendo al albino que se apartó más tranquilo.–¿Y qué viste? –Dominic se arrodilló frente a él.–No sé muy bien– lo miró a los ojos y frunció el ceño– Alfa, necesito saber la historia con detalles de la manada y cómo fue el ataque que hubo.–¿Cuál es el interés ahora en nuestro pasado, hasta hace poco no te interesaba nada sobre nosotros?– Dakota sobresalto a todos recostado en el marco de la puerta.Era verdad, sin embargo, ahora que la verdad estaba saliendo a la luz sentía la necesidad de tomar la responsabilidad con ese pasado que casi lleva a la manada al exterminio.–Darren ayúdame– entre él y Dylan lo pusieron de pie. Cuando se sintió seguro
–¡Corre!–escuchaba a su espalda la voz cargada de ansiedad–¡Escapa!– la persona amada yacía en el suelo chorreando sangre y empujaba su cuerpo con la poca fuerza que le quedaba– ¡ Fue un error! ¡Por favor, sálvate!– gritó antes que un buche de sangre desgarrara su garganta, cerrando las vías respiratorias, lo atraganto en una agonía espantosa y mortal hasta caer sin vida.Un dolor desgarrador lo recorrió ante la pérdida. ¡No! ¡No podía estar muerto! Su mente se negaba aceptar la muerte de su amor. La última oportunidad de ser amado. El sufrimiento paralizó todo su ser.El sonido de tres hombres vestidos de negro se hizo audible y él se giró mostrando sus colmillos y su rabia incontenida. Se abalanzó hacia ellos enfrentándolos, llegando al cuello del primero y destrozándolo en el acto. No era suficiente. Nada podía aplacar el dolor pulsante en su pecho.Miró al otro hombre que corría hacia él y arremetió hacia él. A solo unos segundos de poder alcanzar la piel del cuello, algo atrave
Jules cogió el décimo bocadillo y lo llevó a la boca sin saborearlo. Estaba tan absorto en sus pensamientos que no se había dado cuenta que llevaba rato comiendo y Dylan solo ponía plato tras plato delante de él.–¿Estás bien?– le preguntó el lobo rellenando su vaso.–¿Ehh?– él sacudió la cabeza –¿Decías algo?–lo miró confundido.–Jules, qué si estás bien, aunque sé que puede parecer estúpido preguntarlo–habló con mucha paciencia.Él asintió con la cabeza con una sonrisa fingida.–Mejor, no tienes que preocuparte– se llevó la mano a la sien y la apretó intentando quitarse el malestar constante y los recuerdos confusos que venían e iban. Aun la sensación de estar dentro de un cuerpo y no ser dueño de sus propios movimientos estaba vigente y eso lo incomodaba. ¿Qué decía? Lo aterraba y mostrarse fuerte le estaba pasando factura.Extrañó cuando era un simple humano sin más preocupaciones que su empresa, que por el momento se mantenía estable y gracias a su mano derecha, él podía dirigirl
Jules se dio cuenta que el sol estaba cayendo cuando se incorporó en la cama, dejando la comodidad del pecho de Darren, después de pasar un tiempo considerable conversando sobre sus sueños y la repercusión en la manada, incluso en el consejo. Hablar con el lobo le había resultado más reconfortante de lo que imaginaba, sobre todo cada vez que le contaba alguna anécdota relacionada con los integrantes de la manada.Había muchos que no conocía pues estaban fuera de casa en sus respectivas misiones, aunque algunos estaban por volver. Uno de ellos era un tal Raice que había llegado junto al alfa. Su pareja le había advertido que se mantuviera alejado de él. Era de todos, el que más tarde había podido dominar a su lobo por lo que era demasiado impredecible. Donde vivía antes los lobos lo incitaban constantemente a las peleas, pero Dominic lo había recogido y ahora vivía con ellos, mejorando así su carácter. Aunque mantenía su boca cerrada la mayor parte del tiempo.Jules pensó que tenía mu