Jules se dio cuenta que el sol estaba cayendo cuando se incorporó en la cama, dejando la comodidad del pecho de Darren, después de pasar un tiempo considerable conversando sobre sus sueños y la repercusión en la manada, incluso en el consejo. Hablar con el lobo le había resultado más reconfortante de lo que imaginaba, sobre todo cada vez que le contaba alguna anécdota relacionada con los integrantes de la manada.Había muchos que no conocía pues estaban fuera de casa en sus respectivas misiones, aunque algunos estaban por volver. Uno de ellos era un tal Raice que había llegado junto al alfa. Su pareja le había advertido que se mantuviera alejado de él. Era de todos, el que más tarde había podido dominar a su lobo por lo que era demasiado impredecible. Donde vivía antes los lobos lo incitaban constantemente a las peleas, pero Dominic lo había recogido y ahora vivía con ellos, mejorando así su carácter. Aunque mantenía su boca cerrada la mayor parte del tiempo.Jules pensó que tenía mu
Su cuerpo entero se encogió y retrocedió alarmando a su pareja que le lamió la oreja, nervioso. Sabía que tenía que sacarlo de allí, ni siquiera el cuarto de seguridad que tenían construido para emergencias había funcionado, a pesar de estar abrumado por la preocupación por sus compañeros no podía dejar que Jules cayera en malas manos, no por el hecho de que fuera su pareja, sino por todos los secretos que albergaba. Le hizo seña para que le siguiera, tenían que salir de la mansión y alejarse lo antes posible, estaba seguro que esa era la orden que le daría Dominic.Sacando la cabeza por la puerta vigiló y escuchó sonidos que se acercaban por la segunda planta, tenían pocos segundos. Darren salió corriendo con Jules a su lado y entraron en la habitación continua que tenía un gran ventanal, escaparían por él, aunque la caída sería peligrosa, no eran pocos los metros que los separaban del jardín.El lobo recobró su figura humana para abrir la ventana y en el proceso las heridas en su c
Jules sentía un vacío a su alrededor. Lo último que recordaba era el sonido de una pistola taladrándole los oídos antes de caer en la total inconsciencia. Intentó despejarse, mas le fue imposible. Era como si su cuerpo estuviera flotando en medio del océano.Buscó arduamente mediante el vínculo a su pareja. No pudo llegar a él. Al menos la marca seguía latiendo en su cuello, indicándole que aún estaba vivo. ¿Pero dónde?Haciendo todo el esfuerzo posible, se obligó a moverse. Estiró la pierna con cuidado para sentir una superficie fría y áspera en la planta descalza de su pie. Poco a poco abrió sus ojos y le tomó casi un minuto poder enfocar su alrededor.–¿Estás despierto?– reconoció la voz al momento e incorporó la cabeza en esa dirección haciendo que los músculos del cuello protestaran.–Blaren– dijo con voz pastosa.Lo vio suspirar con alivio.–Llevas inconsciente tres días, tenía miedo que no lo lograras– el lobo lo miraba cálidamente y parecía como si el peso de sus hombros se de
Jules tembló de miedo, de impotencia y de culpa.Retrocedió hasta tropezar con las oscuras frías paredes. No podía llamarlo, su olor había cambiado y más que atraerlo, lo hacía estremecer.No sabía que le habían inyectado, pero lo que fuera, la intención era que la tomara en contra de su voluntad. Y Blaren podía ser idéntico a su hermano gemelo, pero no era su compañero, aquél persona que podía sentirlo incluso cuando no quería, y que por primera vez ansió tanto que estuviera a su lado.Se abrazó el cuerpo como protegiéndose aun cuando eso le causó dolor en las heridas, que no entendía porque no acababan de cerrar. Normalmente no era problema, pero ahora parecían tan tiernas como cuando se las hicieron.El lobo se mantuvo quieto por unos segundos, las uñas y sus colmillos se habían hecho presente aun sin perder su aspecto humano, una hilera de saliva bajaba por el costado de su labio y el ceño fruncido le daba un aspecto más intimidante. Pero aquellos ojos, que lo miraban fijamente,
Un grito de dolor se contenía en los labios de Jules mientras numerosas agujas se enterraban en su piel. Las gruesas correas de piel la ataban a la mesa lastimando sus heridas apenas cerradas y a cada intento de convertirse, buscando liberarse, la presión en su cuello lo sofocaba cada vez más.¿Dónde estaba su compañero? ¿Acaso no le había prometido cuidarlo? ¿Por qué no estaba a su lado? Los momentos eternos en aquella celda, fría y húmeda solo le hacían extrañar el calor de sus brazos cuando la rodeaban. Si él no hubiera sido tan testarudo y se hubiera dejado conquistar más fácil; hubiera aprovechado el poco tiempo que estuvieron juntos.Una lágrima corrió a lo largo de su mejilla. Podría morir en aquel lugar, rodeado de personas que apenas conocía y Darren solo lo sabría por su vínculo. Había tenido que caer en aquella situación para percatarse de cuánto él lo valoraba, aun después que él se había molestado con él por parecer un chicle pegado a su cuerpo.Apretó sus puños. No querí
–¡Jules! ¡Jules! –la voz conocida resonaba en su mente, diferente a la de su lobo. Esta vez las imágenes eran tan difusas que apenas eran visibles.–¿Por qué ocurre esto? –el joven se incorporó lentamente frotándose la sien con fuerza, intentando alejar las pesadillas en su cerebro, sin embargo, estas se resistieron y continuaron avasallándolo.Después de verse a sí mismo sin ningún cambio, todo se puso borroso. Aun así, pudo distinguir con dificultad y en medio de mucho ruido, la silueta de un chico menudo que rompía el cristal de la cápsula donde él estaba atrapado, y después… mucha, mucha luz.Jules se cubrió sus ojos y de nuevo escuchó esa voz.–Debes sobrevivir. No debes caer en manos de nadie –le repetía con desesperación y prisa. Lo escuchó mientras todo se volvía oscuro y en la bruma de sus recuerdos aparecía el orfanato. Había despertado en el medio de un jardín ajeno sin ropas que lo cubrieran decentemente y sin memoria.–¿Qué pasó? –le preguntó con desazón a su compañero d
Jules y Blaren respiraron agitados en el borde del peñasco. Estaban agotados y no paraban de llegar personas. Después que la puerta fuera abierta, ninguno de los presentes se esperaba que ellos hubieran salido de la jaula, así que el factor sorpresa fue definitivo para poder ganar algo de terreno.Ambos estaban con el pelaje cubierto de sangre de sus agresores y sus mandíbulas dolían por el esfuerzo de atacar sus cuellos. Para Jules que nunca había matado a persona alguna, le resultó repulsivo al principio, pero era matar o dejarse agarrar.Robert salió de entre el grupo de personas que los rodeaban.–Hijo mío, no hagas esto más complicado de lo que es ya. Vuelve conmigo–le habló como un padre cariñoso le hablaría a su niño pequeño.Jules solo sacó más los dientes y colmillos, el pelo de su lomo se erizó. Aquel monstruo tenía la desfachatez de pedirle aquello como si lo que hiciera fuera una buena acción. Lo vio dar otro paso hacia ellos y ambos gruñeran aún más fuerte. Detrás de Rob
El agotado lobo, a pesar de estar en total nebulosa, sintió como su cuerpo era alzado hasta quedar en una superficie irregular. No precisamente placentera, pero el olor que lo envolvía, lo hacía sentir cómodo de forma familiar. Sin preverlo cerró sus ojos mientras los movimientos se volvían constantes debajo de él. No podía saber cuánto estuvo así, para cuando lo dejó caer en una cama de hojas secas supo que estaba cerca de su hogar. Podía percibir el olor de su pareja cerca, razón que le hizo abrir los ojos para encontrarse nuevamente solo.Gimió débilmente alzando con esfuerzo la cabeza para dejarla caer bruscamente ¿Quién la había salvado? Su voz sonaba dulce, joven, con un ligero temblor.Allí acostado de lado sobre aquel suave colchón natural no sentía nada. Ya no había dolor, sus miembros estaban tan entumecidos por la humedad, las heridas y el frío que apenas era consciente de su alrededor. Intentó llamar a Darren sin resultados, su mente se sentía más alejada de lo que creía.