CAPÍTULO 53: LA ALEGRÍA DE CASI TODA LA FAMILIANatalie—¿Qué…? —Michael me mira de forma extraña, como si de pronto se sintiera culpable por algo.—Es que… estoy nervioso por lo de esta noche, no sé como va a reaccionar tu familia cuando se enteren del embarazo.Le sonrío con ternura, nunca lo había visto tan ansioso y nervioso como ahora. Una parte de mí se siente muy feliz de verlo así, porque eso solo puede significar que realmente está comprometido con esto, con ser una familia y dar lo mejor de sí.—No te preocupes, todos estarán muy felices… aunque… bueno, no puedo decir eso de mi madre, quizá a ella no le caiga bien la noticia.—No te ofendas, pero tu madre no me importa en lo absoluto.Me echo a reír, yo también pienso lo mismo. Seguramente se pondrá como loca cuando sepa de mi embarazo, nunca le ha gustado la idea de ser abuela.Después de ese episodio, Michael y yo nos sumergimos en las tareas de la oficina, evitando mencionar el tema del misterioso auto que apareció en el
CAPÍTULO 54: EL PASADO DE LOS DUPONTNatalieUna semana después…Me parece un sueño lo que estoy viviendo. Ya todos se han enterado de mi embarazo y no paran de felicitarme y enviarme buenos deseos. Algunas amigas y las chicas del trabajo se han tomado la libertad de darme consejos sobre cómo ser madre primeriza y aunque lo agradezco, es realmente abrumadorLa única que desearía que me dijese todas esas cosas y me ayudase con la crianza es mi madre, pero no espero contar con ella para nada de eso.Michael ha empezado a llamarme más seguido cuando estoy en la oficina y algunos días se queda a mi lado hasta que es hora de irnos. Me reconforta tener su presencia a mi lado todo el tiempo, además, cumple mis antojos ni bien los menciono.—¿En qué piensas, princesa?No me había dado cuenta de que me he quedado mirando al infinito con las manos apoyadas en mis mejillas. Michael parece llevar un buen rato observándome.—En nada y en todo en realidad. Quiero ser una buena madre para mi bebé, n
CAPÍTULO 55: UN SUSTO DE MUERTENatalieLa sensación de hormigueo y mareo se extiende por mi cuerpo, creciendo hasta hacerse insoportable. Intento mantenerme consciente, pero el mundo a mi alrededor se desdibuja, las luces de la carretera se convierten en destellos difusos y mi mente se nubla. A pesar de mis esfuerzos, mis párpados se vuelven pesados y finalmente se cierran por completo.De repente, un chirrido ensordecedor me saca de mi letargo. Abro los ojos desorientada, justo a tiempo para ver el auto derrapando fuera de control. Intento frenar, pero mis manos parecen no responder. El impacto es inevitable, y el sonido metálico de la colisión retumba en mis oídos.La bolsa de aire se despliega con fuerza, golpeándome en la cara y provocando un intenso dolor en mi frente. Un líquido tibio se desliza por mi piel, pero la confusión y la desorientación son aún más abrumadoras. A pesar del caos a mi alrededor, una extraña calma me envuelve, como si estuviera flotando en un sueño irreal
CAPÍTULO 56: ESTAMOS CONECTADOS POR NUESTROS CORAZONESMichaelMiedo.Nunca en mi vida lo había experimentado tanto como ahora. Y puedo jactarme de haber estado en miles de situaciones aterradoras y donde mi vida corría peligro, pero ni siquiera estar metido en la boca del lobo en medio de un grupo de rivales mafiosos de mi padre se ha sentido tan aterrador como esto.Cuando Natalie no llegó a casa al principio creí que se había quedado en la mansión, pero ya se me hacía muy extraño que su madre cambiase de parecer de forma tan repentina. Así que llamé para comprobar si estaba ahí. ¿Cuál habrá sido mi sorpresa cuando me dijeron que no estaba en la mansión?El pánico empezó a apoderarse de mí, le llamé mil veces, pero nunca me contestó. Así que no me quedó más que recurrir de nuevo a mis recursos por debajo de la ley para localizarla.Ahora vamos en el auto de camino al hospital y aunque estoy en silencio, mi mente no para de pensar en cientos de cosas que pudieron haber pasado. Desde
CAPÍTULO 57: MI PEOR MIEDOMichaelDespués de aquel incidente con Natalie, me he mantenido mucho más cerca de ella. Temo que algo así vuelva a pasar. Durante estos días, me he encargado de averiguar si lo que le sucedió fue producto de un accidente o si alguien intentó hacerle daño, pero no he podido descubrir nada más que meras especulaciones de mi parte.Su madre pareció muy consternada cuando supo que tuvo un accidente e incluso le preguntó si el bebé estaba bien, pero a mí no me engaña. Sé que su supuesta “preocupación” es fingida. En cambio, el abuelo sí que está genuinamente preocupado por la situación.—Ay Naty, me alegro de que no te haya pasado nada grave —le dice el abuelo, con un tono de alivio evidente en su voz.Natalie le sonríe débilmente, agradeciendo su preocupación.—Gracias, abuelo. Fue un susto, pero gracias a Dios tanto el bebé como yo estamos bien.Su madre, por otro lado, apenas disimula su incomodidad. Es evidente que no esperaba este desenlace y que su preocupa
CAPÍTULO 58: ES UNA PESADILLANatalieMi mundo parece haber terminado en un segundo. Mi conciencia regresa lentamente, y en el momento en el que soy dueña de mi cuerpo de nuevo, un intenso dolor me invade. Intento abrir los ojos, pero apenas lo hago una luz cegadora me obliga a cerrarlos otra vez.Escucho voces a mi alrededor y no entiendo nada de lo que pasa. Poco a poco todo se aclara, el sonido agudo de la ambulancia rompe mis oídos, pero todo eso carece de sentido cuando de pronto siento una intensa oleada de dolor en mi vientre.—¡Ayuda! —grito. Consigo abrir los ojos de golpe y me doy de frente con la realidad. Estoy en una ambulancia rodeada de paramédicos y enfermeras. El vehículo se sacude con fuerza mientras avanza a toda velocidad. Tengo cables y tubos conectados a mis brazos y una mascarilla de oxígeno en mi rostro.El dolor punzante en mi vientre es cada vez peor, el pánico me invade, así que trato de levantarme, pero uno de los médicos me lo impide.—No, señorita quédese
CAPÍTULO 59: LA PEOR DE LAS NOTICIASMichaelEl mundo parece detenerse por un instante cuando escucho el grito desgarrador de Natalie. Nadie me dice qué pasa, no me dejan verla y la angustia está por acabar con lo poco que me queda de cordura.De repente la veo salir junto a los médicos que la llevan rápidamente a la sala de operaciones, y yo me quedo allí, en la sala de espera, sintiendo que el tiempo se ha congelado a mi alrededor.—¡Natalie! —llamo, le sigo por el pasillo pero van tan rápido que no puedo alcanzarla. Ella no voltea a verme y eso me hace pensar lo peor.Una enfermera me detiene justo en la entrada de la puerta.—No puede pasar de esta área.—Por favor, dígame qué está pasando, ¿qué sucede con mi esposa? —pregunto con un dejo de súplica.—La señorita necesita una operación de emergencia, tiene una hemorragia interna y desgarramiento uterino.—¿Qué? No, eso no puede ser. Por favor, déjeme entrar a verla —suplico haciendo el amago de avanzar, pero ella pone una mano con
CAPÍTULO 60: DIME QUE NO ES VERDADNatalieAbro los ojos con lentitud, mi cabeza se siente muy adormecida, ya no tengo dolor, pero algo me dice que eso no es necesariamente algo bueno. Pronto me doy cuenta de que me encuentro en una habitación de hospital, una máquina a mi lado hace sonidos repetitivos marcando los latidos de mi corazón.Volteo con cuidado hacia un lado y veo a Michael ahí, a mi lado. Está dormido, pero no parece estar en paz. Su rostro está magullado con algunos raspones, en especial la frente donde tiene una de esas curitas para cerrar heridas.Michael se remueve en su silla y abre los ojos descubriéndome despierta. De inmediato se levanta y toma mis manos con suavidad.—Princesa, despertaste, ¿cómo te sientes? ¿Te duele algo?—Michael… —susurro. Mi voz sale rasposa y grave.Él se levanta y me trae un poco de agua en un vaso con sorbete.—Bebe un poco.Tomo un trago, el líquido frío pasa por mi garganta produciéndome una molestia dolorosa.—¿Qué pasó?... ¡Mi bebé! —