«¿A dónde se había ido?», se preguntó Xavier cuando observó hacia el jardín y Anaelise no estaba. Después de aquel baile había necesitado respirar de la presencia de ella. Decidió alejarse lo más posible, pero siguió observando cada acción suya desde lo lejos.
Pensó mucho, de hecho, trató de explicarse a sí mismo qué era lo que lo estaba atrayéndolo como un imán hacia esa chica, y le enfermaba solo pensar que algo en su mirada, esa mirada carente de mucho, era lo que le gritaba desde lo más profundo de su alma, que necesitaba algo, y Xavier sabía perfectamente a que conllevaba fijarse en esa expresión vacía.
Las personas carentes de cosas siempre buscaban a otras personas vacías, era un círculo vicioso; así que esto era lo único lógico que &eacu
El tiempo… era tan rápido y lento a la vez. Tan fuerte y frágil…Anaelise estaba frente a un enigma. Jamás en toda su existencia sintió esa presión en el pecho, la boca seca y la necesidad de besar a alguien por motivación propia. Había algo dentro de ella que quería salir con fuerza, era como si de alguna forma, otra Ana luchara por quitarse su propia piel, como si estuviese encapsulada y un magnetismo que no reconocía y le exigiera salir de su caparazón con urgencia.No podía con los latidos de su corazón, eran tan fuertes que sentía el palpitar por todo su cuerpo, como si todo cobrara vida propia. Así que en cuanto despegó su mirada de la boca de Cox y la posó en sus ojos, se encontró totalmente perdida.Pasó el trago de una forma muy difícil mientras intentaba traer algo a su mente, pero nada aparec&iacut
Todavía podía sentir el cosquilleo en sus labios, estos le palpitaban hasta el punto de colmarle la paciencia, y no era para menos. Él quería eliminar esa sensación de su cuerpo y de su memoria.Necesitaba hacerlo, y por ello decidido que durante toda esa semana esquivaría la presencia de Anaelise como fuera posible.Entró y salió de la universidad las veces necesarias, se encerró en el cubículo de los profesores y se iba antes de la hora para no toparse con ella. Lo único que le fastidiaba era esa aprensión insoportable que le exigía al menos verla por un momento. “Y como un loco desquiciado”, por algunos minutos en el día, la divisó en silencio, mientras ella ignoraba su presencia.«Esto estaba muy mal», se dijo, pero aun así su decisión estaba tomada. Se alejaría todo lo que pudi
El agua fría bajaba por su cuerpo, pero no lograba obtener una temperatura adecuada. Sentía que estaba hirviendo a pesar de que ya había pasado un tiempo de haber llegado a su casa y procesar la información que escuchó.Por un momento y después de muchos años, las palabras de Oliver describiendo a su próxima paciente, le habían alterado su paz. Esto sumaba a que él volviese a recordar su pasado, sus recuerdos; aquellos momentos en que su vida se terminó para dar paso a ocupar otra vida que realizaba porque su cuerpo físico aún seguía con vida.La garganta se le apretaba de solo pensar en la situación de su paciente, era exasperante querer quedarse con los brazos cruzados y hacer como si todo estuviese normal.De cierta forma también estaba enojado con la chica, ella había aportado gran parte para que su calamidad se hiciera más grande, y
Los segundos parecían poder tocarse en ese espacio cargado de adrenalina, tensión y algo más que Anaelise no podía descifrar. Miraba su rostro tan cerca de ella, podía sentir incluso la agitación del aire que emanaba Xavier. Era imposible no darse cuenta de que entre ellos dos existía algo que los hundía, unía y atraía con fuerza.Una que no podía pasar desapercibida.El carraspeo de Oliver, insistente, alertó a Xavier para despegarse de la chica. Apretó su mandíbula fuertemente y recurrió a la fuerza de voluntad para centrarse en la mirada confundida de Walsh.—Firmemos entonces —dijo Cox sin esperar una respuesta de Anaelise—. Porque después de esto debo llevar a Ana a su nuevo consultorio…«¿Ana?»Ella negó varias veces, él parecía no tener límite
Incredulidad.Esa era la palabra perfecta para describir el pensamiento y la agitación de Ana. Masticó todas y cada una de las palabras de Cox, intentó razonar por un momento y llevar esto al punto crítico, pero de ninguna manera logró poder entender a plenitud, a qué estaba jugando él.Según, le había dicho todas las verdades en la cara y, de hecho, la dejó sin argumentos.No sabía qué decir, ni cómo responder a todo lo que de forma cruda expresó hacia ella. No tenía una respuesta, ni siquiera una básica para todo ese lodo que le cayó encima de repente.Aunque Cox retiró su mano, podía sentir aun los dedos en su piel, en su boca. Las descargas de adrenalina solo aumentaban a desmedida sin que él tuviese ahora algún tacto en su cuerpo. Entonces recurrió a sus más remotas
Duda, incierto y muchas preguntas por hacer…Estos eran los pensamientos de Ana estas dos últimas semanas después de despedir a su anterior Psiquiatra.Las clases tomaron su rumbo, ahora tenía una pila de cosas que la mantenían ocupada, sumando a ese ser, que se autonombró “su amigo”.En muchas ocasiones Andrew la irritaba, pero no podía hacer mucho cuando simplemente no se le despegaba de su lado. Se acostumbró a sus interminables historias, y ya que lo pensaba bien, no le parecía nada mal tener compañía en sus recesos o a la hora de salida.Incluso Andrew siempre se ofrecía a llevarla a casa, y lo más importante, podía ocultarse en él, del resto del recinto. Y por supuesto de ese hombre que su mente no olvidabaLuego del mensaje de Cox, ese día por la noche, decidió no responderle y pagarle
No tuvo un segundo para reaccionar, decir algo, o simplemente expresar su asombro. Como nunca lo pensó, Xavier unió su boca a la suya, y esto era más de lo esperado.Todo su cuerpo estalló a su toque, a sus labios y hacia la sensación que la lengua experta de Cox le estaba proporcionando.Al principio por su estado de conmoción no supo responder de inmediato. Ella era inexperta en todo el sentido de la palabra, y no sabía realmente dar un beso como ese. Sin embargo, el beso que estaba recibiendo era totalmente satisfactorio, y despertó todos y cada uno de sus lugares al instante.Como pudo, colocó sus manos en los costados de Xavier para sostenerse, él estaba restregando prácticamente su cuerpo con el de ella, mientras la besaba con ferocidad. No podía respirar y la adrenalina la mataría en cualquier momento. Entonces comenzó a repetir las mismas acciones que estaba
A la mañana siguiente, aunque se levantó tarde, Ana estaba preparando unas panquecas para ella, con mucho dulce. Su medicamento le hacía arder el estómago, y cada vez que se despertaba sentía que algo se la comería viva por dentro si no colocaba algo rápido dentro de ella.Se sentó allí mismo en la cocina y devoró su comida rápido para luego ver que apenas Carla estaba comenzando con el desayuno de ella.—Estabas hambrienta, ¿no? —le dijo la mujer mientras se llevaba un pedazo en la boca.Ana asintió y tomó un poco de jugo.—¿Cómo está el hombre? —preguntó sin mirar a la cuidadora para restarle importancia.—Sigue igual, y estoy agotada de rogarle que coma algo…Ana arrugó su ceño y negó para levantarse después de eso.—Él es un adult