El agua fría bajaba por su cuerpo, pero no lograba obtener una temperatura adecuada. Sentía que estaba hirviendo a pesar de que ya había pasado un tiempo de haber llegado a su casa y procesar la información que escuchó.
Por un momento y después de muchos años, las palabras de Oliver describiendo a su próxima paciente, le habían alterado su paz. Esto sumaba a que él volviese a recordar su pasado, sus recuerdos; aquellos momentos en que su vida se terminó para dar paso a ocupar otra vida que realizaba porque su cuerpo físico aún seguía con vida.
La garganta se le apretaba de solo pensar en la situación de su paciente, era exasperante querer quedarse con los brazos cruzados y hacer como si todo estuviese normal.
De cierta forma también estaba enojado con la chica, ella había aportado gran parte para que su calamidad se hiciera más grande, y
Los segundos parecían poder tocarse en ese espacio cargado de adrenalina, tensión y algo más que Anaelise no podía descifrar. Miraba su rostro tan cerca de ella, podía sentir incluso la agitación del aire que emanaba Xavier. Era imposible no darse cuenta de que entre ellos dos existía algo que los hundía, unía y atraía con fuerza.Una que no podía pasar desapercibida.El carraspeo de Oliver, insistente, alertó a Xavier para despegarse de la chica. Apretó su mandíbula fuertemente y recurrió a la fuerza de voluntad para centrarse en la mirada confundida de Walsh.—Firmemos entonces —dijo Cox sin esperar una respuesta de Anaelise—. Porque después de esto debo llevar a Ana a su nuevo consultorio…«¿Ana?»Ella negó varias veces, él parecía no tener límite
Incredulidad.Esa era la palabra perfecta para describir el pensamiento y la agitación de Ana. Masticó todas y cada una de las palabras de Cox, intentó razonar por un momento y llevar esto al punto crítico, pero de ninguna manera logró poder entender a plenitud, a qué estaba jugando él.Según, le había dicho todas las verdades en la cara y, de hecho, la dejó sin argumentos.No sabía qué decir, ni cómo responder a todo lo que de forma cruda expresó hacia ella. No tenía una respuesta, ni siquiera una básica para todo ese lodo que le cayó encima de repente.Aunque Cox retiró su mano, podía sentir aun los dedos en su piel, en su boca. Las descargas de adrenalina solo aumentaban a desmedida sin que él tuviese ahora algún tacto en su cuerpo. Entonces recurrió a sus más remotas
Duda, incierto y muchas preguntas por hacer…Estos eran los pensamientos de Ana estas dos últimas semanas después de despedir a su anterior Psiquiatra.Las clases tomaron su rumbo, ahora tenía una pila de cosas que la mantenían ocupada, sumando a ese ser, que se autonombró “su amigo”.En muchas ocasiones Andrew la irritaba, pero no podía hacer mucho cuando simplemente no se le despegaba de su lado. Se acostumbró a sus interminables historias, y ya que lo pensaba bien, no le parecía nada mal tener compañía en sus recesos o a la hora de salida.Incluso Andrew siempre se ofrecía a llevarla a casa, y lo más importante, podía ocultarse en él, del resto del recinto. Y por supuesto de ese hombre que su mente no olvidabaLuego del mensaje de Cox, ese día por la noche, decidió no responderle y pagarle
No tuvo un segundo para reaccionar, decir algo, o simplemente expresar su asombro. Como nunca lo pensó, Xavier unió su boca a la suya, y esto era más de lo esperado.Todo su cuerpo estalló a su toque, a sus labios y hacia la sensación que la lengua experta de Cox le estaba proporcionando.Al principio por su estado de conmoción no supo responder de inmediato. Ella era inexperta en todo el sentido de la palabra, y no sabía realmente dar un beso como ese. Sin embargo, el beso que estaba recibiendo era totalmente satisfactorio, y despertó todos y cada uno de sus lugares al instante.Como pudo, colocó sus manos en los costados de Xavier para sostenerse, él estaba restregando prácticamente su cuerpo con el de ella, mientras la besaba con ferocidad. No podía respirar y la adrenalina la mataría en cualquier momento. Entonces comenzó a repetir las mismas acciones que estaba
A la mañana siguiente, aunque se levantó tarde, Ana estaba preparando unas panquecas para ella, con mucho dulce. Su medicamento le hacía arder el estómago, y cada vez que se despertaba sentía que algo se la comería viva por dentro si no colocaba algo rápido dentro de ella.Se sentó allí mismo en la cocina y devoró su comida rápido para luego ver que apenas Carla estaba comenzando con el desayuno de ella.—Estabas hambrienta, ¿no? —le dijo la mujer mientras se llevaba un pedazo en la boca.Ana asintió y tomó un poco de jugo.—¿Cómo está el hombre? —preguntó sin mirar a la cuidadora para restarle importancia.—Sigue igual, y estoy agotada de rogarle que coma algo…Ana arrugó su ceño y negó para levantarse después de eso.—Él es un adult
Sus manos en el volante por alguna situación extraña temblaban y ahora estaba realmente frío.Tenía una especie de nerviosismo que nunca le pasó antes cuando buscaba algo de sexo en alguna otra mujer. Era frustrante para Xavier tener a una persona en sus pensamientos todo el tiempo, pero estaba seguro de que después de este trato, que era beneficioso para él en todos los sentidos, descansaría de su martirio.Estacionó a unas cuadras de la casa de Ana y luego apagó el motor, confirmó en su móvil la reservación en el hotel que escogió y luego de unos minutos volvió a marcar a su teléfono.No fueron más de dos tonos cuando escuchó su voz, que refrescó todo su cuerpo.—Hola —respondió Anaelise, el solo hecho de escucharla le hacía curvar los labios, y lo que más le satisfacía, era ver cuan
Ana no sabía si el temblor de su cuerpo ahora era normal, estaba entre aterrada y excitada hasta la médula, y esos ojos negros clavados en ella, no la ayudaban para nada. «Quería esconderse», quería ocultar su cuerpo donde nadie lo pudiera ver, estaba sumamente avergonzada con toda la situación que se estaba desarrollando y creía que no iba a ser capaz de llegar más allá de lo que el hombre que estaba frente a ella, esperaba.«Era una cobarde en todos los sentidos», pensó para sí.Xavier llegó hasta ella con la copa entre sus dedos, sorbió un poco y luego donde había puesto su propia boca, situó el lugar para que Ana bebiera en el mismo sitio.«¿Por qué todo lo que hacía ese hombre era jodidamente caliente?», otra pregunta llegó a la mente de Anaelise mientras recibía o
Ana estaba de pie pasando sus manos por los brazos porque el frío de la mañana estaba calando su piel, su mirada estaba puesta en cómo el auto de Cox se iba de su residencia. Con la mano y una sonrisa se despedía mientras ella solo curvaba los labios y se giraba sobre sus propios talones para caminar a su puerta.Eran más o menos las seis de la mañana, y estaba segura de que en cuanto entrara, tendría la mirada puesta de Carla sobre ella, porque jamás en su vida, estuvo despierta un domingo a esta hora.Debía llegar rápido a su habitación, estaba muy incómoda con su ropa puesta y sin ninguna ropa interior debajo. Sus cacheteros y brasier mojados, quedaron en un bote de basura, porque ella no iba a pedir una bolsa para llevárselos.Sus mejillas se tiñeron enseguida a la vez que entró a la sala. Rápidamente el cuerpo de Carla apareció asomá