Emma
Las telas blancas transitaban por mi cuerpo una y otra vez, me hacían sentir como una muñeca de aparador a punto de ser vendida; ningún vestido convencía a mi madrastra, según ella tenía que verme como una diosa ese día, pues justo día conocería al joven Jones; como si me importara en lo más mínimo, ojalá desapareciera, que se lo tragara la tierra justo antes de la boda, así yo podría ser libre…
Según Diana el señor había dicho que su hijo había aceptado fácilmente casarse conmigo al ver una foto mía, que había dicho que no era lo suficientemente bonita pero que lo tomaría como caridad… estúpido Jones… le haría la vida imposible hasta que se hartara…
-Ese me gusta- dijo Susan, mire el espejo ni siquiera sabía lo que traía puesto
-No usare esto- me negué rotundamente, el vestido era de una tela delgada transparentosa que dejaba mucho que ver, el corte la pierna era muy alto dejando ver demasiado, la mitad de mi pecho era cubierto por encaje y pierdas esparcidos que cubrían solo lo necesario
-Necesitas mostrar un poco si quieres vender – Susan me jalo de un brazo y me susurro para que nadie escuchara
-Ya estoy vendida Susan, hay un contrato de por medio, no importa que vestido use- me enderecé ignorando su rostro enojado- Quiero ese- señale un vestido en un maniquí, la asistente asintió y me llevo al probador, por suerte me había quedado a la medida, era en corte A, se ajustaba a la cintura, escote en forma de corazón y en fondo de este una tela con muchas perlas que se desparramaban elegantemente, estas eran el único adorno que tenía el vestido, toda la tela era blanca y lisa, era sobrio y elegante, era perfecto para un matrimonio forzado.
-Pues te mediste peores- dijo Diana ya harta
-Nos llevamos ese, iré a pagar- se encamino a la recepción y yo me fui a cambiar
“vendrás a comer”
Mi teléfono vibro indicando el mensaje de Leo, ya pasaban quince minutos de lo acordado
“Tuve un imprevisto, llego unos minutos”
“Te estaré esperando en nuestra banca”
Sonreí por el mensaje, me cambie lo más rápido que pude e indique a la asistente que llevara el vestido con mi familia, cuando se hubo ido busque una la salida trasera y escape de ese lugar infernal, de otra forma jamás podría llegar a mi destino, por fortuna un taxi libre paso a los segundos y pude tomarlo, salí sin ningún imprevisto y apague mi teléfono para no tener interrupciones.
-Por fin llega señorita impuntual – me recibió leo
-Lo lamento, mejor vamos a comer que muero de hambre – se puso de pie y caminamos rumbo a un restaurante sencillo que se encontraba cerca
-¿Una ensalada para la señorita?-
-¿Bromeas? Quiero una enorme hamburguesa con sus respectivas papas, con queso – leo rio
-Dos hamburguesas y papas con queso por favor – pidió cuando llego la mesera
-Creo que la mesera quiere tu número- bromee pues le había sonreído de manera coqueta
-No le doy mi número a cualquier chica- me guiño
La comida no tardó en llegar y pronto comenzamos a comer, quizás era el hambre, pero era la hamburguesa más deliciosa que había probado, no era como que comiera muy seguido mi madrasta nos hacía llevar una dieta muy estricta.
-Parece que la disfrutas de verdad- Leo reía
-Y no sabes cuanto – acepte
-¿Cómo vas con lo de tu padre? - Señalo mi ropa negra
-Mañana se cumple una semana… ha sido muy difícil… cada rincón de la casa me recuerda a él…- sonreí con nostalgia, él era que me llevaba hamburguesas o comida rápida a escondidas de mi madrastra, me ayudaba con mis tareas a pesar de que ya era grande, era muy inteligente, el más sabio que he conocido
-…Podemos… llevarle flores… mañana- propuso, no me atreví a mirarlo a los ojos, mañana seria una mujer casada con alguien que aún no conocía y que pensaba era solo una mercancía de caridad.
-¿Vamos a caminar?- propuse, él sonrió y asintió, el sol estaba alto pero ya no calentaba demasiado, el invierno ya casi entraba
-vamos al zoológico Emma – me arrastro sin mas
Pago lo boletos y pudimos entrar, no había mucha gente y disfrutamos más, e incluso dimos de comer a muchos animales, un chango le arrojo un maní a leo, fue demasiado gracioso, una llama nos escupió y un león nos asustó, creímos que el vidrio se rompería en cualquier momento, salimos de ahí cuanto antes y mejor vistamos a los tiernos pingüinos, tan bonitos y gorditos que robaron nuestro corazón; fuimos los últimos visitantes en salir del zoológico, fue un momento muy divertido.
Caminábamos con un café en las manos a sabiendas que era momento de despedirnos, nos pusimos en una parada para tomar el taxi que me llevaría a casa.
-Me ha encantado este día Emma- sonreí
-A mí también… gracias…-
-Lo siento Emma realmente no podré verte mañana… ni otro día- dijo con la cabeza gacha
-Realmente yo tampoco podía… no creo que puede volver a verte por un tiempo – mi voz salió con tristeza
-Creo que es la despedida ¿no? – asentí – Entonces si me permites…- se acercó a mí con lentitud, su aliento rosaba mis labios, sus manos fueron a mi cintura y me acercaron a él, antes de que me besara me quite y lo abrace, no podía engañarlo, no era correcto… y si lo ansiaba antes de besar a un hombre desconocido
- Me encanto conocerte Leo…- deje un beso en su mejilla
-Lo mismo digo Emma- el taxi esperaba en la acere, camine rumbo a el no sin antes ver a leo una última vez, recordaría sus ojos verdes por siempre…
Llegue a casa e intente entrar por la puerta trasera y llegar a mi habitación sin que nadie se diera cuenta, para mi mala suerte Diana me vio y dio tremendo grito que Susan llego de inmediato con la mano ya levantada desde la escalera, corrí rápido a mi habitación cerrando la puerta con llave justo a tiempo.
-¡abre la puerta ahora misma escuincla!- gritaba furiosa
-Déjame en paz, estoy aquí y es lo que importa- conteste con calma pegada a la puerta
-Seguro andabas de…-
-¡No! ¡Merezco un día en paz antes de sucumbir en las garras de un maldito! -
-mas te vale estar lista a tiempo mañana o te las veras conmigo Emma- se escucharon los pasos alejarse, no me separe de la puerta hasta que ya no los escuché más.
La mañana llego y me encontró despierta, el alba apenas rayaba, me puse un pan´s y un suéter grueso y salí pronto de la casa antes de alguien se despertará, lleve unas tijeras conmigo y corte flores del jardín, las favoritas de mi padre, aquellas que le recordaban a mi madre, una vez cortadas, tome mi coche y salí de prisa.
-Papá…- las lagrimas aparecieron en mi rostro apenas me coloque frente a la tumba – te extraño tanto padre- caí de rodillas – no sabes cuanta falta me haces… mira te traje tu flores favoritas- coloque las rosas naranjas en la tumba- sabes papá hoy me caso… se que tu hubieras preferido perder la empresa antes verme sufrir… pero yo no soy capaz… -
Dure un tiempo allí, hasta que los rayos del sol tocaron a plenitud la tierra, no quería irme, me sentía tranquila, pero tenia que cumplir un contrato…
-Adiós papá vendré pronto…-
Entre en mi habitación sin problema alguno, solo se escuchaban ruidos en la cocina del personal que preparaba el desayuno, no había dormido casi nada en toda la noche y dudaba que pudiera hacerlo sabiendo que faltaban solo horas para la boda, me di una ducha larga, llene la tina y puse tantos productos como fue posible, era la ultima ducha que me daría en mi habitación así que la disfrute, salí y solo me puse un pijama a sabiendas que la estilista llegaría en unas horas. No había preparado ningún tipo de maleta, aunque Susan ya me había dicho que esta noche me iría con él. Aproveche las horas restantes para poner en una maleta mediana lo necesario, hablo de algo de ropa, libros y fotografías; lo demás vendría después.
Unas horas después ya estaba frente al espejo completamente lista, el vestido blanco caía con gracia sobre mi cuerpo, el peinado recogido y el maquillaje afinaban mis rasgas de manera sutil y el velo largo con perlas distribuidas daban el toque perfecto final, con todo lo maravillosa que se veía no podía sentirme ni un gramo feliz, al contrario, me inundaba de una infinita tristeza.
-Te miras bien hermanita- dijo Diana sonriente de no ser ella la que se casaba
-Toma lo envía el Joven Jones- me dio un anillo en plata con tres diamantes, dos azules con una ligera forma de corazón y en el centro un diamante brilloso, por los lados tenía pequeñas ramitas en espiral – es el anillo de compromiso familiar ordeno estrictamente que lo lleves y no pierdas por nada del mundo- dijo eso se fue al auto, tome el anillo y lo coloque en mano, era un anillo muy bonito y antiguó, se sintió como una enorme roca sobre mi mano.
Los invitados ya estaban todos en su lugar, no se quien preparo toda la boda, era sencillo y elegante; había camarógrafos sedientos de noticias, me quede a un lado preparada para salir cuando la música iniciara, caminaría sola, no había quien me llevara al altar, mi padre había muerto y a mis tíos paternos nadie les había avisado, en cuanto a las demás personas Susan lo impidió.
La música sonó indicando que podía caminar, deseaba salir corriendo con todas mis fuerzas, una lagrima resbalo por mi mejilla, comencé a caminar con la mirada en el suelo, estaba tan asustada que no me atrevía a mirar a nadie allí, ni siquiera al tipo asqueroso que me tomaría por mujer… como lo odiaba… me arme de valor y levante la vista para conocer al tipo. El odio, enojo y sorpresa gobernaban los ojos verdes que me esperaban en el altar.
La mirada verde que había conocido antes no era la misma que esta, esta era fría con solo emociones y sentimientos negativos, extendió su mano para recibirme en el altar y observo con disgusto el anillo en ella. El mundo era muy chico y las emociones demasiado fugaces, solo el día de ayer ver esos ojos verdes me causaban paz y el día de hoy los odiaba con toda mi alma. Yo no sabía quién era él, pero él sí sabía quién era yo, Susan dijo que vio una foto mía, como se ha de haber burlado de mi en estos días ¿Qué pretendía hacer? Por qué no parecía solo haber querido conocerme y hacer esto más agradable, se miraba a leguas el desprecio en su rostro. -Acepto- dijo con voz fría -Acepto- mi voz salió un tanto quebrada después de unos segundos -Por el poder que me otorga la ley los declaro marido y mujer, puede besar a la novia- los aplausos estallaron y la gente se puso de pie, leo se acercó a mí y toco mis labios ligeramente para después susurrarme en el oído. -Por lo menos finjamos est
Mis manos ardían debido al esfuerzo realizado de cargar mis maletas, cerré la puerta de la casa y mire a mi alrededor fatigada por el esfuerzo, no era así como imaginaba entrar a mi casa después de la boda, había soñado con pasar momentos inolvidables con el amor de mi vida, ahora todo había quedado muy lejano; Leo llego comiendo una manzana y riendo.-Nuestro hogar- levanto las manos señalando la sala, todo aquí era simple y elegante con mucho blanco, sin color, sin vida… La sala frente a mi constaba de un pequeño recibidor y se habría a los sillones blancos de tres piezas, una mesa muy moderna como centro sin ningún tipo de adorno y un televisor bastante grande frente a los sillones - ¿No es a lo que esta impuesto la señorita? – Se burlaba, era mucho mas pequeña de mi casa claramente-Me gusta… solo le falta color- tomé las maletas y cam
Caminábamos por la tienda tomados de la mano, riendo y bromeando mientras mirábamos diferentes artículos de decoración, podíamos ver como una persona tomaba fotografías, duro unos minutos y luego se fue.-Has elegido cosas horribles- leo soltó mi mano y miro las comprar con desagrado-No se mucho de esto…- mire también las cosas, apenas llevaba unos cuadros, jarrones, adornos comunes-Voy a buscar una manta para mi- señalo un estante al final del pasillo, asentí-¿Cómo se que va bien?- pregunte a mí misma en voz alta-¿Te puedo ayudar?- una chica de cabello castaño claro y ojos cafés claros se acerco-Intento darle vida a mi casa, pero… no tengo idea de cómo…- admití viendo los diferentes colores en el carrito-Ay pues mira, yo soy diseñadora de interiores, si gustas te ayudo- la chica era muy amable, que suerte había tenido de encontrar a una diseñadora, por su ropa podía decir que tenía muy buenos gustos-Si por favor, soy Emma- salude-Elisa, dime ¿Cómo es tu casa? --Aburrida- reí
El sol se ocultaba una vez más llenándome de miedo al ver como la oscuridad se apoderaba de cada rincón, el viento fresco tocaba mi cuerpo enchinando mi piel, mis manos tocaban el césped y mis lagrimas recorrían mi rostro silenciosamente como si no pudieras quedarse contenidas.- ¿Por qué una chica tan hermosa derrama lagrimas? – mire al hombre del cual provenía la voz, un hombre castaño de ojos marrones y corpulento que se detuvo frente a mi - ¿Necesitas compañía? – negué y quite la vista de el para seguir viendo los colores desvanecerse. El chico se sentó a un lado mío – En un hermoso atardecer, casi tanto como tu –-Gracias- susurre-¿No eres Emma? Creo que te vi algunas veces en la universidad, estudias finanzas ¿No? –-Si, no te he visto por allí- su rostro me era familiar pero no lo recordaba a plenitud-Estudio mercadotecnia, mañana me graduó- sonrió orgulloso de sí mismo-Yo también… supongo que nos veremos allí- asintió- oye ¿No eres tú la de la revista y la que sale en las
LeonardoEl viento desacomodaba mi cabello y movía mi saco, camine apresurado a entrar en la empresa de los Smith, una joven recepcionista limaba sus uñas sin prestar atención si alguien entrega o no, una incompetencia fatal, para ser una empresa que se dedica a la seguridad estaba algo descuidada en el área del personal, mire alrededor solo un guardia estaba a la puerta y no había más a la vista.-Páseme con Emma Jones de inmediato- hable, era la primera vez que ponía mi apellido en ella.-¿Es su esposo cierto?- asentí- pase a su oficina – señalo el elevador privado-¡Estoy harta de verte aquí Emma! ¡Desearía que desaparecieras como tu padre! - Emma y su madrastra se gritaban en el pasillo del último piso-¡Debería de importante, también es tu empresa Susan!¡ a menos que tengas algo que ver!-- ¡No soy una ladrona! - levanto su mano y golpeo a Emma, Sali del elevador a pasos grandes para ir a donde ellas-¡Descubriré la verdad!- Emma entro a la que supongo era su oficina y dio un por
Emma Logramos encontrar a las personas que robaban en la empresa de mi padre, esperaba poder recuperar ese dinero de alguna forma o la empresa difícilmente tendría un futuro asegurado, ese hombre… Jones… no sé porque me odiaba, yo no lo conocía, y aun así se había empeñado en destruir mi vida aun si se llevaba de encuentro la de su hijo… Llegamos a la empresa y subimos con prisa a la oficina de Leo, el anciano estaba plácidamente en la silla con la secretaria de leo en sus piernas, esta se levantó y se marchó como si nada, Leo lo miro con odio pero su padre sonrió orgulloso. -Magnifico están ambos- -¡Usted desgraciado, como se atreve!- me dirigí a el quien se puso de pie al verme caminar furiosa a el, no espere mas y le di una bofetada mi mano ardió, no me importo lo disfrute -¡Como te atreves chiquilla malcriada!- me tomo de los hombros estrujándome y gritando con furia, lo tomo de las mangos del saco para detener los jaloneos -¡Usted ordeno que le robasen a la empresa de mi padr
Las risas resonaban con amplitud en la sala de parte de Leo y Josh, parecían llevarse muy bien de verdad, bromeaban y jugaban, no había su sonrisa tan sincera como ahora, los hoyuelos se marcaban con claridad, quería ir y tocarlos para asegurarme que eran reales, sus ojos a momentos tenían brillo como cuando lo conocí; no era un mal hombre, no del todo por lo menos, solo… tenia un mal padre, uno al que no le importaba su hijo, lo había casado con una mujer a la que nunca podría llegar a querer por que la odia, una con la que nuca podría llegar a ser feliz, había su vida por una venganza, por un rencor guardado que a pesar de los años transcurridos conservaba demasiado bien, si solo lo olvidara y perdonara no le haría esto a su hijo… lo dejaría ser feliz, entonces leo podría reír mas a menudo, entonces no se hubiera apartado de su familia tanto tiempo, entonces estaría con ellos, entonces… no estaría conmigo…-¿Emma?- la voz de Maya distrajo mis pensamientos-Disculpa me quedé pensando
Mi cuerpo temblaba y no por el frio, el corazón aun latía acelerado provocando dolor en mi pecho y un inmenso vacío, el nudo en mi garganta me impedía respirar a pesar de que lloraba con desesperación. Leo se quito su abrigo y lo coloco encima mío cubriéndome-Emma ¿Te hizo daño? ¿Ese infeliz te hizo daño? - negué claro que me había echo daño, pero sabia a lo que se refería – Cielos, Emma perdóname, perdóname por no venir cariño – me acurruco en sus brazos y dejo un beso en mi frente, extendí mis brazos y lo abrace desconsolada, el me cargo y me llevo a su auto, solo regreso por mi ropa y condujo a casa en silencio, los nudillos de sus manos estaban blancos por la fuerza ejercida en el volante.Llegamos en solo un par de minutos, entro en la cochera y me abajo cargada con cuidado acomodando el abrigo para proteger mi cuerpo.-Llévame a la ducha- rogué, necesitaba quitar esta suciedad de mi cuerpo, el rápido me llevo escaleras arriba a su habitación y me dejo en la tina.-Te traeré rop