capitulo 4

  Emma

Las telas blancas transitaban por mi cuerpo una y otra vez, me hacían sentir como una muñeca de aparador a punto de ser vendida; ningún vestido convencía a mi madrastra, según ella tenía que verme como una diosa ese día, pues justo día conocería al joven Jones; como si me importara en lo más mínimo, ojalá desapareciera, que se lo tragara la tierra justo antes de la boda, así yo podría ser libre…

Según Diana el señor había dicho que su hijo había aceptado fácilmente casarse conmigo al ver una foto mía, que había dicho que no era lo suficientemente bonita pero que lo tomaría como caridad… estúpido Jones… le haría la vida imposible hasta que se hartara…

-Ese me gusta- dijo Susan, mire el espejo ni siquiera sabía lo que traía puesto

-No usare esto- me negué rotundamente, el vestido era de una tela delgada transparentosa que dejaba mucho que ver, el corte la pierna era muy alto dejando ver demasiado, la mitad de mi pecho era cubierto por encaje y pierdas esparcidos que cubrían solo lo necesario

-Necesitas mostrar un poco si quieres vender – Susan me jalo de un brazo y me susurro para que nadie escuchara

-Ya estoy vendida Susan, hay un contrato de por medio, no importa que vestido use- me enderecé ignorando su rostro enojado- Quiero ese- señale un vestido en un maniquí, la asistente asintió y me llevo al probador, por suerte me había quedado a la medida, era en corte A, se ajustaba a la cintura, escote en forma de corazón y en fondo de este una tela con muchas perlas que se desparramaban elegantemente, estas eran el único adorno que tenía el vestido, toda la tela era blanca y lisa, era sobrio y elegante, era perfecto para un matrimonio forzado.

-Pues te mediste peores- dijo Diana ya harta

-Nos llevamos ese, iré a pagar- se encamino a la recepción y yo me fui a cambiar

“vendrás a comer”

Mi teléfono vibro indicando el mensaje de Leo, ya pasaban quince minutos de lo acordado

“Tuve un imprevisto, llego unos minutos”

“Te estaré esperando en nuestra banca”

Sonreí por el mensaje, me cambie lo más rápido que pude e indique a la asistente que llevara el vestido con mi familia, cuando se hubo ido busque una la salida trasera y escape de ese lugar infernal, de otra forma jamás podría llegar a mi destino, por fortuna un taxi libre paso a los segundos y pude tomarlo, salí sin ningún imprevisto y apague mi teléfono para no tener interrupciones.

-Por fin llega señorita impuntual – me recibió leo

-Lo lamento, mejor vamos a comer que muero de hambre – se puso de pie y caminamos rumbo a un restaurante sencillo que se encontraba cerca

-¿Una ensalada para la señorita?-

-¿Bromeas? Quiero una enorme hamburguesa con sus respectivas papas, con queso – leo rio

-Dos hamburguesas y papas con queso por favor – pidió cuando llego la mesera

-Creo que la mesera quiere tu número- bromee pues le había sonreído de manera coqueta

-No le doy mi número a cualquier chica- me guiño

La comida no tardó en llegar y pronto comenzamos a comer, quizás era el hambre, pero era la hamburguesa más deliciosa que había probado, no era como que comiera muy seguido mi madrasta nos hacía llevar una dieta muy estricta.

-Parece que la disfrutas de verdad- Leo reía

-Y no sabes cuanto – acepte

-¿Cómo vas con lo de tu padre? - Señalo mi ropa negra

-Mañana se cumple una semana… ha sido muy difícil… cada rincón de la casa me recuerda a él…- sonreí con nostalgia, él era que me llevaba hamburguesas o comida rápida a escondidas de mi madrastra, me ayudaba con mis tareas a pesar de que ya era grande, era muy inteligente, el más sabio que he conocido

-…Podemos… llevarle flores… mañana- propuso, no me atreví a mirarlo a los ojos, mañana seria una mujer casada con alguien que aún no conocía y que pensaba era solo una mercancía de caridad.

-¿Vamos a caminar?- propuse, él sonrió y asintió, el sol estaba alto pero ya no calentaba demasiado, el invierno ya casi entraba

-vamos al zoológico Emma – me arrastro sin mas

Pago lo boletos y pudimos entrar, no había mucha gente y disfrutamos más, e incluso dimos de comer a muchos animales, un chango le arrojo un maní a leo, fue demasiado gracioso, una llama nos escupió y un león nos asustó, creímos que el vidrio se rompería en cualquier momento, salimos de ahí cuanto antes y mejor vistamos a los tiernos pingüinos, tan bonitos y gorditos que robaron nuestro corazón; fuimos los últimos visitantes en salir del zoológico, fue un momento muy divertido.

Caminábamos con un café en las manos a sabiendas que era momento de despedirnos, nos pusimos en una parada para tomar el taxi que me llevaría a casa.

-Me ha encantado este día Emma- sonreí

-A mí también… gracias…-

-Lo siento Emma realmente no podré verte mañana… ni otro día- dijo con la cabeza gacha

-Realmente yo tampoco podía… no creo que puede volver a verte por un tiempo – mi voz salió con tristeza

-Creo que es la despedida ¿no? – asentí – Entonces si me permites…- se acercó a mí con lentitud, su aliento rosaba mis labios, sus manos fueron a mi cintura y me acercaron a él, antes de que me besara me quite y lo abrace, no podía engañarlo, no era correcto… y si lo ansiaba antes de besar a un hombre desconocido

- Me encanto conocerte Leo…- deje un beso en su mejilla

-Lo mismo digo Emma- el taxi esperaba en la acere, camine rumbo a el no sin antes ver a leo una última vez, recordaría sus ojos verdes por siempre…

Llegue a casa e intente entrar por la puerta trasera y llegar a mi habitación sin que nadie se diera cuenta, para mi mala suerte Diana me vio y dio tremendo grito que Susan llego de inmediato con la mano ya levantada desde la escalera, corrí rápido a mi habitación cerrando la puerta con llave justo a tiempo.

-¡abre la puerta ahora misma escuincla!- gritaba furiosa

-Déjame en paz, estoy aquí y es lo que importa- conteste con calma pegada a la puerta

-Seguro andabas de…-

-¡No! ¡Merezco un día en paz antes de sucumbir en las garras de un maldito! -

-mas te vale estar lista a tiempo mañana o te las veras conmigo Emma- se escucharon los pasos alejarse, no me separe de la puerta hasta que ya no los escuché más.

La mañana llego y me encontró despierta, el alba apenas rayaba, me puse un pan´s y un suéter grueso y salí pronto de la casa antes de alguien se despertará, lleve unas tijeras conmigo y corte flores del jardín, las favoritas de mi padre, aquellas que le recordaban a mi madre, una vez cortadas, tome mi coche y salí de prisa.

-Papá…- las lagrimas aparecieron en mi rostro apenas me coloque frente a la tumba – te extraño tanto padre- caí de rodillas – no sabes cuanta falta me haces… mira te traje tu flores favoritas- coloque las rosas naranjas en la tumba- sabes papá hoy me caso… se que tu hubieras preferido perder la empresa antes verme sufrir… pero yo no soy capaz… -

Dure un tiempo allí, hasta que los rayos del sol tocaron a plenitud la tierra, no quería irme, me sentía tranquila, pero tenia que cumplir un contrato…

-Adiós papá vendré pronto…-

Entre en mi habitación sin problema alguno, solo se escuchaban ruidos en la cocina del personal que preparaba el desayuno, no había dormido casi nada en toda la noche y dudaba que pudiera hacerlo sabiendo que faltaban solo horas para la boda, me di una ducha larga, llene la tina y puse tantos productos como fue posible, era la ultima ducha que me daría en mi habitación así que la disfrute, salí y solo me puse un pijama a sabiendas que la estilista llegaría en unas horas. No había preparado ningún tipo de maleta, aunque Susan ya me había dicho que esta noche me iría con él. Aproveche las horas restantes para poner en una maleta mediana lo necesario, hablo de algo de ropa, libros y fotografías; lo demás vendría después.

Unas horas después ya estaba frente al espejo completamente lista, el vestido blanco caía con gracia sobre mi cuerpo, el peinado recogido y el maquillaje afinaban mis rasgas de manera sutil y el velo largo con perlas distribuidas daban el toque perfecto final, con todo lo maravillosa que se veía no podía sentirme ni un gramo feliz, al contrario, me inundaba de una infinita tristeza.

-Te miras bien hermanita- dijo Diana sonriente de no ser ella la que se casaba

-Toma lo envía el Joven Jones- me dio un anillo en plata con tres diamantes, dos azules con una ligera forma de corazón y en el centro un diamante brilloso, por los lados tenía pequeñas ramitas en espiral – es el anillo de compromiso familiar ordeno estrictamente que lo lleves y no pierdas por nada del mundo- dijo eso se fue al auto, tome el anillo y lo coloque en mano, era un anillo muy bonito y antiguó, se sintió como una enorme roca sobre mi mano.

Los invitados ya estaban todos en su lugar, no se quien preparo toda la boda, era sencillo y elegante; había camarógrafos sedientos de noticias, me quede a un lado preparada para salir cuando la música iniciara, caminaría sola, no había quien me llevara al altar, mi padre había muerto y a mis tíos paternos nadie les había avisado, en cuanto a las demás personas Susan lo impidió.

La música sonó indicando que podía caminar, deseaba salir corriendo con todas mis fuerzas, una lagrima resbalo por mi mejilla, comencé a caminar con la mirada en el suelo, estaba tan asustada que no me atrevía a mirar a nadie allí, ni siquiera al tipo asqueroso que me tomaría por mujer… como lo odiaba… me arme de valor y levante la vista para conocer al tipo. El odio, enojo y sorpresa gobernaban los ojos verdes que me esperaban en el altar.

Sigue leyendo en Buenovela
Escanea el código para descargar la APP

Capítulos relacionados

Último capítulo

Escanea el código para leer en la APP