Alessia recorrió el pasillo caminando rápido en sus tacones altos mientras recordaba su domingo familiar. Alessia, Matthew, Lea, Emery y Joanne salieron a almorzar, luego dieron una vuelta en la plaza y Matthew le regaló ese nuevo portafolio. Joanne comenzaba a aceptarla un poco, no del todo, todavía hacía muecas cuando notaba alguna muestra de cariño, pero estuvo de acuerdo en regalarle el portafolio porque hasta ayudó a Ale a elegir el color.En ese almuerzo Matthew le contó a Ale todos los planes que tenía para la editorial. Quería que se publicaran más novelas en menores tirajes mientras encontraban la opción ideal, aquella que los sacarían de los números rojos, y en la mirada de su novio encontró mucha ilusión. En verdad quería levantar la empresa, no por poder o dinero, sino porque en verdad creía en que la editorial podía hacer algo bueno por los escritores. Si lo lograba, podrían publicar a muchísimos más autores.Adele, la secretaria de Matthew, se sorprendió al verla llegar
—Hola, Joanne —saludó Ale sin estar muy convencida de si lo hizo con suficiente amabilidad o quizá fue algo arisca, es que la pequeña la miraba con desconfianza—. ¿Se encuentra tu papá en casa?Joanne vestía con sus mallas rosas por debajo de un short de mezclilla ancho y una playera de Barbie. Llevaba el cabello recogido en un ajustado chongo y decorado por un moño blanco.—No —respondió la niña y se apartó para dejarla pasar—. ¿Quieres esperarlo?—Sí, gracias.Alessia entró. El departamento se encontraba impecable, incluso con aroma a cloro y algún aromatizante ambiental. Joanne explicó que acababan de hacer la limpieza.—¿Quieres algo de tomar? —preguntó Joanne.—Oh, no, está bien.La niña asintió y se marchó a la cocina. Alessia tomó asiento en el sofá y revisó su celular; se suponía que vería a Matthew en el departamento. Entonces descubrió que tenía un mensaje nuevo en el que avisaba que un accidente automovilístico tenía cerrada la calle y estaba atrapado en el tráfico con Thom
Alessia estaba maravillada con todas las chicas tan elegantes que caminaban por el pasillo hacia sus aulas de clases. Ella estudió ballet cuando era pequeña y lo dejó sólo un año después, no recordaba nada, sólo que era un deporte que requería una enorme disciplina y compromiso.Katrina abrió la puerta del aula. Joanne entró corriendo y desapareció por una puerta de la derecha; Alessia dedujo que era el vestidor. —Puede tomar asiento aquí si gusta —señaló Katrina el único sofá que se encontraba en la esquina.—Gracias.Alessia intentaba no lucir tan emocionada como estaba. Las niñas se veían serias y profesionales, era imposible no sonreír; ni ella se veía así en el trabajo. Pronto Joanne y otras niñas salieron corriendo del vestidor ya portando sus uniformes rosas de ballet. Katrina señaló el inicio de las clases y la magia inició.Alessia no perdió detalle de ningún movimiento de Joanne; incluso hizo un video a escondidas que envió de inmediato a su padre.Alessia: Tu hija es sorpr
Alessia bostezó y bebió un poco más de su café. Matthew y ella se habían desvelado trabajando o, mejor dicho, no durmieron. Ella no quiso tocar temas de trabajo durante una cena tan amena con los niños, así que esperó a que se fueran a dormir para enseñarle a Matthew su nuevo descubrimiento.El español de Matthew estaba un poco oxidado, aprendió durante su breve matrimonio con Renata, y le tomó un poco más comprender lo que leía; Alessia lo ayudaba. Matthew quería conocer primero la novela en su idioma original antes de hacer cualquier propuesta. Alessia, Lisa y Celine ya habían hecho su trabajo y confirmado que aquella historia sólo se encontraba en una plataforma digital, pero parecía libre de contrato editorial o al menos la autora no había comunicado nada. Sin embargo, antes de preguntar directamente a la escritora si estaba en planes de publicación, decidieron hablar con Matthew.—Ya he redactado la carta para la autora —dijo Lisa sin disimular su emoción—. Ya sé que debemos esp
El disfraz de Lea no fue fácil de conseguir, pero cuando Alessia la vio correr de un lado al otro de la sala, entendió que todo valió la pena.Alessia siempre la enseñó a estar orgullosa de sus raíces, así que esa noche portaba con honor un atuendo completo de catrina; incluso la maquilló. No querían que luciera muy oscuro, así que el vestido era en color rosa mexicano y negro, con encajes y flores coloridas; también portaba una corona de flores y un velo rosa con el que cubriría su rostro. —¿Ya vienen? —preguntó Lea con ilusión—. Mami, ¿ya vienen?—Sí, cariño, ¿estás lista?—¡Sí! —chilló la pequeña.Un golpe tímido en la puerta hizo que Lea corriera a abrir. Alessia no le recordó los peligros de abrir la puerta, estaba segura de que se trataba de Matthew, pero no fue así.Era William.Lea lo miró de pies a cabeza como si no terminara de creer que era real, aquello rompió el corazón de Alessia.El hombre sonrió a su hija, la encontró hermosa con su disfraz y pasó el dorso de la mano
Alessia sintió alivio por Dafne. Era una chica demasiado guapa y alegre para marchitarse al lado del inmaduro de William.—Lo lamento por ti, perderás a una gran mujer por tu egoísmo.Él hizo un asentimiento y levantó la mirada.—Eso me pasó contigo, ¿verdad? Ahora podríamos ser nosotros saliendo a pedir los dulces con Lea, pero lo arruiné.Alessia ni se molestó en encontrar una forma sutil de decir las cosas:—Lo arruinaste —confirmó ella—. Te entregué todo de mí, todo, hasta que me quedé vacía y ya no quedaba nada más… Encontré fuerzas en mi hija, en que no quería que creciera viendo que es normal que tu pareja te humille con infidelidades y malos tratos, por eso pude dejarte y mantenerme firme, porque sé que hay alguien observándome y quiero ser un buen ejemplo…»Eso fue el principio. Entonces entendí que también debía hacerlo por mí, porque una mujer feliz es una madre feliz y no tendría nada de eso al lado de ti…William relamió sus labios y retiró la lágrima que volvía a caer po
Emery era el más tímido de los tres niños. Joanne y Lea preguntaban el clásico «trick or treat?» mientras que el pequeño levantaba su cabalacita de plástico y esbozaba su mejor sonrisa. Él portaba un disfraz de pirata y su hermana un hada en color morado.Alessia y Matthew se mantenían rezagados vigilándolos sin invadir su espacio personal, pues en ocasiones hacían amigos por ahí y corrían a la siguiente casa a preguntar. —En México pedimos calaverita, no «trick or treat» —comentó Alessia.Sus hijos iban caminando por delante de ellos con otro grupo de pequeños.—¿Es igual?—Bastante similar —reconoció ella—. No salía mucho, no me llevaba muy bien con mis vecinos.—¿Y eso?—Era la nerd de los libros, no la popular de los miles de amigos —recordó Ale—. No me arrepiento.Matthew devolvió la sonrisa a Joanne cuando se miraron por unos segundos. La chica estuvo animada todo el día y hasta le pareció emocionada porque Alessia los acompañaría.—Me alegra que fueras la nerd de los libros, p
Los niños vaciaron sus calabazas de plástico en la mesa de la sala y los dulces cayeron por los costados, eran muchísimos.—Terminarán con caries —se quejó Mahika—. ¡Son muchos dulces!—Es que aprendimos a usar a Emery —explicó Joanne con autosuficiencia—. Se derretían de ternura con su timidez y nos daban un montón de dulces, ¿verdad, Lea?—¡Sí! ¡En una casa nos dieron muchos conejos de chocolate! —gritó la pequeña—. ¡Gracias, Emery!Emery aplaudió, tomó un conejo de chocolate y preguntó a su papá:—¿Puedo comerlo?Matthew suspiró resignado.—Está bien, aunque no deberían comer tantos dulces tan tarde…Los niños lo ignoraron. Empezó la hora de devorar los dulces. Alessia, Matthew y Mahika se sentaron en uno de los sofás para acompañar a los niños y conversar. No obstante, Matthew tuvo que apartarse cuando recibió una llamada de Renaud y salió al balcón a contestar.—¿Qué sucede? —preguntó Matthew.—Ah, claro, hola, hermano, ¡feliz Halloween para ti también!Matthew puso los ojos en