Una canción de Taylor Swift inició cuando un par de reflectores iluminaron al equipo de padres solteros. Alessia la identificó como «Cruel summer».Matthew descubrió a su hermano menor en el escenario con esa sonrisa ensayada que le había hecho conseguir inversiones millonarias para sus proyectos; entendió que por eso lo llamaba, de seguro llevaba un buen rato haciendo bromas tontas para dar tiempo a que él regresara. —El hombre del momento —presentó Nathan—. Matthew Lambert.Nathan aplaudió, los invitados lo imitaron.Alessia respiró hondo al notar cómo la atención que recibía Matthew también se desviaba hacia ella. Matthew saludó de forma cortés y condujo a Alessia a través de las personas que se iban haciendo a un lado para dejarlos pasar. Ella nunca había visto a sus compañeros de trabajo ataviados con sus mejores galas. Sin embargo, la que destacaba más era Lisa con un vestido ceñido en color rojo y sus inconfundibles coletas.—¿Quieres subir conmigo? —preguntó Matthew a Aless
—No —mintió Alessia ante la pregunta de su amiga.Lisa le dio un empujón suave.—Creo que no me estás contando todo…—No hay nada qué contar —Alessia volvió a mentir.Su amiga estaba por insistir cuando Matthew se acercó para incluirlas en la conversación. Los empleados querían agradar tanto a Matthew que no dudaron en prestar atención a cada uno de los halagos que el hombre tenía para el par de chicas trabajadoras. Alessia comenzaba a marearse con los cumplidos y el Champagne que se tomó sin nada de comida en el estómago. Sólo resistió unos pocos minutos antes de disculparse para ir a buscar algo de comer. Sin embargo, sólo pudo tomar un plato y mirar el banquete que se extendía en una amplia mesa cuando Celine se acercó de imprevisto y se interpuso en su desesperada búsqueda de comida.Alessia contó hasta mil para no reventarle el plato en la cabeza.—¿Y ahora qué quieres?—Ni creas que no sé lo que estás haciendo —siseó Celine y le arrebató el plato como si hubiera adivinado que l
—Hola, Matthew —saludó el hombre—. Disculpa a mi hermanito, nunca ha sido el mejor con los buenos modales.El hombre se acercó a Alessia, tomó su mano y la besó en los nudillos.»Soy Renaud Lambert, mucho gusto.Matthew apretó los labios hasta convertirlos en una delgada línea. Quería a ese hombre lejos de Alessia y no dudó en interponerse para hacer honor al comentario de su hermano.—Ella es Alessia Regil —respondió Matthew.Alessia retrocedió ante la intromisión de Matthew, pero lo agradeció. Físicamente podía parecerse a su jefe, mas no desprendía la misma simpatía, sino todo lo contrario.Renaud sonrió con autosuficiencia. El numerito entero le causaba mucha risa porque su hija tenía razón, su hermanito estaba interesado en una de las empleadas y, lo peor de todo, una de clase baja.—¿Y Alessia Regil puede responder por ella misma o eres su intérprete, hermano? Matthew inhaló hondo, listo para recitarle unas cuántas verdades que llevaba guardándose para sí mismo por años, pero A
En el interior del salón de eventos continuaba la fiesta. Los invitados bailaban en la pista y conversaban en las mesas. Alessia se dirigió al bar. Necesitaba alcohol, el que fuera, para sobrellevar todas las emociones de la noche, mas no alcanzó ni a pedir la bebida cuando Matthew la tomó del brazo y la condujo hacia la pista. Ella se sentía demasiado agotada para negarse, así que se dejó llevar.—Odio bailar —dijo ella.—Me encanta bailar —sonrió él.Alessia quiso entornar los ojos, pero se descubrió sonriendo.Matthew colocó las manos de la mujer sobre los hombros, luego él puso sus manos en la cintura de Alessia. Sabía que los miraban, que se preguntaban por qué mostraba ese interés en una de sus empleadas; él se cuestionaba lo mismo. La verdad era que no podía sacársela de la cabeza desde que casi compartieron un beso, ansiaba que eso se repitiera.—Perdón —añadió Matthew—. No quise ponerte en esa situación con Celine.—Será interesante que me obedezca —reconoció Alessia—. Como
—Por favor, mami, por favor —suplicó Lea frente a su madre que intentaba poner en orden las deudas en la mesa de la cocina—. Irá su papá, por favor.Alessia se sonrojó sólo con imaginar a su jefe; su hija estaba obteniendo el efecto contrario al mencionarlo.En la fiesta de bienvenida todo le pareció de ensueño, pero a la claridad del día siguiente sintió que estaba enloqueciendo. Para empeorar —o mejorar, Alessia no estaba segura— en la semana laboral apenas si tuvo tiempo de hablar con Matthew. La empresa y la llegada de su hermano lo mantenían ocupado; intercambiaron muy pocas palabras y todas relacionadas con el trabajo. Sin embargo, en esos pequeños instantes que compartieron, Alessia siempre encontró cierta complicidad en la mirada y roces de su jefe que la mantuvieron despierta por la noche más horas de las que le gustaría admitir.—Yo creo que prefieren ir solos, Lea.—No, mami, te juro que no —negó la pequeña con vehemencia—. Emery dijo que ojalá pudiéramos ir y su papá dijo
Lea y Emery volvieron a reír, estuvieron a punto de salir corriendo hacia el cine, pero sus padres los sujetaron de las manos y obligaron a caminar a un paso más moderado y seguro.Matthew buscó la mirada de Alessia, pero la mujer mantenía la vista al frente. A veces se preguntaba si no estaba en su imaginación que Ale pudiera corresponderle. Y él comprendería a la perfección que no quisiera adquirir una responsabilidad como la de lidiar con dos niños que no eran suyos; sin embargo, tenía la esperanza de que fuera posible y que también tuviera paciencia con su lentitud y torpeza. Nunca se había preocupado por «enamorar» a una mujer. La posición de su familia ayudó durante sus años más jóvenes y su relación con Renata simplemente fluyó. Estaba totalmente fuera de forma en cuanto a las citas y detalles cursis.—¡Palomitas! —chillaron los niños al poner un pie en el complejo de cines. Ambos corrieron a toda prisa hasta la máquina de palomitas que se encontraba al centro donde uno de los
—Tres boletos, por favor —pidió Joanne al chico en la taquilla.Alessia ya se había formado en la fila justo por detrás de ellos tres.Lea miró a su madre, ¿ellas no entrarían con ellos?—Son cinco —corrigió Matthew—, por favor.—Pero somos tres, papi —dijo Joanne y volvió a sonreír al vendedor—. Tres boletos.—Cinco, Joanne.—Tres, papi.—¿Te gusta tu celular? —inquirió Matthew y señaló el celular inteligente que sostenía su hija—. Es bonito.—Sí, papi, me encanta.—Pues estás a punto de que me convierta en un buen padre y te quite el celular, al menos de que dejes de llevarme la contraria en este preciso momento.Joanne frunció el entrecejo.—Pero, papi…—Cinco boletos, gracias —dijo Matthew con tono firme.El vendedor entregó los cinco boletos y aceptó el pago frente a la furiosa Joanne.Joanne levantó el mentón, echó una mirada furiosa a Alessia y emprendió la marcha directo hacia la dulcería. Lo que su padre no sabía es que se cobraría el disgusto con todas las golosinas que iba
Lea y Emery dormían cuando se detuvieron enfrente del edificio donde vivía Alessia y su hija. Alessia agradeció la velada en un murmullo, no habían hablado en todo el camino, y bajó de la camioneta sin esperar a que Matthew abriera la puerta; sin embargo, permitió que la ayudara a cargar a Lea.—Cierra la camioneta y espera aquí, Joanne —pidió Matthew.—Creo que ella puede cargar a su hija sola, papi —dijo Joanne con el ceño fruncido.Alessia hizo acopio de toda su fuerza de voluntad para no poner los ojos en blanco.—Sí, Joanne, pero también puedo ayudarla —susurró Matthew para no despertar a Lea—. Espérame aquí.—Voy contigo.—No se quedará tu hermano solo en la camioneta.—Entonces mejor los dos y que nos roben juntos, ¿no?—Joanne —repitió él en un tono un poco más fuerte—. No te estoy pidiendo un favor, te estoy dando una orden.Y, sin esperar respuesta, cerró la puerta.Joanne activó los seguros, ambos padres se marcharon hacia el interior después de eso.—Lo lamento tanto —mur