Alessia se sentía una ninja en plena empresa. Ya casi se visualizaba en una película de acción. Caminaba con sigilo, mirando sobre el hombro y asomándose en cada esquina antes de avanzar por un pasillo. No habría llamado tanto la atención si no fuera con Lisa que simplemente continuaba conversando hasta que notaba que su compañera se quedaba atrás en uno de sus sigilosos movimientos ninja. —¿Se puede saber qué te pasa? Nunca llegaremos a la cafetería —se quejó Lisa—. Mi cuerpo necesita mi capuchino especial, Ale.Alessia caminó hacia ella, miró sobre su hombro y respondió:—Nada, todo bien.—Sí, se nota —ironizó su amiga—. ¿Cuál película viste en el cine?Ale palideció. Se detuvo en seco y miró, con cara de terror, a su compañera:—¿Cómo sabes que fui al cine?Lisa ladeó el rostro y, con inocencia, contestó:—Tú misma lo dijiste hace un momento.Alessia se desinfló, negó y continuó andando.—Una película para niños.—Pensé que una de terror, tienes toda la pinta de haber visto un fa
La secretaria la recibió con una sonrisa, se llamaba Adele y llevaba muchos años en la empresa, había trabajado para el C.E.O. anterior. —No está de buen humor porque llegué un poco tarde y tuvo que bajar a la cafetería —dijo Adele.Alessia no tuvo el valor para decirle que ese no era el motivo de su mal humor.Adele se comunicó con su jefe, quien aceptó ver a Alessia; así que la joven madre entró a la oficina y se encontró con el rostro inexpresivo de su jefe.Ale quiso hablar, pero él le ganó apenas se cerró la puerta:—Lo siento mucho, señora Regil. No quise presionarla de ninguna forma y espero que…—¿De qué estás hablando? —inquirió una desconcertada Alessia—. No me presionaste, Matthew.—¿Ah? ¿No lo hice? —Él parecía profundamente confundido—. Pero lo que dijo Lisa…—Lisa dice cosas por decir, es bueno que sepas eso —sonrió Alessia y tomó asiento frente al escritorio—. Eso venía a explicarte…Ella se sonrojó.Él más.—Entonces… ¿No te obligué?—Puedes estar seguro de que no…Int
—¡Papá! —chilló Lea apenas el hombre atravesó la puerta principal—. ¡Papi! ¡Papi!Lea corrió a sus brazos. William la abrazó, depositó un sonoro beso en la mejilla de su hija y la saludó con su mejor sonrisa. Luego buscó a Alessia con la mirada y preguntó:—¿Y tú cómo estás, Ale? ¿Hoy no viene de visita tu nuevo novio?Lea miró a su mamá.—No tengo novio, Will. Algunos sabemos estar solos y nos gusta.El hombre rio por lo bajo y regresó a la pequeña Lea al suelo firme.—¿Quieres jugar?—¡Sí, papi!Lea corrió a su habitación para elegir sus mejores juguetes. Tenía muchos nuevos —o nuevos para ella— que eran de Emery y Joanne; eligió los que creyó que podrían gustarle a su papá y regresó corriendo. Sin embargo, se detuvo unos metros antes cuando vio a su madre con expresión seria y a su padre con esa sonrisa confiada de siempre.—¿Ya no necesitas el dinero porque tu nuevo novio te ayuda?—No, William. Si no que el dinero está incompleto, debes muchísimo más de la pensión y puedo sola co
—Lea…—¡Es tu culpa, mami! ¡Mi papi tiene razón!Alessia respiró hondo, avanzó lento hacia el colchón y tomó asiento al lado de su hija.—Hija, tu papá y yo no somos compatibles para una relación, pero te amamos más que a nada y…—¡Es que tú lo haces sentir mal cuando viene! —chilló la niña y se sentó en el colchón—. ¡Te quedas trabajando y no juegas con nosotros!Alessia hizo un asentimiento.—Tu padre y yo no tenemos la mejor amistad, Lea, no puedes obligarme a pasar más tiempo con él del que deseo.Los ojos de Lea se llenaron de rencor, Ale lo notó.—Mi papi es bueno.Alessia no diría mentiras, pero tampoco contaría esas cosas a su pequeña hija.—Él y yo ya no estamos juntos, Lea, pero siempre vamos a cuidar de ti, eres nuestra prioridad y…—¡Lo tratas mal y no quieres que tengamos recuerdos juntos! ¡Se fue por tu culpa! ¡Eres mala! —Lea…—¡Te odio! ¡Te odio!El corazón de Alessia sufrió un certero golpe que le dolió más que cualquier situación que había atravesado en su vida.—Yo
El rechazo de Lea disminuyó con los días, mas no desapareció por completo. En nada ayudó que su padre no volviera a visitarla durante la semana y tampoco a contestar sus llamadas.Alessia detestaba tanto a ese hombre. Odiaba saber que era el padre de su hija, ¿en qué estaba pensando cuando creyó que podían formar una familia feliz? No era el peor error de su vida, porque gracias a eso existía Lea, pero le hubiera gustado que su padre fuera una mejor persona. —¿Por qué miras con tanto odio la pantalla? ¿Es una historia muy mala? —preguntó Lisa con inocencia.Alessia negó.—Pensaba en algunas cosas.—Una novedad —suspiró Celine desde su rincón.Alessia y Lisa le dirigieron una mirada hastiada. La joven soltó una risita y señaló su computadora.—Quiero decir, esta historia es toda una novedad —mintió burlona.—Eres tan agradable, Celine, ahora entiendo por qué no tienes novio —espetó Lisa.—Pues parece que somos tres solteras, ¿no? —soltó Celine—. Al menos que una de nosotras esté salie
—Esto es una mala idea, voy a cancelar —dijo Matthew por cuarta vez en menos de quince minutos y se apresuró por su celular, pero Mahika logró agarrarlo antes.—No es una mala idea, señor Lambert. Todo saldrá bien, ¿recuerda que ya lo hablamos?Matthew respiró hondo y negó, luego asintió. Su frente comenzaba a pelarse de sudor como si estuviera a la mitad de una extenuante rutina de pesas en el gimnasio.—Te mentí, Mahika, no sé meditar… eso de desconectar de todo, no pensar en nada y concentrarme en no sé qué, no es lo mío —confesó el jefe de forma atropellada—. Creo que me va a dar una taquicardia, Mahika, eso sé.Mahika rió por lo bajo, encendió el ventilador de techo en la cocina y le sirvió un vaso de agua a su jefe que verdaderamente parecía a punto de desmayarse por los nervios.—Me parece inaudito que un hombre de negocios como usted se encuentre así de nervioso por una cena con la familia y amigos.—Mahika, es que es Renaud, no es familia, es Renaud.La mujer negó sin borrar
Intercambiaron saludos corteses. Celine entregó la botella del exclusivo vino que llevaron para la velada y halagó el hogar de su tío; a Alessia sólo le dirigió un «hola» más seco que un desierto.—¿Entonces cocinaremos? —preguntó Renaud mientras colgaba su abrigo en el perchero—. Celine es una excelente cocinera.Alessia sabía que eso era mentira. Su ex jefa tenía el talento de una morsa para la cocina, todos lo sabían; una vez casi incendió el microondas de la cafetería cuando intentó prepararse una sopa instantánea.—Es el plan —dijo Matthew mientras los guiaba hacia la cocina—. Mahika nos ayudará, claro.Porque no tenía ánimos de perder el departamento por el incendio de unos amateurs en la cocina.Alessia dirigió una última mirada hacia las escaleras, alcanzó a ver a Lea antes de esconderse de nuevo. La madre entendía que era una etapa, que su hija era muy pequeña para comprender que nada de lo que sucedía era su culpa, pero dolía. Suspiró hondo, esbozó una sonrisa falsa y se uni
Renaud era una persona incómoda, resolvió Alessia. Su compañía resultaba tediosa y notó que, por algunos instantes, Matthew se convertía en un complaciente hermanito que sólo quería agradarle y obtener su aprobación.La preparación de la cena fue una pesadilla. Mahika tuvo que salvarlos o incendiarían la cocina; ninguno tenía grandes dotes de cocinero, sólo Alessia y se negó a hacerlo todo sola, prefirió fingir que tampoco sabía, así que prestaron atención a las indicaciones de Mahika para obtener una lasaña decente. Celine y Joanne se encargaron de poner la mesa. Ya cada quien en su asiento parecía una agradable cena familiar, «parecía» porque la tensión era obvia. Renaud sirvió el vino y los jugos de uva a los niños, luego tomó asiento al lado de Matthew, quien ocupó el sitio principal de la mesa; a su otro lado se encontraba Alessia y Lea, aunque la niña no estaba demasiado animada y mas bien apuñalaba su comida en lugar de comerla.—Lea —llamó la atención Alessia, sólo obtuvo u