—Lea…—¡Es tu culpa, mami! ¡Mi papi tiene razón!Alessia respiró hondo, avanzó lento hacia el colchón y tomó asiento al lado de su hija.—Hija, tu papá y yo no somos compatibles para una relación, pero te amamos más que a nada y…—¡Es que tú lo haces sentir mal cuando viene! —chilló la niña y se sentó en el colchón—. ¡Te quedas trabajando y no juegas con nosotros!Alessia hizo un asentimiento.—Tu padre y yo no tenemos la mejor amistad, Lea, no puedes obligarme a pasar más tiempo con él del que deseo.Los ojos de Lea se llenaron de rencor, Ale lo notó.—Mi papi es bueno.Alessia no diría mentiras, pero tampoco contaría esas cosas a su pequeña hija.—Él y yo ya no estamos juntos, Lea, pero siempre vamos a cuidar de ti, eres nuestra prioridad y…—¡Lo tratas mal y no quieres que tengamos recuerdos juntos! ¡Se fue por tu culpa! ¡Eres mala! —Lea…—¡Te odio! ¡Te odio!El corazón de Alessia sufrió un certero golpe que le dolió más que cualquier situación que había atravesado en su vida.—Yo
El rechazo de Lea disminuyó con los días, mas no desapareció por completo. En nada ayudó que su padre no volviera a visitarla durante la semana y tampoco a contestar sus llamadas.Alessia detestaba tanto a ese hombre. Odiaba saber que era el padre de su hija, ¿en qué estaba pensando cuando creyó que podían formar una familia feliz? No era el peor error de su vida, porque gracias a eso existía Lea, pero le hubiera gustado que su padre fuera una mejor persona. —¿Por qué miras con tanto odio la pantalla? ¿Es una historia muy mala? —preguntó Lisa con inocencia.Alessia negó.—Pensaba en algunas cosas.—Una novedad —suspiró Celine desde su rincón.Alessia y Lisa le dirigieron una mirada hastiada. La joven soltó una risita y señaló su computadora.—Quiero decir, esta historia es toda una novedad —mintió burlona.—Eres tan agradable, Celine, ahora entiendo por qué no tienes novio —espetó Lisa.—Pues parece que somos tres solteras, ¿no? —soltó Celine—. Al menos que una de nosotras esté salie
—Esto es una mala idea, voy a cancelar —dijo Matthew por cuarta vez en menos de quince minutos y se apresuró por su celular, pero Mahika logró agarrarlo antes.—No es una mala idea, señor Lambert. Todo saldrá bien, ¿recuerda que ya lo hablamos?Matthew respiró hondo y negó, luego asintió. Su frente comenzaba a pelarse de sudor como si estuviera a la mitad de una extenuante rutina de pesas en el gimnasio.—Te mentí, Mahika, no sé meditar… eso de desconectar de todo, no pensar en nada y concentrarme en no sé qué, no es lo mío —confesó el jefe de forma atropellada—. Creo que me va a dar una taquicardia, Mahika, eso sé.Mahika rió por lo bajo, encendió el ventilador de techo en la cocina y le sirvió un vaso de agua a su jefe que verdaderamente parecía a punto de desmayarse por los nervios.—Me parece inaudito que un hombre de negocios como usted se encuentre así de nervioso por una cena con la familia y amigos.—Mahika, es que es Renaud, no es familia, es Renaud.La mujer negó sin borrar
Intercambiaron saludos corteses. Celine entregó la botella del exclusivo vino que llevaron para la velada y halagó el hogar de su tío; a Alessia sólo le dirigió un «hola» más seco que un desierto.—¿Entonces cocinaremos? —preguntó Renaud mientras colgaba su abrigo en el perchero—. Celine es una excelente cocinera.Alessia sabía que eso era mentira. Su ex jefa tenía el talento de una morsa para la cocina, todos lo sabían; una vez casi incendió el microondas de la cafetería cuando intentó prepararse una sopa instantánea.—Es el plan —dijo Matthew mientras los guiaba hacia la cocina—. Mahika nos ayudará, claro.Porque no tenía ánimos de perder el departamento por el incendio de unos amateurs en la cocina.Alessia dirigió una última mirada hacia las escaleras, alcanzó a ver a Lea antes de esconderse de nuevo. La madre entendía que era una etapa, que su hija era muy pequeña para comprender que nada de lo que sucedía era su culpa, pero dolía. Suspiró hondo, esbozó una sonrisa falsa y se uni
Renaud era una persona incómoda, resolvió Alessia. Su compañía resultaba tediosa y notó que, por algunos instantes, Matthew se convertía en un complaciente hermanito que sólo quería agradarle y obtener su aprobación.La preparación de la cena fue una pesadilla. Mahika tuvo que salvarlos o incendiarían la cocina; ninguno tenía grandes dotes de cocinero, sólo Alessia y se negó a hacerlo todo sola, prefirió fingir que tampoco sabía, así que prestaron atención a las indicaciones de Mahika para obtener una lasaña decente. Celine y Joanne se encargaron de poner la mesa. Ya cada quien en su asiento parecía una agradable cena familiar, «parecía» porque la tensión era obvia. Renaud sirvió el vino y los jugos de uva a los niños, luego tomó asiento al lado de Matthew, quien ocupó el sitio principal de la mesa; a su otro lado se encontraba Alessia y Lea, aunque la niña no estaba demasiado animada y mas bien apuñalaba su comida en lugar de comerla.—Lea —llamó la atención Alessia, sólo obtuvo u
La escena los impactó por unos segundos. La luna llena brillaba en lo alto del cielo despejado. La ciudad entera se encontraba a oscuras. En las calles sólo podían verse algunos puntos de luz que proveían de los celulares, pero por lo demás eran sombras y oscuridad.El viento llevaba consigo el eco de murmullos, alarmas de automóviles y música lejana; alguien estaría gastando su batería en el Spotify.—Nunca creí que vería a Nueva York a oscuras, parece Ciudad Gótica en una película de Batman —opinó Alessia.Matthew encendió un cigarro y asintió.—Y te gusta Batman, ¿podrías ser más perfecta?El comentario salió natural, el sobresalto en ambos no tanto.Matthew se reprendió, ¿en dónde quedó su filtro? Probablemente sepultado en la lasaña.Alessia titubeó antes de agradecer con una sonrisa y volver a callar por unos largos minutos en los que se dedicaron a contemplar la ciudad a oscuras.—Ya tardó —dijo ella.Matthew terminó su cigarro y encendió otro para armarse de valor.—¿Quieres p
Un grito desesperado despertó a Alessia al borde de un infarto. La mujer pateó la sábana, se sentó sobre el colchón y trató de recordar en dónde estaba, todo le pareció desconocido. Es que… ella sólo conocía la habitación de Matthew en medio de las sombras y solamente iluminada por la lámpara del celular, pero ahí… con toda la luz del sol matutino entrando por la ventana, lucía muy diferente.—¡Papá! —gritó Joanne a todo pulmón.Alessia reparó en la pequeña hija de Matthew que parecía horrorizada, como si estuviera frente a una escena aterradora de «El conjuro» o alguna de sus miles de secuelas. La mujer miró a su lado. La sábana cubría hasta la almohada, pero… no parecía ser una persona. Tiró de la tela y descubrió que estaba vacío.Matthew no estaba ahí.—¿Y mi papá…? —pregunto la niña luego de respirar hondo.—No sé, yo…Joanne, de nuevo, puso expresión horrorizada. Alessia estuvo tentada a decirle lo que su abuelita siempre le advertía, que si entraba un mal aire iba a conseguir q
—Apreciamos mucho a Matthew, aunque en presencia de otros nos referimos a él con respeto, en privado usamos nuestros nombres de pila… —explicó Mahika.Ella respiró hondo, tomó la mano libre de Ale y siguió:»Hace unos años el hijo de Thomas fue diagnosticado con leucemia, el tratamiento era muy costoso y Matthew se hizo cargo de todo. El pequeño Thomas ya está en la universidad.El corazón de Ale latió muy rápido. Se preguntó qué hizo en su vida pasada para merecer encontrarse con alguien como él.»Matthew es un buen hombre que cometió errores por ver sólo el lado bueno de las cosas, él lo sabe, entiende lo que arruinó su matrimonio y en el fondo sabe que no fue sólo su culpa, sino que Renata y él nunca tuvieron los mismos sueños en común… En el comedor Lea y Emery reían por algo que Matthew decía.»Por eso me atrevo a preguntar, señora Regil, su relación con su ex esposo… ¿ha terminado definitivamente?—Sí —contestó ella sin dudar—. Eso terminó hace mucho.Mahika hizo un asentimient