Lea y Emery volvieron a reír, estuvieron a punto de salir corriendo hacia el cine, pero sus padres los sujetaron de las manos y obligaron a caminar a un paso más moderado y seguro.Matthew buscó la mirada de Alessia, pero la mujer mantenía la vista al frente. A veces se preguntaba si no estaba en su imaginación que Ale pudiera corresponderle. Y él comprendería a la perfección que no quisiera adquirir una responsabilidad como la de lidiar con dos niños que no eran suyos; sin embargo, tenía la esperanza de que fuera posible y que también tuviera paciencia con su lentitud y torpeza. Nunca se había preocupado por «enamorar» a una mujer. La posición de su familia ayudó durante sus años más jóvenes y su relación con Renata simplemente fluyó. Estaba totalmente fuera de forma en cuanto a las citas y detalles cursis.—¡Palomitas! —chillaron los niños al poner un pie en el complejo de cines. Ambos corrieron a toda prisa hasta la máquina de palomitas que se encontraba al centro donde uno de los
—Tres boletos, por favor —pidió Joanne al chico en la taquilla.Alessia ya se había formado en la fila justo por detrás de ellos tres.Lea miró a su madre, ¿ellas no entrarían con ellos?—Son cinco —corrigió Matthew—, por favor.—Pero somos tres, papi —dijo Joanne y volvió a sonreír al vendedor—. Tres boletos.—Cinco, Joanne.—Tres, papi.—¿Te gusta tu celular? —inquirió Matthew y señaló el celular inteligente que sostenía su hija—. Es bonito.—Sí, papi, me encanta.—Pues estás a punto de que me convierta en un buen padre y te quite el celular, al menos de que dejes de llevarme la contraria en este preciso momento.Joanne frunció el entrecejo.—Pero, papi…—Cinco boletos, gracias —dijo Matthew con tono firme.El vendedor entregó los cinco boletos y aceptó el pago frente a la furiosa Joanne.Joanne levantó el mentón, echó una mirada furiosa a Alessia y emprendió la marcha directo hacia la dulcería. Lo que su padre no sabía es que se cobraría el disgusto con todas las golosinas que iba
Lea y Emery dormían cuando se detuvieron enfrente del edificio donde vivía Alessia y su hija. Alessia agradeció la velada en un murmullo, no habían hablado en todo el camino, y bajó de la camioneta sin esperar a que Matthew abriera la puerta; sin embargo, permitió que la ayudara a cargar a Lea.—Cierra la camioneta y espera aquí, Joanne —pidió Matthew.—Creo que ella puede cargar a su hija sola, papi —dijo Joanne con el ceño fruncido.Alessia hizo acopio de toda su fuerza de voluntad para no poner los ojos en blanco.—Sí, Joanne, pero también puedo ayudarla —susurró Matthew para no despertar a Lea—. Espérame aquí.—Voy contigo.—No se quedará tu hermano solo en la camioneta.—Entonces mejor los dos y que nos roben juntos, ¿no?—Joanne —repitió él en un tono un poco más fuerte—. No te estoy pidiendo un favor, te estoy dando una orden.Y, sin esperar respuesta, cerró la puerta.Joanne activó los seguros, ambos padres se marcharon hacia el interior después de eso.—Lo lamento tanto —mur
Alessia se sentía una ninja en plena empresa. Ya casi se visualizaba en una película de acción. Caminaba con sigilo, mirando sobre el hombro y asomándose en cada esquina antes de avanzar por un pasillo. No habría llamado tanto la atención si no fuera con Lisa que simplemente continuaba conversando hasta que notaba que su compañera se quedaba atrás en uno de sus sigilosos movimientos ninja. —¿Se puede saber qué te pasa? Nunca llegaremos a la cafetería —se quejó Lisa—. Mi cuerpo necesita mi capuchino especial, Ale.Alessia caminó hacia ella, miró sobre su hombro y respondió:—Nada, todo bien.—Sí, se nota —ironizó su amiga—. ¿Cuál película viste en el cine?Ale palideció. Se detuvo en seco y miró, con cara de terror, a su compañera:—¿Cómo sabes que fui al cine?Lisa ladeó el rostro y, con inocencia, contestó:—Tú misma lo dijiste hace un momento.Alessia se desinfló, negó y continuó andando.—Una película para niños.—Pensé que una de terror, tienes toda la pinta de haber visto un fa
La secretaria la recibió con una sonrisa, se llamaba Adele y llevaba muchos años en la empresa, había trabajado para el C.E.O. anterior. —No está de buen humor porque llegué un poco tarde y tuvo que bajar a la cafetería —dijo Adele.Alessia no tuvo el valor para decirle que ese no era el motivo de su mal humor.Adele se comunicó con su jefe, quien aceptó ver a Alessia; así que la joven madre entró a la oficina y se encontró con el rostro inexpresivo de su jefe.Ale quiso hablar, pero él le ganó apenas se cerró la puerta:—Lo siento mucho, señora Regil. No quise presionarla de ninguna forma y espero que…—¿De qué estás hablando? —inquirió una desconcertada Alessia—. No me presionaste, Matthew.—¿Ah? ¿No lo hice? —Él parecía profundamente confundido—. Pero lo que dijo Lisa…—Lisa dice cosas por decir, es bueno que sepas eso —sonrió Alessia y tomó asiento frente al escritorio—. Eso venía a explicarte…Ella se sonrojó.Él más.—Entonces… ¿No te obligué?—Puedes estar seguro de que no…Int
—¡Papá! —chilló Lea apenas el hombre atravesó la puerta principal—. ¡Papi! ¡Papi!Lea corrió a sus brazos. William la abrazó, depositó un sonoro beso en la mejilla de su hija y la saludó con su mejor sonrisa. Luego buscó a Alessia con la mirada y preguntó:—¿Y tú cómo estás, Ale? ¿Hoy no viene de visita tu nuevo novio?Lea miró a su mamá.—No tengo novio, Will. Algunos sabemos estar solos y nos gusta.El hombre rio por lo bajo y regresó a la pequeña Lea al suelo firme.—¿Quieres jugar?—¡Sí, papi!Lea corrió a su habitación para elegir sus mejores juguetes. Tenía muchos nuevos —o nuevos para ella— que eran de Emery y Joanne; eligió los que creyó que podrían gustarle a su papá y regresó corriendo. Sin embargo, se detuvo unos metros antes cuando vio a su madre con expresión seria y a su padre con esa sonrisa confiada de siempre.—¿Ya no necesitas el dinero porque tu nuevo novio te ayuda?—No, William. Si no que el dinero está incompleto, debes muchísimo más de la pensión y puedo sola co
—Lea…—¡Es tu culpa, mami! ¡Mi papi tiene razón!Alessia respiró hondo, avanzó lento hacia el colchón y tomó asiento al lado de su hija.—Hija, tu papá y yo no somos compatibles para una relación, pero te amamos más que a nada y…—¡Es que tú lo haces sentir mal cuando viene! —chilló la niña y se sentó en el colchón—. ¡Te quedas trabajando y no juegas con nosotros!Alessia hizo un asentimiento.—Tu padre y yo no tenemos la mejor amistad, Lea, no puedes obligarme a pasar más tiempo con él del que deseo.Los ojos de Lea se llenaron de rencor, Ale lo notó.—Mi papi es bueno.Alessia no diría mentiras, pero tampoco contaría esas cosas a su pequeña hija.—Él y yo ya no estamos juntos, Lea, pero siempre vamos a cuidar de ti, eres nuestra prioridad y…—¡Lo tratas mal y no quieres que tengamos recuerdos juntos! ¡Se fue por tu culpa! ¡Eres mala! —Lea…—¡Te odio! ¡Te odio!El corazón de Alessia sufrió un certero golpe que le dolió más que cualquier situación que había atravesado en su vida.—Yo
El rechazo de Lea disminuyó con los días, mas no desapareció por completo. En nada ayudó que su padre no volviera a visitarla durante la semana y tampoco a contestar sus llamadas.Alessia detestaba tanto a ese hombre. Odiaba saber que era el padre de su hija, ¿en qué estaba pensando cuando creyó que podían formar una familia feliz? No era el peor error de su vida, porque gracias a eso existía Lea, pero le hubiera gustado que su padre fuera una mejor persona. —¿Por qué miras con tanto odio la pantalla? ¿Es una historia muy mala? —preguntó Lisa con inocencia.Alessia negó.—Pensaba en algunas cosas.—Una novedad —suspiró Celine desde su rincón.Alessia y Lisa le dirigieron una mirada hastiada. La joven soltó una risita y señaló su computadora.—Quiero decir, esta historia es toda una novedad —mintió burlona.—Eres tan agradable, Celine, ahora entiendo por qué no tienes novio —espetó Lisa.—Pues parece que somos tres solteras, ¿no? —soltó Celine—. Al menos que una de nosotras esté salie