La conversación entre ellos era cómoda, así como los silencios. Podían hablar del trabajo, brincar a la última película que vieron en el cine o permanecer callados mientras los números cambiaban en el ascensor. Bajaron en el estacionamiento subterráneo. Thomas ya se había marchado, así que Matthew conduciría. —Pero no puedo dejar mi auto el fin de semana entero —dijo Alessia mientras señalaba el vehículo de medio uso que había comprado un año atrás.—Dame la llave y me encargaré de que alguien lo lleve mañana a primera hora.Ella accedió, entregó su llave y acompañó a Matthew hasta su lujosa camioneta en color negro.Él abrió la puerta para ella y la ayudó a subir, luego se apresuró a rodear el vehículo para ocupar el asiento del conductor. Alessia no estaba acostumbrada a ese tipo de atenciones, William nunca las tuvo.Matthew ubicó el bar en el GPS del automóvil y se pusieron en marcha. La canción de «Team» de Lorde inundó a un volumen agradable el ambiente. Primero Matthew ofreció
William se desconcertó por una breve fracción de tiempo, pero rápido recobró la compostura e inspeccionó al hombre que lo miraba de forma amenazadora. No necesitaba ser un genio para saber que, fuera quien fuera, no estaba bromeando y lanzando amenazas vacías.Aun así, no estaba en su ADN intimidarse, aunque supiera que podía estar a segundos de terminar sin un par de dientes.William plantó cara a Matthew. Se irguió para hacer lucir su escaso metro setenta y trató de no cohibirse con el metro ochenta y algo del hombre que acompañaba a su ex esposa.—¿Tu nuevo novio se siente muy valiente? —rio William y dejó relucir una sonrisa confiada.—¿Todo bien, Will? —preguntó un hombre recargado en la barra el bar—. ¿Necesitas ayuda?Alessia se pegó más al cuerpo de Matthew, lo tomó del brazo y dijo en voz baja:—Matthew, no, todos estos imbéciles son sus amigos.Matthew apretó los puños sin retroceder ni un centímetro.—¡Todo bien! —rio William—. Ya se van, ¿no es así?—No —contestó Alessia c
Alessia la reconoció al instante y sintió sus inseguridades emerger. Ni quiso mirar a Matthew, le dolería descubrir que él también la miraba, aunque ¿cómo culparlo? —Dafne —llamó William al tiempo en que la abrazó—. Sí, amor, todo bien… Aquí en una agradable plática con Alessia, ya sabes.Dafne reaccionó al escuchar el nombre de la ex esposa de su marido. La chica tenía veinticinco años y era muy similar a Alessia; cualquiera podría creer que eran hermanas o al menos primas. —Hola, Dafne —saludó Alessia.—Alessia —sonrió Dafne—. ¿Está todo bien?—Sí, ya nos íbamos —dijo la ex esposa y dio una palmada en el brazo de su jefe—. William irá la próxima semana a visitar a Lea.—Eso es genial —sonrió Dafne—. Me alegra que ya se encuentre mejor de salud. William me dijo que Lea había estado muy enferma y que el médico le prohibió las visitas.Alessia sintió como si una piedra golpeara directo en su corazón. Comprendió la curiosidad de todos alrededor, a ellos debió contar la misma mentira.
Alessia pidió un burrito gigante, Matthew una hamburguesa; luego se dirigieron al estacionamiento a comer. —Thomas estará furioso cuando perciba el olor de la comida en la camioneta —rio Matthew.—Bueno, puedes decirle que estaba deliciosa —sonrió Alessia y dio una generosa mordida a su burrito.Matthew también sonrió mientras la miraba comer con tanto entusiasmo. Esa era la cena más especial e informal que recordaba tener en mucho tiempo.—¿Crees que William vaya a ver a Lea?Alessia asintió.—Lo hará porque le dije a Dafne y todavía se encuentra en esa etapa de enamoramiento, luego la destruirá como hizo conmigo.—¿Eso crees?—Es su modus operandi —resolvió ella con sencillez—. Dafne es su tercera pareja desde que terminamos, sólo que con ella se casó muy rápido… Cada una ha sido más bella que la anterior, por eso Dafne parece modelo.—No me fijé.—No te creo —rio Alessia—. Todos la miran, siempre, por eso la eligió William, para tener a la mujer que todos desean, pero que sólo él p
—Mamita, ¿por que estás tan feliz? —preguntó Lea con total inocencia mientras jugaba con dos de las muñecas que fueron de Joanne.Alessia soltó un respingo, giró hacia su hija y se sintió descubierta, aunque no sabía por qué, pues se encontraba maquillándose en su habitación. Temió que, de alguna forma, su hija pudiera ver las imágenes que se reproducían en su mente, que escuchara su corazón latir fuerte al descubrir lo mucho que había logrado inquietar a Matthew.—Estoy contenta de ir a trabajar —mintió con descaro. Era sábado por la noche, nadie está feliz por trabajar a esa hora, pero su segundo trabajo como mesera de eventos especiales ocupaba esos horarios.—¿En serio?Lea enarcó una ceja.—Sí, en serio, y ahora ve a cenar, ¿de acuerdo? —Alessia se agachó hasta la altura de su hija—. Debes dormir temprano porque mañana iremos al cine, ¿recuerdas?—¡Sí! —Lea gritó, se incorporó de un salto, salió corriendo de la habitación y llamó a su niñera—: ¡Laurie!Alessia respiró hondo, volv
Alessia quiso salir corriendo despavorida. Nadie en la empresa sabía que también era mesera, pero sólo dio media vuelta y chocó con Celine.—Oh, Alessia, ¿por qué estás vestida así…? —Su jefa reparó en el emblema de la blusa blanca, luego miró a otra de las meseras que pasó al lado y regresó su atención a su empleada dedicándole una sonrisa arrogante—. Así que mesera, ¿quién lo diría?Celine tomó una de las copas de Champagne y la movió con suavidad hacia Alessia.La joven madre apretó los labios hasta convertirlos en una fina línea. Quiso tomar la copa y verter todo el contenido en la cabeza de Celine, pero se contuvo. No quería llamar más la atención, sino que emprendería una escapatoria rápida y negaría todo lo que Celine pudiera decir de su segundo empleo.Ya luego se vengaría, porque eso no se iba a quedar así. »No sé si sea buena imagen que nuestra nueva «cazatalentos» sea una mesera, ¿no crees?Alessia frunció el entrecejo.—Es un empleo honrado, no tiene nada de malo.—Sí, cla
—Mira, Matthew, ella empezó y sinceramente no tengo que soportar los insultos de nadie, así que…—Ya sé —interrumpió él y cambió la expresión furiosa por su acostumbrada sonrisa amigable—. Hablaré con ella el lunes, posiblemente la cambie de puesto hasta que reflexione lo que hizo.Alessia se quedó boquiabierta.—¿Vas a sancionarla?—Por supuesto que voy a sancionarla, aunque preferiría despedirla, pero supongo que adivinas que no es tan sencillo… —Él dio un largo suspiro como si aquello lo enojara en demasía—. Muchos escucharon la discusión, saben que ella empezó y halagaron tu autocontrol por no reventarle la bandeja en la cabeza.La mujer esbozó una sonrisa incrédula.—Yo igual estoy asombrada de mi reacción, supongo que es la vejez.—O la madurez —corrigió Matthew—. Eres joven, tienes treinta años y una hija, eres madura.Alessia se permitió inflar un poco el pecho con orgullo, era verdad.—Sea como sea, al menos no creo poder regresar hoy al trabajo —Ella señaló el edificio—. Ni
—Matthew, en serio, no puedo pagar uno de estos vestidos «ahora mismo».Alessia enfatizó esas dos palabras, aunque en realidad eran un «nunca», pero no quería ser tan quejumbrosa.—Corre por cuenta de la empresa, vamos.Matthew volvió a tomarla de la mano, esta vez tuvo la iniciativa de sujetarla sin esperar su respuesta, y tiró de ella hacia la tienda.Ella se dejó llevar, eran demasiadas emociones en poco tiempo.Una vendedora vestida de forma similar a Alessia se aproximó a ellos con su mejor sonrisa. Alessia se asombró de que no la mirara mal, sino que parecía algo cotidiano atender a un hombre ataviado con sus mejores galas y a una mesera en una noche de sábado cualquiera.—Un vestido para ella —dijo Matthew—. Elige el que quieras.—Uno no muy caro —advirtió Alessia—, por favor.—Puede costar lo que sea —corrigió él—. Ya te dije, paga la empresa.—Pero…La vendedora elaboró su mejor sonrisa, tomó con delicadeza a Alessia del brazo y la condujo por un pasillo lateral del lujoso lu