Miré hacia la pequeña ventana que se encontraba arriba de esas frías paredes. Era la única ventana que había en el lugar. Por lo demás todo estaba oscuro. Afuera se escuchaba una fuerte tormenta, la lluvia azotaba con fuerza, acompañada de truenos que retumbaban el pequeño lugar en el que nos encontrábamos. Cerré los ojos, pensando en Frankie; debería de estar en su cama, abrazándola para que no temiera de la tormenta. Y no aquí.
Me pasee de un lado hacia otro, viendo hacia los malditos barrotes de la celda donde nos habían encerrado. Todo había salido perfecto en esa casa, Aaron estrenaría un nuevo corte y depilación de cejas, además de que su foto, donde apenas se podía apreciar su pequeño miembro, se encontraba en mi teléfono, lista para ser utilizada si fuese necesario. Nadie se había enterado, ni el mismo hijo de perra lo hizo, pero ese policía tuvo que vernos al bajar de la ventana...
Miré hacia la mierda que llamaban cama; no era más
—El juego es el viernes por la noche. ¿Estarás ahí? —Gael me preguntó, inclinándose hacia adelante en la mesa de la cafetería, para estar frente a mí.Mantenía mi vista hacia la puerta, esperando ver a Aaron en cualquier momento. Había escuchado rumores durante toda la mañana. Al parecer ahora era completamente calvo, además, de que llevaba unas cejas dibujadas con lápiz de los que utilizamos las chicas para maquillarnos.Desvié la mirada para ver a Gael. Ambos estábamos almorzando solos. Sky se había ausentado a la escuela, pues al parecer había adquirido un virus y ahora estaba muy sensible, no dejaba de vomitar. Mientras que Caleb, Thomas y Dee, aún no se habían aparecido.—No podría perdérmelo —le sonreí, dando un asentimiento.Sus ojos se estrecharon, escrutando directamente en los míos.—Hoy has estado muy callada.No había dejado de pensar en mi examen de admisión. Estaba
Cuando era niña había tenido un trauma con los lugares donde la gente se aglomeraba. Como lo eran las ferias o las canchas de futbol. Tenía solo 5 años, cuando a mis padres se les ocurrió que llevarme a una feria sería una excelente idea para que su pequeña hija tímida, saliera del caparazón donde se escondía en el preescolar. Así tal vez vería lo maravilloso que era divertirse con otros niños de mi misma edad; y tal vez, así mi maestra dejaría de insistir en que tenía el síndrome de asperger.Pero la idea de mis padres no había salido tan bien como esperaban... no cuando me había soltado de la mano de mi papá y me había perdido entre la multitud de gente. Mi padre me había enseñado que si en algún momento me separaba de ellos por error, me quedara en el mismo sitio, para que así él pudiera encontrarme con facilidad.No habían pasado ni 20 minutos, cuando mi padre me encontró abrazada a un poste al lado de la rueda de la fortuna. Nunca antes
Aun recordaba el día que los miré por primera vez. Ambos estaban sentados en el centro del salón de clases, con toda esa aura de chicos malos que los rodeaba. Se habían reído de mí, ya que ni siquiera pude hacer una presentación decente a causa de los nervios.Desde ese día pensé que estar alejada de ese par de chicos sería lo mejor; así me ahorraría muchos problemas en los cuales no quería verme envuelta. Aun me costaba creer lo mucho que había cambiado nuestra relación con el paso del tiempo; aunque él me acusaba de haberle robado tiempo con su mejor amigo, sabía por su sonrisa, por su mirada, sus gestos, y su preocupación, que él me quería.Ahora esa sonrisa y esa mirada se habían desvanecido. No había nada que pudiera hacer que Thomas Archer se levantara de esa maldita camilla y me dijera que todo era una jodida broma.Cerré mis ojos, aferrando mi cabeza al hombro de Trent. No podía dejar de sollozar.Thom
CALEB—¿Qué tal tu rehabilitación? —habló Audrey al teléfono mientras papá estacionaba cerca de la entrada principal de mi casa.—Estoy bien, cariño —reí, negando con la cabeza—. El doctor me ha dicho que pronto volveré a ser el mismo.—¿Te duele algo? ¿Necesitas algo?—¡Audrey! —exclamé, comenzando a perder la paciencia—. Mierda, hermano. Te he dicho miles de veces que estoy bien.Papá rió a mi lado, viéndome con curiosidad mientras acababa con la llamada.—Perdóname por preocuparme por ti —dijo, con voz dolida.Puse los ojos en blanco. Las dos semanas que había pasado en el hospital, no hubo un solo día en el que él no fuera a verme; y ahora que estaba en casa, no dejaba de llamarme al menos tres veces al día, si no podía visitarme.Deseaba tanto que Sky fuese aunque sea la mitad de empalagosa d
FANNYMenudo bipolar...Me encontraba enojada.¡No! La verdad es que estaba furiosa. Odiaba los extraños cambios de ánimo que Gael estaba teniendo últimamente. A veces estaba bien y me buscaba; otras veces, ni siquiera se tomaba la molestia de contestarme un maldito mensaje.Estaba comenzando a cansarme de su jodida inmadurez.Me moví por la cocina, destapando sartenes y probando los diferentes platillos que estaba cocinando. Una pasta a la boloñesa, hacía que mi estómago rugiera mientras la movía con el cucharón. Me acerqué a la encimera y prácticamente perforé de lado a lado el pollo que iría al horno que se estaba calentando. No sabía el motivo, pero en momentos de gran frustración y enojo, se me daba por ponerme a cocinar y así desahogarme con la cocina.—¿Qué te hizo el pobre pollo? —me voltee solo para observar al idiota de Adam apoyado sob
GAELBajé las escaleras para ir por una aspirina; sentía que mi cabeza explotaría en cualquier momento gracias a la resaca de la noche anterior. No quise decirle nada a Frankie, pero lo cierto es que me sentía mareado, y no veía bien cuando conducía. Agradecí el momento en que llegué a casa sano y salvo.Sabía que había sido una imprudencia de mi parte, pude haberla dañado a ella o a otra persona, pero simplemente no podía dejar de ir a verla la noche de su cumpleaños.Me detuve en la puerta de la cocina cuando escuché a mi madre hablar por teléfono. Me recosté a la pared, mordiéndome el labio para evitar reír. La conversación me resultó algo familiar.—Es increíble lo que esos delincuentes son capaces de hacer —habló con enojo al teléfono, sin dejar de moverse de un lado a otro—. ¿Y Trent no hizo nada? ¡Esa es una falta de respeto lo que le hicieron a su casa! ¿Qué pasa con esos chicos
Algún día tenía que suceder ¿No?Claro que lo sabía; solo que en lo más profundo de mí ser, guardaba una pequeña luz de esperanza, de que esa página no volvería a salir a la luz.¿Cómo me enteré?Cuando bajé del autobús, un chico se me acercó pagándome 40 dólares por dos horas de mi servicio, antes de echarse a reír e irse con sus amigotes. Ahora me encontraba en estado de shock. Mis pies no me respondían, no podía moverme. Solo me encontraba viendo a un grupo de chicas a unos metros delante de nosotras, revisaban el celular e indiscretamente me miraban, soltando unas risitas de burla.—Ese hijo de perra no sabe con quién se está metiendo —gruñó Sky, guardando su teléfono.Moví mi cabeza y la observé. Torcí una sonrisa y me encogí de hombros.—Al menos se han olvidado del incidente del partido, ¿No? —dije, tratando de escucharme como si no me afectaba en lo absoluto.
Sí. Estaba seguro que había sido eso, porque era la explicación más coherente que mi cerebro podía procesar. El cañonazo que me había dado el imbécil de Daniel con el balón, era el responsable para que ahora yo estuviese escuchando mal.Estiré mis piernas y crucé mis dedos detrás de mi cabeza. Frankie continuaba observándome fijamente, sin decir una sola palabra.Fruncí el ceño y volví a enderezarme. Entonces... ¿Sí había escuchado bien?¿Dijo Londres?¿Qué mierda?—¿No estás jugando conmigo? —Le pregunté, hablando más duro de lo que me hubiese gustado hacerlo.Negó levemente con la cabeza, mordiendo su labio inferior.—Fui admitida en Leeds —afirmó, sonriendo—. Me iré después de navidad.Solté una risa sarcástica mientras me ponía de pie y me alejaba a paso rápido de ella. Crucé la calle y me adentré dentro de los árboles que rodeaban el parque. Me detuve frente a un enorme roble, apoyé mi espalda en él y pasé