Como hubiera anticipado Hortensia, las bolsas de té, humedecidas y algo tibias, funcionaron y, en quince minutos, el rostro de Valeria volvía a ser el de antes.
—Mejor no te apliques maquillaje —dijo Hortensia—. Igual así te ves muy bien. Creo que ya puedes regresar.
Valeria agradeció a Hortensia el tratamiento que le había aplicado y, al mirarse con un espejo de mano, comprobó que la secretaria no se equivocaba, o exageraba. El té no solo había aliviado la hinchazón, sino que también había tenido un efecto restaurador que ahora le confería a sus ojos un tipo especial de delineado natural que Valeria no había visto antes. Ahora más segura de sí misma, y decidida a confrontar a Franco por las palabras crueles con las que la habí
La idea de Sofía no era mala, eso tenía que admitirlo, pero implicaba agrandar la mentira.—¿Decirle a tus padres que conseguiste un trabajo como cuidadora de una mujer mayor? —preguntó Valeria luego de que Sofía le explicara lo que había tramado.—Sí, de esa manera podré vivir contigo, porque será como si tú fueras la mujer mayor a la que estoy cuidando.Así planteado no sonaba mal, incluso era perfecto porque Sofía pasaría las noches e incluso una buena parte del día en el apartamento que Valeria alquilara.—Bien, ¿pero y el pago? —preguntó Valeria al ir pensando en los detalles de la idea. El ascensor no tardó en llenarse. Era la hora pico, después del almuerzo, y la cabina quedó hasta el tope, tanto, que Jaime quedó apretado contra Valeria y parecían estar tomados de la mano. Detrás de ellos estaba Franco, casi dos cabezas más alto que Valeria, que no solo lo sentía pegado a su espalda, sino que también olía su costosa colonia Ralph Lauren. Sin atreverse a girar -y aunque lo hubiera querido hacer, no habría podido- Valeria tenía un mal presentimiento que, dos pisos más adelante, se hizo realidad.«¡Maldita sea!».Con la falta de aire y la aglomeración, la sensación de náuseas se hizo tan fuerte que Valeria sintió que iba a doblarse. Tenía que salir, sí o sí, de ese ascensor, de inmediato, oUn final de jornada algo ajetreado
Esa noche, en casa de sus padres, Valeria casi volvió a trasnocharse hablando con Sofía sobre los detalles para poderse pasar a un apartamento, las dos, sin que los papás de su amiga sospecharan que se estaban yendo a vivir juntas.»Sabes que son súper conservadores y de los que creen que una mujer “decente” solo debe marcharse del hogar de sus padres al de su marido —escribió Sofía en whatsapp—. Las chicas que se van a vivir solas o con amigas, lo hacen solo para estarse acostando con un montón de hombres.»Los míos también son bastante conservadores —escribió Valeria—, por eso se llevan tan bien con los tuyos, aunque no están cerrados a que me vaya a vivir sola. Al menos en eso sí son más relajados.
Mientras se arreglaba para salir a la oficina, Valeria recibió un mensaje de su jefe en el celular.«Lo que me faltaba», pensó Valeria cuando vio la foto de Franco en el mensaje de whatsapp que acababa de entrar «Ahora también tiene mi número y me escribe. Se va a cumplir la predicción de Sofía y se me va a empezar a aparecer hasta en los sueños». Con la cara arrugada como si se estuviera comiendo un limón con picante, Valeria leyó el mensaje. La cita con los clientes del edificio que había sidod eclarado patrimonio cultural se había adelantado a ese día.»Estarán en la sala de juntas de la firma a las ocho. No se olvide de venir bien arreglada y con el conjunto que le regalé.&
Mientras Franco hacía la presentación del caso, con la que esperaba demostrar a los clientes que no les convenía recurrir a un proceso judicial, Valeria lo miraba sin poder creer que su jefe tuviera en realidad veintiocho años. Por su apariencia física, la seriedad con la que exponía el caso, el traje que vestía y la manera en que le lanzaba fugaces miradas, desprovistas de cualquier sensibilidad, Franco daba la impresión de ser un hombre de, al menos, treinta y cinco años.Lo que también sorprendía a Valeria era que, pese a haberle prometido a su padre, la noche anterior, que se comprometería con Dayana, en la imagen de su whatsapp no la incluía a ella, lo que resultaba extraño para un hombre que debería no solo estar orgulloso de lo hermosa que era su novia, que bien podría ser modelo de
Al leer el testamento de la mamá de Franco, Valeria no estaba segura de que su jefe ya lo hubiera antes porque, en su preámbulo, declaraba algunas intimidades familiares bastante reveladoras, tanto, que hubiera preferido no haberlas leído. Al parecer, la relación entre Franco y su madre no era muy buena, pese a ser su único hijo, y eso se debía, en palabras de la mamá de Franco, al hecho de que él se había transformado durante su paso por la universidad.Según la testadora, ella estaba al corriente de la forma en que Franco había aprobado varias, si no todas, las materias, incluyendo trampas en los exámenes, hackeos al sistema de la universidad, perpetrados por una estudiante de sistemas muy brillante a la que Franco enamoró con el único propósito de que alterara sus notas y, una vez conseguido, l
Esa tarde, Valeria tuvo suerte y a su jefe se le presentó una reunión. Pese a que ya había elaborado un informe con las posibles inconsistencias del testamento, no deseaba tener que reunirse con él a hablar sobre un tema tan espinoso, más cuando no estaba segura de si Franco ya había o no leído el documento y era consciente de las intimidades que revelaba. Esperó hasta las ocho de la noche, más por solidaridad con Jaime que por temor a su jefe, y cuando se despidió de su único amigo en la oficina, marcó al celular de Sofía. —Tenemos que vernos. No sabes el taco que tengo atragantado en la garganta —dijo Valeria. —Ya mismo voy a donde quieras que vaya, pero no voy a perderme un chisme en directo —contestó Sofía— ¿Me puedes adelantar alguna cosita?—Es sobre mi jefe —susurró Valeria, pese a encontrarse a varios cientos de metros del edificio donde trabajaba—. Es todo lo que voy a decir por ahora. —¡Ayyayayayayaya! ¡Ya estoy saliendo de mi casa, ya voy, ya voy! Valeria lamentó que no
Esa noche Valeria se forzó a dormir para evitar que aparecieran, de nuevo, las horribles bolsas que ya le habían hecho pasar un muy mal día, pero casi debió tomarse un somnífero para hacerlo, porque no dejaba de pensar en lo que había hablado con Sofía. «¿Será verdad que sí siento algo por mi jefe y es por eso que veo las cosas así?», se preguntaba Valeria, repasando lo que quiso ver cuando Franco le compró el conjunto en el almacén de ropa, incluso el verdadero motivo por el que se escondió de él en el vestidor cuando lo vio entrar, y lo abochornada que estuvo - a la vez que algo halagada- cuando él le pidió que modelara ese vestido. Después, la ira que sintió cuando supo que todo había sido una ardid para hacerla pasar por una amiga suya frente a su novia y, en lo quizá Sofía tenía más razón, la manera en que se desbocó para atravesar la ciudad y rescatarlo dle supuesto peligro en el que estaba. «Sí fui bien boba, actué como una enamorada, incluso cuando me lo advirtió Hortensia,