Bolsitas de té

Las palabras de Sofía dejaron pensando a Valeria que, pese al cansancio, no conseguía dormir, dando vueltas, una y otra vez, a los sucesos de los dos últimos días. ¿Y si Sofía tenía razón y Franco solo había actuado de manera natural, como debería actuar un jefe, sí, con algo de displicencia, pero sin ninguna malicia? Aunque lo que le había hecho ese día, de hacerla atravesar la ciudad, adentrarse en un barrio desconocido y que tenía mala fama, solo para que lo sacara de un aprieto de pareja, eso no tenía presentación, a menos que lo hubiera hecho porque…

«Confía en mí. Sabía que iría, corriendo, a sacarlo de ese problema».

Era una forma de verlo, una muy benigna y, si bien era cierto que ella misma se ha

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