Esa noche, en casa de sus padres, Valeria casi volvió a trasnocharse hablando con Sofía sobre los detalles para poderse pasar a un apartamento, las dos, sin que los papás de su amiga sospecharan que se estaban yendo a vivir juntas.
»Sabes que son súper conservadores y de los que creen que una mujer “decente” solo debe marcharse del hogar de sus padres al de su marido —escribió Sofía en whatsapp—. Las chicas que se van a vivir solas o con amigas, lo hacen solo para estarse acostando con un montón de hombres.
»Los míos también son bastante conservadores —escribió Valeria—, por eso se llevan tan bien con los tuyos, aunque no están cerrados a que me vaya a vivir sola. Al menos en eso sí son más relajados.
Mientras se arreglaba para salir a la oficina, Valeria recibió un mensaje de su jefe en el celular.«Lo que me faltaba», pensó Valeria cuando vio la foto de Franco en el mensaje de whatsapp que acababa de entrar «Ahora también tiene mi número y me escribe. Se va a cumplir la predicción de Sofía y se me va a empezar a aparecer hasta en los sueños». Con la cara arrugada como si se estuviera comiendo un limón con picante, Valeria leyó el mensaje. La cita con los clientes del edificio que había sidod eclarado patrimonio cultural se había adelantado a ese día.»Estarán en la sala de juntas de la firma a las ocho. No se olvide de venir bien arreglada y con el conjunto que le regalé.&
Mientras Franco hacía la presentación del caso, con la que esperaba demostrar a los clientes que no les convenía recurrir a un proceso judicial, Valeria lo miraba sin poder creer que su jefe tuviera en realidad veintiocho años. Por su apariencia física, la seriedad con la que exponía el caso, el traje que vestía y la manera en que le lanzaba fugaces miradas, desprovistas de cualquier sensibilidad, Franco daba la impresión de ser un hombre de, al menos, treinta y cinco años.Lo que también sorprendía a Valeria era que, pese a haberle prometido a su padre, la noche anterior, que se comprometería con Dayana, en la imagen de su whatsapp no la incluía a ella, lo que resultaba extraño para un hombre que debería no solo estar orgulloso de lo hermosa que era su novia, que bien podría ser modelo de
Al leer el testamento de la mamá de Franco, Valeria no estaba segura de que su jefe ya lo hubiera antes porque, en su preámbulo, declaraba algunas intimidades familiares bastante reveladoras, tanto, que hubiera preferido no haberlas leído. Al parecer, la relación entre Franco y su madre no era muy buena, pese a ser su único hijo, y eso se debía, en palabras de la mamá de Franco, al hecho de que él se había transformado durante su paso por la universidad.Según la testadora, ella estaba al corriente de la forma en que Franco había aprobado varias, si no todas, las materias, incluyendo trampas en los exámenes, hackeos al sistema de la universidad, perpetrados por una estudiante de sistemas muy brillante a la que Franco enamoró con el único propósito de que alterara sus notas y, una vez conseguido, l
Esa tarde, Valeria tuvo suerte y a su jefe se le presentó una reunión. Pese a que ya había elaborado un informe con las posibles inconsistencias del testamento, no deseaba tener que reunirse con él a hablar sobre un tema tan espinoso, más cuando no estaba segura de si Franco ya había o no leído el documento y era consciente de las intimidades que revelaba. Esperó hasta las ocho de la noche, más por solidaridad con Jaime que por temor a su jefe, y cuando se despidió de su único amigo en la oficina, marcó al celular de Sofía. —Tenemos que vernos. No sabes el taco que tengo atragantado en la garganta —dijo Valeria. —Ya mismo voy a donde quieras que vaya, pero no voy a perderme un chisme en directo —contestó Sofía— ¿Me puedes adelantar alguna cosita?—Es sobre mi jefe —susurró Valeria, pese a encontrarse a varios cientos de metros del edificio donde trabajaba—. Es todo lo que voy a decir por ahora. —¡Ayyayayayayaya! ¡Ya estoy saliendo de mi casa, ya voy, ya voy! Valeria lamentó que no
Esa noche Valeria se forzó a dormir para evitar que aparecieran, de nuevo, las horribles bolsas que ya le habían hecho pasar un muy mal día, pero casi debió tomarse un somnífero para hacerlo, porque no dejaba de pensar en lo que había hablado con Sofía. «¿Será verdad que sí siento algo por mi jefe y es por eso que veo las cosas así?», se preguntaba Valeria, repasando lo que quiso ver cuando Franco le compró el conjunto en el almacén de ropa, incluso el verdadero motivo por el que se escondió de él en el vestidor cuando lo vio entrar, y lo abochornada que estuvo - a la vez que algo halagada- cuando él le pidió que modelara ese vestido. Después, la ira que sintió cuando supo que todo había sido una ardid para hacerla pasar por una amiga suya frente a su novia y, en lo quizá Sofía tenía más razón, la manera en que se desbocó para atravesar la ciudad y rescatarlo dle supuesto peligro en el que estaba. «Sí fui bien boba, actué como una enamorada, incluso cuando me lo advirtió Hortensia,
Franco echó un vistazo rápido al informe que le preparó Valeria, mientras la joven descubría que estaba empapando las hojas que tenía en la mano con el sudor de los dedos. Intentó agitarlas y hasta se pasó los dedos por la minifalda que llevaba ese día, pero parecía que el contacto con la tela la hacía sudar más, o era la expresión en el rostro de Franco, que tenía las cejas entornadas. «¿Sabe o no lo que dice la totaldad del testamento?», se preguntaba Valeria. Aunque hbaía descartado las propuestas que sugerían que conocía los antecedentes por los que la madre de Franco decidió incorporar las condiciones, ahora le daba la impresión de que, de todas formas, la redacción daba a entender que sí conocía la totalidad del documento, porque en varias ocasiones hizo alusión que un comportamiento inmoral del beneficiario no era causa suficiente para justificar un desheredamiento. «Debe haber leído ya eso y esa es la razón por la que mira así hacia la pantalla. Si no ha leído el testament
Valeria aprovechó que hbaía salido temprano de la oficina para pasar a la casa de Sofía y almorzar allí, pero antes de llegar, llamó a su amiga y le dijo que se fuera preparando. —Ya hice cuentas y puedo pagarte un sueldo —dijo Valeria—, así que puedes ir preparando a tus papás y decirles que vas a obtener un trabajo. —¿Lo dices en serio, Vale? ¡Ay, qué emoción! ¡Por fin juntas! ¿Te imaginas? Valeria tuvo que calmar un poco las expetctativas de Sofía, porque todavía tenían que escoger un apartamento, firmar el contrato de alquiler y hacer la mudanza. —Hablamos en un rato —dijo Valeria cuando tomó el bus que debía llevarla a la casa de su amiga. Cuando llegó a la casa de Sofía, Valeria no tardó en enterarse que su amiga ya había anunciado a sus padres que tenía un empleo, como cuidadora de una mujer mayor que le pagaría my bien por quedrase en su casa a cuidar de ella. —Menos mal y has venido, Vale —dijo Martha, la mamá de Sofía, después de saludar a la amiga de su hija y comenta
Esa noche, Valeria llamó a sus papás para avisarles que iba a quedarse en casa de Sofía, pero tuvo que prometerles que, antes de hacer el trstaeo al apartamento en donde iba a mudarse pasaría al menso una noche más con ellos. —¿Por qué será que los papás están tan obsersionados con que sus hijos se queden con ellos? —dijo Valeria cuando terminó la llamada. —No lo sé, Vale. Quizá solo lo sepamos el día en que seamos mamás y nuestros hijos quieran irse de casa. —Nunca creí que te escucharía hablarle así a tus papás, como lo hiciste en la tarde —dijo Valeria mientras repasaba, con resaltador naranja, las direcciones de los apartamentos que iban a visitar al día siguiente. —Yo tampoco creí que lo haría alguna vez —contestó Sofía, que había encendido el televisor en su cuarto para buscar alguna película en Netflix—. Pero es que no voy a dejar pasar esto, la oportunidad de irme a vivir contigo y poder cuidarte. Valria giró para mirra a su amiga, —¿Para cuidarme? ¿De verdad es por eso