Valeria tuvo suerte de que la cara de Sofía estuviera de frente a ella e iba tan distraída, que cuando vio a su amiga la saludó agitando la mano y sonriendo. No fue sino hasta un segundo después de que Sofía la mirara con extrañeza, que Valeria se dio cuenta de lo que estaba por hacer. Logró sentarse en la mesa que tenía al lado en el momento justo en que Jaime se giró a mirar lo que había llamado la atención de Sofía.—¿Viste a alguien conocido? —preguntó Jaime a Sofía después de verificar que no había nadie, al menos reconocible, a su espalda.—Oh, no, fue que creí ver a un famoso, pero no, me equivoqué —dijo Sofía, tomando la mano de Jaime en ese momento para ganarse su atención y mie
Fanco no terminaba de creer lo que tenía ante sus ojos, mucho menos lo que había visto y todavía le costaba trabajo asimilar que, después de comerse tres bandejas de empanadas, Valeria todavía tuviera hambre. —¿Ordenamos, amor? —preguntó Franco.—¿Amor? ¿En adelante me vas a llamar así? —preguntó Valeria, algo sonrojada porque jamás hubiera creído posible que su jefe llegara a llamarla de esa forma y, menos aún, sentirse halagada de que él lo hiciera.—Había pensado en “tragoncita”, pero quizá a ti no te guste mucho —bromeó Franco.—Pero qué perceptivo eres…«Llámame así y verás a quién le hago tragar mis zapatos». A una seña de Franco, el mesero se acercó a la mesa para ofrecerles la carta.—Voy a pedir el steak con salsa de la casa —dijo Franco con la carta entre las manos—. Te lo recomendaría, pero la salsa tiene algo de picante y no sé si puedas…—Me encanta el picante —dijo Valeria, adelantándose a las palabras de Franco—, es más, ¿qué te parece una competencia?—¿Eh? Pero, no
Solo una enorme copa de helado consiguió que Valeria se sintiera, por fin, llena y, tomada del brazo de Franco, salieron a esperar el vehículo que los llevaría a casa. Toño, el dueño del restaurante, se despidió de la pareja, que se veía muy contenta, deseándoles que, en breve, le extendieran la invitación a su matrimonio. —Puede que llegue más pronto de lo que imaginas —dijo Franco—, y eso pese a que esta es apenas nuestra primera cita.Toño no supo cómo interpretar las palabras de Franco, porque no discernió si era una broma o hablaba en serio, pero igual los acompañó hasta la salida y solo regresó al restaurante hasta que los vio subidos en el carro.—Te recomiendo mi auto —dijo Franco al despedirse de su amigo—. Mañana enviaré por él, o puede que venga yo, no sé. Te avisaré. —Aquí estará como si lo hubieras estacionado en una jefatura de policía —dijo Toño—. No te preocupes.Ya en el carro que los llevaría a casa, Valeria pensó en llamar a Sofía para preguntarle cómo le había id
Antes de subir al apartamento, Valeria llamó a Sofía para saber en dónde estaba y no arriesgarse a que Jaime la pudiera ver. —Te oyes muy mal, Vale, ¿sigues sintiéndote muy enferma? —dijo Sofía al contestar—. Ya voy llegando. Será mejor que me esperes en la cama, no te vayas a exponer al frío, bueno. Te voy a preparar una sopita para que duermas. Valeria captó lo que su amiga quería decirle y, después de agradecerle, colgó. Subió al apartamento, se quitó el vestido y se puso una pijama. En el momento en que se estaba acostando, escuchó que Sofía entraba al apartamento y se despedía de Jaime, que había subido para acompañarla. —Nos vemos mañana, amorcito —dijo Sofía antes de cerrar la puerta.Valeria escuchó a su amiga cuando caminaba hacia la habitación. —¿Amorcito? —preguntó Valeria cuando vio asomarse a Sofía por la puerta— ¿Es lo que creo que significa?Con una sonrisa que surcaba su rostro, Sofía entró al cuarto y se acostó al lado de Valeria.—La cama ya está calentita, qué
Como habían acordado las dos amigas, al día siguiente fueron temprano a comprar los ingredientes para la preparación que Sofia tenía en mente, pese a que Valeria no estaba muy convencida de que las almendras fueran a combinar en un goulash de carne, como tenía pensado hacer su amiga. Cuando llegaron al apartamento de Jaime, a Valeria no le pasó desapercibida la mirada que su amigo hizo cuando la vio vestida con la sudadera que llevaba puesta, con un pullover dos tallas más grande. mientras que Sofía sí lucía una blusa ajustada y con un escote que hizo dar vueltas a los ojos de Jaime, lo mismo que a su compañero de piso, un joven que, pese a lo mal vestida que estaba Valeria, pareció encapricharse con ella desde el primer momento en que la vio. —Manuel, encantado de conocerte —dijo el amigo de Jaime, con un brillo particular en los ojos cuando vio a Valeria. Al observar a Manuel, y mientras Sofía saludaba a su novio con un beso, Valeria reconoció que era un joven apuesto, de tez ac
Franco pasó a recoger a Valeria casi sobre las 10 de la mañana. Después de haberlo acordado con su jefe, Valeria Había decidido ir vestida con una blusa muy similar a la que usó el viernes en la noche. —Le diré a mi papá que yo soy el padre. —Había dicho Franco la noche anterior—. Así que no habrá problema en que te vea embarazada desde el primer momento, y es lo que necesitamos que quede claro para que puedas asistir a la oficina sin tener que estar ocultando tu embarazo. Es que Valeria no estaba muy segura del efecto de su notorio embarazo tendría sobre el papá de Franco, confío en el criterio de su de su jefe, Además de no querer verse otra vez tan horrible como el día anterior, en el apartamento de Jaime, y mucho menos usar una faja que fuera a lastimar a sus pequeños- —¿Qué es lo que haces, Valeria, para estar cada día más hermosa? fueron las palabras con las que Franco saludó a su novia. —Espero que tu papá también se alegre de verme —respondió Valeria mientras se lleva
Ver al señor Carrizosa era como estar ante una proyección de Franco treinta años en el futuro. Era un hombre muy apuesto para su edad, que debía rondar los sesenta años, o al menos esa fue la impresión de Valeria cuando lo tuvo frente a ella y él tomó su mano para saludarla. Después de observarla a los ojos, Valeria vio la mirada del padre de su jefe estirarse por todo lo ancho y largo de su vientre.—¿Ya tienes una fecha aproximada para el parto? —preguntó el señor Carrizosa.Cuando Valeria estaba por responder, Franco se adelantó y contestó por ella.—Papá, todavía está muy pronto —Pero si es la barriga de una mujer con seis meses de embarazo, al menos —dijo el señor Carrizosa.Valeria hubiera querido decir en ese momento que el suyo era un embarazo múltiple y de ahí el tamaño de su barriga, pese a que solo tenía algo más de tres meses, pero sin siquiera saber cómo se tomaría Franco esa noticia la joven prefirió callar.—Tu cara me resulta conocida —dijo a continuación el señor Car
El solar era un gran espacio en el jardín trasero de la mansión, que parecía diseñado para la recepción de una boda de ensueño. Bajo el techo de un enorme kiosco de madera blanca, que parecía inspirado en la arquitectura de los elfos de la película de E Señor de los Anillos, el papá de Franco esperaba a que la pareja lo acompañara en el almuerzo que ya estaba servido. Sobre una mesa para doce comensales una fuente de plata rebosaba varias carnes de mariscos, crustáceos y pescados diversos, junto a una gran ensaladera de cristal que albergaba varios cortes de frutas y vegetales que estaban por desbordarse sobre una bandeja cubierta que, al ser destapada por el mesero, reveló una gran montaña de arroz blanco rodeada por una guarnición de papas en cascos.En sus veintitrés años de vida Valeria, nunca había visto tanta comida servida para solo tres personas y temió que todo lo que no se fueran a comer terminase siendo desperdiciado. Sin esperar a que uno de los meseros recorríase la si