Capítulo 16
Dos años después
—Por el cargo de asesinato ¿cómo encuentran al acusado?
—Culpable, señor juez —responde uno de los miembros del jurado.
—Por el cargo de secuestro ¿cómo encuentran al acusado?
—Culpable, señor juez.
—Por el cargo de tráfico humano ¿cómo encuentran al acusado?
¿Qué creen que dijo? Culpable, por supuesto.
La condena: cuarenta años sin opción a libertad condicional. Solo faltan treinta y ocho más, lo que me dejaría libre a mis setenta y tres años, si es que estoy vivo para entonces. Taylor sigue tratando de encontrar pruebas para impugnar la sentencia, aunque le he dicho que deje de intentarlo. No hay caso, Giuseppe manipuló los hilos a su favor y supo muy bien cuáles mover para asegurarse de que siga aquí ha
Melissa—Vamos, Moisés. Cómete la pasta rápido que tengo que llevarte a la escuela —le pido a mi hijo, a la vez que meto su merienda en la lonchera.—Estoy comiendo, ma. —Se queja.—¿Cómo que “ma”?—Sí, señora —bromea.—Déjalo ya, Meli. Son cosas de niños, es la moda —replica mi madre.Mírenla pues. Todavía recuerdo los chancletazos que me lanzaba si le daba una mala respuesta, pero como que las reglas de corrección no aplican para los nietos. Una vez que mi hijo termina de comer, le limpio la boca con una servilleta y le cuelgo su mochila en los hombros. La escuela queda cerca de casa y de ahí agarraré el carrito por puesto[1] para ir al centro de Maracaibo. Hoy es mi primer día en El Palacio del Blummer[2]
Tres años después—¿Prométeme que no te vas a burlar? —pregunta desde el vestidor de nuestra casa en Madrid. Decidimos poner mucha tierra de por medio entre los Bartoli y nuestra nueva vida. La familia de Mel también se trasladó aquí, viven en una casa que compré para ellos, habían estado separados por muchos años y quería que mi esposa los tuviera cerca.—No me voy a burlar —contesto desde la cama, donde la he estado esperando los últimos diez minutos.—Si te ríes…—No me reiré, maracucha. —A los pocos segundos, sale de su escondite y me deja verla.—¡Oh Dios! ¿Por qué pensabas que me burlaría de ti? Estás más hermosa que nunca, mi amor —confieso mientras me la como con la mirada.La relación malsana con Steven dejó
Cada vez que me miro al espejo, desconozco a la mujer que se refleja en él. He perdido mi esencia, mi humanidad. Rogué durante años por un milagro, pero dejé de creer que existiera un Dios al que pudiera pedirle algo como lo que yo necesito.Debería rendirme, dejar de luchar por seguir viviendo, o mejor dicho, sobreviviendo, pero no puedo. Simplemente, no tengo más opción que seguir adelante.Esta noche, me siento especialmente ansiosa sin saber por qué. He hecho esto por años, ya debería estar acostumbrada a mostrar mi cuerpo a cada desgraciado que paga la cuota, pero es inevitable. El asco y la vergüenza siempre arderán en mis venas. Creo que a pesar de todo, no he perdido toda mi humanidad; aún queda algo de mí salvable ¿habrá alguien que lo vea?Me quito la bata negra de seda y la dejo en el respaldo de la silla antes de salir a escena.
—Este año, nos honramos en otorgarle el premio Cannes Lions al señor John Alexander Stuart y a su agencia Stuart Publicity.El público aplaude de pie, aunque para mí no es la gran cosa. Ni el reconocimiento ni los premios me importan mucho, pero debo aparentar que sí. Desde hace muchos años, no hay nada que me haga feliz, y mucho menos algo tan superfluo como esto.Me levanto de mi asiento y camino hasta el pódium sin preocuparme por sonreír. Los que me conocen saben cómo soy y no pienso cambiar para su complacencia.—Buenas noches. Antes que nada, felicito a todos los que me acompañaron en esta categoría, fue todo un honor para mí. En segundo lugar, le doy las gracias a mi equipo de trabajo porque sin ellos no estaría delante de ustedes recibiendo este premio. Y por último, aunque no menos importante, le agradezco a mi madre, quien dio todo por
—¡Wow! John. Estuviste sorprendente. ¿De dónde salió todo eso? —pregunta Hanna con una sonrisa satisfecha.—¿Importa? —espeto de mal humor.—No te enojes, sabes que soy muy curiosa —ronronea mientras traza un camino descendente desde mi pecho hasta mi miembro todavía endurecido. —La curiosidad mató al gato, muñeca —aparto su mano de mi entrepierna y me levanto de la cama. Disfruté follándola, pero fue suficiente para mí.—Sí, pero se murió sabiendo —replica burlona. Cuando comienzo a vestirme, su sonrisa se convierte en un puchero infantil—. Quédate esta noche.—No hacemos eso, lo sabes. ¿Comprendes que esto no es una relación?—Sí, lo sé. Pero…—Pero nada. Buenas noches, Hanna.—Buenas no
Sabrina luce realmente hermosa en su vestido de novia. No puedo negar que Taylor hizo una gran elección. Ella también es abogada y, aunque es una riquilla de cuna, no es para nada la típica hija malcriada. Ha aprendido a defenderse sola en la vida sin depender de sus padres.Taylor sonríe como un tonto, hasta creo que está babeando un poco. Le hago una seña con la mano, rozando la comisura de mis labios como burla. Él gira los ojos con disgusto, lo que me hace sonreír. Disfruto molestándolo, es mi pasatiempo favorito.—… Puede besar a la novia —indica el oficiante. Los novios se dan un pequeño pico y todos en la iglesia aplauden emocionados. ¿Tanto alboroto por un beso?Luego de la ceremonia, llegamos al salón donde se celebrará la fiesta. La decoración es muy elegante, mientras que música instrumental armoniza el ambiente.
—Mamá, perdóname. Sé que hice mal al robarme esa manzana, pero tenía hambre. —John, te lo he dicho muchas veces: nunca tomes nada que no sea tuyo. Ven conmigo, le pedirás disculpas al frutero y le pagaremos la manzana. —Mamá… —repliqué—. Me da mucha pena. —Todos debemos asumir nuestros errores, John. Así como decidiste hacer lo malo, debes ahora hacer lo correcto. Estuve tan avergonzado de tener que admitir ante ese señor que le había robado, que aprendí la lección. Mi madre me enseñó con su ejemplo. Le tocó una vida difícil, pero nunca pasó por encima de nadie. No necesitas destruir a las personas para lograr tus objetivos.—¡Alex, nunca me había alegrado tanto de verte! —Le digo, mientras la saludo con un abra
Capítulo 5Esta mañana, mientras respondía unos emails en mi oficina, recibí una serie de mensajes que me dieron mucho en qué pensar.Al inicio, creí que se trataba de un error. El primer mensaje decía: «deseas con tanta fuerza algo durante tanto tiempo, que cuando lo obtienes, ya has perdido las esperanzas». Un segundo mensaje llegó con una diferencia de unos minutos. «Hay momentos en los que miras atrás y no sabes que pasó exactamente, solo sabes que, desde que sucedió, nada volvió a ser lo mismo». Pero ese estaba firmado por Melissa. Pensé por unos minutos si debía responderle. Después, planteé la idea de llamarla, pero de inmediato llegué a la conclusión de que eso sería un error. Que ella me estuviera escribiendo era un paso, y si hacía mal las cosas, retrocedería.Entonces escribí: