Aquella mañana hacia frio, mucho mas del que Adara había sentido jamás. Los cielos grises nuevamente anunciaban una tormenta, aunque quizás, esta no era tan devastadora como la que en esos momentos estaba sintiendo. Las noticias sobre Héctor habían finalmente llegado, su ex esposo estaba grave, muy grave. Había recibido un disparo que perforo uno de sus pulmones y aunque cuando la cirugía había salido bien, el hombre continuaba debatiéndose entre la vida y la muerte. ¿Cómo le daba aquella noticia a su hijo? Decirle a Nicolás que posiblemente su padre no volvería…era devastador. La mano de Gianina le acariciaba la espalda en un intento fallido por brindarle un poco de consuelo a la rubia, el panorama no era alentador, sin embargo, aún se mantenía la esperanza, y ella esperaba con toda sinceridad que aquella historia tuviera un buen desenlace, conocía bien a Héctor, estaba segura de que el hombre no se dejaría morir tan fácilmente, menos aun ahora que tenia grandes motivos para sobrev
Las nubes comenzaban a desaparecer poco a poco a medida que el avión comenzaba su descenso. Adara había viajado de regreso a España junto a su pequeño Nicolás y la amable Gianina, el hermano de ella les había pedido aquello como parte de la recuperación que Héctor estaba necesitando. La rubia se sentía triste, demasiado melancólica, toda su vida parecía estarse desmoronando…a Héctor le daban pocas esperanzas de llegar a sobrevivir. A su lado estaba durmiendo Nicolás, le había tenido que decir la verdad a su pequeño hijo, y, como era de esperarse, el niño había pasado gran parte del vuelo sollozando y aferrado a ella. Si Héctor moría…ella moriría con el…al menos en alma. Eran ya tantos los sufrimientos que estaba cargando que se sentía agotada, aun no terminaba tampoco de procesar la noticia de su inusual embarazo. Al menos por esos momentos tan solo quería concentrarse en Héctor, conservaba arraigada la esperanza a su corazón de que el iba a sobrevivir, nada iba a pasarle…nada debía
El sol se sentía cálido sobre su piel, calentado además de esta a su propia alma.Había sido una tragedia lo que había ocurrido, una que parecía en su momento no tener final, sin embargo, después del horror que sobrevivió, las nubes comenzaban a despejar el cielo y la tormenta parecía haber quedado demasiado lejos ya.Héctor sentía la mano de Adara sobre la suya, y los rayos del sol iluminaban sus cabellos rubios haciéndolos brillar como el oro. Los hermosos ojos de la mujer aún guardaban mucho dolor en ellos, reflejando el sufrimiento tan terrible al que había estado sometida y sus labios trémulos le narraban el horror del que había logrado escapar con vida. Sin embargo, no solo era lo que ya había ocurrido, si no, lo que estaba aun por ocurrir lo que lo mantenía al borde de las lágrimas.“Superfetación” “El me violo” “Estoy esperando a un hijo tuyo…y a uno de él”El sol calentaba su alma, haciéndole entender el miedo de Adara, miedo a su reacción, a ser culpada de estar esperando a
Tres años habían transcurrido desde que la tragedia había ocurrido. El juicio en contra de Noah Lennox, había sido realmente escandaloso, tanto, que la familia real había tenido que dar una postura, decidiendo abandonar en todos los aspectos a su infame pariente que los había avergonzado con aquellos actos tan cuestionables y aberrantes.Adara miraba el televisor; su hermana salía dando una entrevista sobre su caso, pues habiendo sufrido violencia doméstica, se estaba divorciando de su millonario marido en medio de un escandalo tambien, dando con ello paso a su nueva campaña a favor de los derechos de las mujeres. Estaba muy cambiada, y aun cuando no hablaban, Adara esperaba que todo aquello que su hermana estaba haciendo, diera los resultados que ella esperaba.Había estado recibiendo terapia durante un par de años en los que había aprendido a volver a amarse a sí misma después de la pesadilla que en carne propia había vivido y logrado sobrevivir. Las pesadillas se habían ido, y el m
A veces el amor, no es suficiente para repáralo todo.Adara miraba feliz aquella prueba positiva de embarazo. Aquel hijo o hija, era todo lo que una vez tanto ella como su amado Héctor habían esperado, aunque habían tardado un tiempo en conseguirlo, finalmente, aquella prueba, llenaba el corazón de la joven esposa y futura madre de dichas y dulzores, sin embargo, a menudo, nada es lo que uno espera.Al mismo tiempo, Héctor siente como el corazón se le rompe en mil pedazos, al mirar aquella fotografía que un anónimo a enviado a su correo. Las lagrimas se le resbalan desde los ojos, y el corazón roto le late a mil por hora al ver a la mujer que ama, la única a la que juro amar por siempre, le ha sido infiel y se la ve acostándose con otro hombre. Furioso, con el alma hecha pedazos, va hacia ella quien tambien se dirige hacia él.—¡Héctor mi amor! ¡No sabes que hermosa noticia tengo que darte! Escucha y mira es…—¡No quiero escuchar nada que venga de tu sucia boca mentirosa! ¿Cómo pudist
Amor, aquel sentimiento que siempre, aunque no querremos admitirlo, añoramos todos experimentar un día. Aquel sentimiento, el único capaz de llevarte por senderos en el paraíso o abismos en el infierno. Tan ambiguo, tan efímero, que al igual que una flor, en un instante se marchita…o tambien, como el fénix, de las cenizas renace. Héctor miraba a esa mujer, la misma que había abandonado años atrás, tocar con tanto sentimiento y devoción las teclas de aquel piano, que, por un instante, parecía no ser la misma mujer que dejo llorando en el frio suelo de aquella casa a la que una vez llamó hogar, había descubierto que su ex mujer se había convertido en una famosa pianista, un talento que siempre había tenido, pero que nunca creyó la llevaría lejos. Sus cabellos rubios caían como cascadas de oro enmarcando su hermoso rostro de muñeca, sus ojos brillantes, del color de los zafiros, permanecían concentrados, iluminados por algún sentimiento que le era desconocido, sus pequeños labios, rosad
En ocasiones el amor es doloroso, tanto, que aquella opresión que se siente en el pecho hace imposible el respirar. Te deja sin ánimos, sin ganas de seguir adelante…aun así, no dejamos de sentirlo.Héctor miraba el techo blanquecino de su estudio, con la mirada perdida en la nada y la mente plagada de preguntas y pensamientos. Aun recordaba a Adara, en lo preciosa que se veía tocando con tanta maestría aquel piano que, quizás sin quererlo, transmitía tantas emociones indescifrables que lo hicieron sentirse conmovido. Sin embargo, no era solo la hermosura de su ex esposa lo que lo mantenía al borde del abismo emocional…si no, tambien ese pequeño que se parecía tanto a el y que lo miro de manera extraña durante aquellos breves momentos en que casi lo tuvo de frente.Un par de golpes en la puerta de su estudio lo distrajeron, y autorizando a la persona para entrar, se acomodo nuevamente con porte regio en su elegante silla.—Señor Altamira —Saludo un hombre de aspecto osco y demasiado s
El viento soplaba frio esa mañana de noviembre. Adara caminaba presurosa hasta su auto, era la hora de llevar a su pequeño Nicolás al colegio y no quería retrasarse pues el tráfico se volvía insoportable a esas horas. Hasta ese momento, Héctor no había intentado contactar con ella, lo cual agradecía enormemente en aquellos días tan estresantes después de verlo. En su mente, aun rondaba demasiado persistente aquel temor de que su ex esposo supiera la verdad, conocía bien a Héctor, o, al menos, eso creía. Sabía que él no se quedaría con las manos quietas de saber que tenía un hijo, después de todo, ambos soñarlo con tenerlos. Nuevamente aquella sensación se apoderaba de ella, y es que, había sido tan duro cuando él la abandono. A nadie había amado como lo había amado a él, y cuando sus sueños e ilusiones se rompieron con su abandono, sintió que el mundo se le caía a pedazos.Le había costado un mar de sufrimientos el poder levantarse después de aquello, luego de llegar con unos dólares