Capitulo 24.1

Poco acostumbrado a cuestionarse a sí mismo, Marc intentó recordar que lo

había hecho de buena fe. Además, ¿qué había de malo en utilizar los medios a su disposición para conseguir lo que quería? ¿Desde cuándo era un crimen intentar que las cosas fueran a tu favor cuando sabías que eso era lo que debías hacer?

–A ti no te gustan las casas en el campo con habitaciones pequeñas y

muebles antiguos –le espetó Alejandra–. No sé cómo he podido creer que venías aquí los fines de semana a relajarte. Tú estás pegado al ordenador veinticuatro horas al día, ¿por qué ibas a querer relajarte en el campo Además, si quisieras relajarte, ¿por qué ibas a venir aquí cuando podrías ir a un hotel en cualquier parte del mundo?

Marcelo miró alrededor, levantando las cejas.

–Curiosamente, no me parece tan claustrofóbica como había imaginado.

–No entiendo cómo has podido engañarme.

Él suspiró, pasándose una mano por el pelo.

–Voy a llenar la bañera...

–¡Ésa no es una respuesta!

–Lo sé.

–N
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