–Como he dicho, no tienes experiencia moviéndote en una ciudad tan grande como esta. Dexter fue despedido de la compañía hace un año y medio. Trabajaba en una de las sucursales de la empresa en le departemento de informatica y lo pillaron intentando pasarle información confidencial a la competencia.
–No te creo –dijo Alejandra.–No quieres creerme –replicó él–. Te aseguro que no me hace ninguna gracia tener que contarte esto, pero estoy haciendo de buen samaritano.Naturalmente, después de eso fue despedido sin referencias de ninguna clase y desde entonces no ha trabajado para ninguna compañía importante. ¿Te ha dicho dónde trabaja?–No –Alejandra empezaba a marearse–. ¿Estás seguro de eso, Marcelo? Es Fácil confundir a la gente y... tal vez no sea la misma persona.–Yo no cometo ese tipo de errores, Alejandra tu me conoces esta clase de informacion no es algo que se dice a la ligera.–Todo el mundo comete errores.Marcelo decidió no responder.–Podría averiguar dónde trabaja. Pero para encontrar un puesto en otra empresa de informática tendría que haber falsificado referencias de mi compañía.–¡No soy una niña! Si David es la persona que tú dices, puedo preguntarle directamente.–Y seguro que él inventaría alguna mentira convincente.–Y yo me lo creería, ¿verdad? Como soy una ingenua.–¿Por qué me haces sentir como un monstruo? Estoy haciéndote un favor – dijo conteniendo el deseo de abrazarla.–A mí no me parece un favor. Aunque David Dexter fuera la persona que dices, tal vez haya alguna explicación. Y aunque fuese cierto, ¿qué tiene eso que ver conmigo?–Tal vez Dexter te buscó a propósito.–¿A mí? ¿Para qué?–Podría ser una coincidencia, por supuesto, pero intuyo que te buscó a propósito. ¿Tú sabes el dinero que se juega en el mundo de la informática? Por eso si Dexter quiere vender alguna idea, tal vez se le haya ocurrido hacerlo por una ruta diferente: a través de ti.Alejandra lo miró, incrédula. Marcelo podría estar equivocado, ¿pero cometería un error como ése? Cuando se trataba de los negocios, su inteligencia era legendaria. Todos hablaban de él con reverencia, con admiración, como si todo lo que tocase se convirtiera en oro.–¿Te ha hecho preguntas Dexter sobre la compañía?–Se ha mostrado interesado en mi trabajo...–Ah, claro.–Todo el mundo merece una segunda oportunidad. Incluso la gente que ha estado en la cárcel.Pero se dio cuenta de que el tema de su trabajo había salido a menudo en las conversaciones. Como se sentía halagada por el interés de David, a pesar de su constante distraccion no le había contado que lo que hacía en la compañía era irrelevante. Ni siquiera le había dicho que su oficina era del tamaño de un armario.–Creo que David Dexter está manipulándote para obtener información –insistió Marcelo.Alejandra se levantó para servirse un vaso de agua si hubiese encontrado algo mas fuerte tal vez hasta se lo tomaria, lo que Marcelo le estaba contando era casi increible, la enfurecía que hubiese decidido investigar a David para humillarla, diciendo luego que le estaba haciendo un favor.Se dio cuenta entonces de que prefería admirarlo desde la distancia. Entonces, que su corazón se volviera loco cada vez que lo veía había sido un poco inoportuno. Se recordaba a sí misma en la iglesia e inclusive en la casa pastoral , leyendo un libro y soñando despierta que Marcelo Alcantara se enamoraba de ella. A los diecisiete años, había sido un sueño muy bonito... No quería que le prestase tanta atención, no quería que pensara que tenía que cuidar de ella como si fuera una niña pequeña. Quería que volviera a ser el hombre al que admiraba de lejos...Alejandra parpadeó para volver al presente.–¿Qué información podría querer sacarme David ? Yo no sé nada sobre informatica y mucho menos sobre software. Tengo un ordenador en el despacho, pero apenas lo uso. Y no sé nada sobre los programas en los que trabaja la compañia. ¿Qué iba a contarle?Marcelo que hasta el momento continuaba sentado decidio caminara hacia la ventana para alejarse un poco de ella, pero era una habitación muy pequeña y desde cualquier ángulo se veía enfrentado con esa cara de ángel...–Te equivocas si crees que David me ha buscado para robar secretos de lacompañía –insistió.–Tú y yo sabemos que no puedes contarle nada sobre la compañía, pero el no lo sabe.–Por favor...–Ese hombre está utilizándote y tienes que librarte de él. Desde mi punto de vista, te conviertes en un peligro en el momento que se cuestiona si se puede o no confiar en ti –dijo –¿Qué? Pero tú sabes que yo nunca le contaría nada a nadie... ¡y no hay nada ue pueda contar!–Por el momento.–¿Estás diciendo que no confías en mí?Marcelo se encogió de hombros.–Las charlas de cama crean una magia extraña. ¿Quién sabe si Dexter podría convencerte para que le pasaras algún archivo? El conoce el edificio, puede decirte qué archivos le interesan o dónde buscar. No hay ninguna posibilidad de que consiga algo importante, pero no estoy dispuesto a arriesgarme, ni arriesgar a todas las personas que confiaron en mi y en mi Compañia. –Muy bien, me lo pensaré –tuvo que decir por fin.–Tendrás que hacer algo más que eso.–¿O perderé mi trabajo?–Lamentablemente, así es.No parecía sentir el menor remordimiento, como si no tuviera importancia. Y Alejandra, por primenra vez esta presenciado no la genialidad de la que tanto ha escuchado sino la cruel realidad a la que es capaz de someter Marcelo Alcantara a sus enemigos comerciales.Se dejo caer en el sofa algo abatida y abrumanda por la situacion. Mracelo tuvo que hacerse el fuerte para no consolarla. Pero lo hizo, dejó que el silencio se alargara y unos minutos después salió de la habitación, el sonido de la puerta al cerrarse como una bomba.Después de haber descubierto que Dexter era un estafador, había esperado que Alejadra le diese las gracias. Si alguien le hubiera dicho a él que una de las chicas con las que salía sólo estaba interesada en su dinero, se habría librado de ella inmediatamente, agradeciendo que le hubieran dado esa información. Claro que él era una persona realista, Alejandra no lo era.En lugar de echarle los brazos al cuello para darle las gracias, se había mostrado incrédula, desagradecida e incluso lo había puesto en la posición de tener que darle un ultimátum. ¿No decían que las buenas obras siempre recibían un castigo?Marcelo pasó el fin de semana inquieto. No podía creer que Alejandra eligiera un hombre al que apenas conocía por encima de su consejo y por encima de un trabajo más que bien pagado. La idea de despedirla, aunque no tendría otraopción si no dejaba a David, no lo llenaba de entusiasmo precisamente mejor seria decir que tenia desde el viernes el estomago revuelto y el fin de semana que debio de ser tranquilo y relajante fue todo lo contrario para el.Su madre nunca le pedía nada. Incluso cuando se encontró sin dinero y sin hogar, ni una sola vez le había pedido ayuda. Lo único que había hecho era protegerse a sí misma de la crueldad de la prensa, de modo que la idea de decepcionarla no le resultaba nada agradable. Pero al final del domingo estaba dispuesto a hacer lo que tenía que hacer y no perdió el tiempo debatiendo los pros y los contras.A las siete, aparcaba su auto frente al edificio donde vivía Alejandra. La había llamado un par de veces sin recibir respuesta y la luz de su habitación estaba apagada, de modo que no estaba allí. Daba igual, la esperaría. No se detuvo a analizar si era correcto aparecer en su casa para preguntarle si había tomado una decisióndefinitiva sobre lo que iba hacer. Había estado de mal humor todo el fin de semana, pero empezaba a animarse y estaba hablando por el móvil cuando ella apareció.Alejandra no vio el auto aparcado junto a la furgoneta blanca de su vecino. Francamente, no se daba cuenta de nada mientras sacaba las llaves del bolso con manos temblorosas y tampoco oyó los pasos en la acera cuando por fin abría el portal.Pero cuando alguien puso una mano en su brazo, lanzó un grito y golpeó a su atacante en la cara con el bolso.–¡Por el amor de Dios! ¿Se puede saber qué haces?¡Marcelo!Conteniendo el deseo de golpearlo otra vez, Alejandra entró en el portal y estuvo a punto de darle con la puerta en las narices... y lo habría hecho si Marcelo no la hubiera sujetado con la mano.–¿Qué haces aquí?–¿En este momento? Preguntarme si me has roto la mandíbula, mientras se frotaba la cara –respondió él–. ¿Qué llevas en el bolso, piedras?–Si no aparecieras de repente como un ladrón, no te habría golpeado. – Estoy empezando a creer que cuando se trata de ti, el aspecto engaña –admitió él.–No me apetece hablar contigo.–¿Por qué no? ¿Dónde has estado?–No es asunto tuyo, te puedes largara ya habalremos mañana.–Sabes que no voy a marcharme. No llegamos a una conclusión el otro día.Alejandra no dijo nada mientras subía al segundo piso, pero en caso de que pensara darle con la puerta en las narices, Marcelo puso una mano en el quicio.–Te he dicho que no quiero hablar contigo –repitió Alejandra. Aunque no sabía para qué se molestaba porque allí estaba el, en su habitación, esperando una respuesta. Y sabía que no se iría sin recibirla.Ya no se trataba sólo de que saliera con el tipo equivocado, sino que ese tipo podría ser una amenaza para su compañía. Entendía su ansiedad, pero eso no significaba que le gustase verlo allí otra vez, haciéndola sentir incómoda.Alejandra se quitó el abrigo, pero debajo no llevaba un vestidito negro, sino un pantalón vaqueroque se ajustaba a su figura como un guante y un cardigan grueso abrochado hasta el cuello. Y, sin embargo, él no podía dejar de verla con aquel vestido negro tan sexy. Y luego sin el vestido, desnuda, echando la cabeza hacia atrás para que pudiera jugar con sus generosos pechos, llevando una mano hacia su erección...La inmediata reacción de su cuerpo lo sorprendió de tal modo que tuvo que apartar la mirada de ella, esto era lo que mas le desconsertaba y le inritaba llevaba tod el fin de semana teniendo fantacias con Alejandra logrando que su cuerpo estuviese tan insatisfecho y lleno de hambre.–Sí, lo sé.–Ese tipo no te merece, Alejandra.–¿Cómo sabes que he estado con el? Bueno, da igual, no me lo cuentes. Hemos terminado, así que ya no tienes que preocuparte.–Me alegro –dijo él–. Has hecho lo que debías hacer.–No te importan los sentimientos de nadie, ¿verdad? Lo único que te importa es tu empresa. No te importa que David haya sido el primer hombre con el que he salido desde que llegué.–Y mira cómo ha terminado el asunto. Si crees que ahora te ha roto el corazón, imagina lo que habría pasado si hubierais salido juntos durante unos meses o un año. ¿Cómo te habrías sentido si te hubiera dejado entonces porque no podías darle lo que buscaba?–¿Cómo puedes ser tan frío? –exclamó.Pero lo peor de todo era que tenía razón. En cuanto le contó a David que había decidido dejar su trabajo en la compañía, sintió que él se apartaba. Su entusiasmo por pedir la cuenta mientras ella le hablaba del estrés de trabajar en una compañía tan grande y su deseo de buscar empleo en algo relacionado con la jardinería habría sido gracioso si no fuera tan deprimente.Nunca sabría si había salido con ella para intentar robar secretos de la empresa, pero estaba claro que había querido encontrar la forma de infiltrarse, tal vez para vengarse de gran jefe por haberlo despedido.Sabía que era un manipulador y un sinvergüenza, pero eso no le hacía mucho bien a su autoestima. Y que Marcelo estuviera allí prácticamente riéndose de ella era la gota que colmaba el vaso. –Tú no sabes lo que es llevarte una desilusión así. Eres como un bloque de hielo.–Era un manipulador...–¡Ya sé que era un manipulador! Y sé que esa relación no habría funcionado, pero estaría bien que no me lo restregaras por las narices. Todo esto es una broma para ti porque no quieres tener una relación con nadie.–Te he hecho un enorme favor.–Pues no me apetece darte las gracias.Estaban a unos centímetros el uno del otro. Alejandra no sabía cómo sus pies la habían llevado hasta él, pero algo era seguro es que se quedó sin aliento al miralo a los ojos.–¿Te sientes mejor ahora? Es lógico que te enfades, Alejandra. Lo comprendo.–No estoy enfadada.–Si no te enfadas de vez en cuando, la gente te tomará el pelo. Si quieres, buscaré a Dexter y le daré una paliza en tu nombre.Ella parpadeó, sorprendida.–No creo en la violencia.–Siéntate. Voy a hacer un café.–¿Por qué estás siendo tan amable?Marcelo esbozó una sonrisa que aceleró su corazón. Pero se había llevado un disgusto esa tarde y la idea de estar sola le parecía deprimente. Además, aquélla era una faceta de Marcelo que no había visto antes y le apetecia ser mimada un poco aunque solo fuera un simple cafe lo que el estaba haciendo, por lo menos esoreconfortaba a su autestima un poco. Cuando se puso en cuchillas a su lado para ofrecerle una taza de cafe, Alejandra se sintió especial aunque solo fuese por un breve momento.–Tenías razón –admitió por fin–. Mi sitio no está aqui.–¿Porque un tipo te ha engañado? No puedes darte por vencida tan pronto – Marc see sentó frente a ell
–A veces hablar es sexy...Y mientras la tocaba, alabando su cuerpo a medida que la desnudaba, Alejandra descubrió que era verdad. Era muy, pero que muy sexy escuchar todo lo que el le estaba diciendo y como paso a paso iba cumpliendo con cada una de sus palabas. Pero estaba deseando que le quitara los pantalones y ella misma lo ayudó, moviendo las piernas hasta que acabaron en el suelo, junto con el resto de la ropa.–¿Estás húmeda por mí? –susurró Marc–No digas eso, me da vergüenza –Alejandra apenas se reconocía a sí misma, era como si su cuerpo tuviese vida propia y respondiera por instito a las carisias del hombre.–Nunca pensé que tú y yo... –empezó a decir él, acariciando un pezón conlos dedos–. ¿Te gusta?Marcelo no hablar demasiado en la cama y estaba sorprendido consigo mismo del comportamiento que estaba teniendo con Alejandra pero empujo a un lado todas las dudas que esto le estaba generando y se dedico por completo a la mujer que tenia delante suyo.–Más de lo que pu
–Y no estaba usándote para ahogar las penas, no soy esa clase de persona. Además, no entiendo por qué te preocupa cuál haya sido la razón. No es que tútengas precisamente grandes prejuicios cuando se trata de acostarte con una mujer. Ll a larga lista de mujeres que han defiladopr tu vida en el cortotiepo que llevo trabajando para ti, dice mucho.Enfadado, Marcelo la miró mientras se ponía el pantalón.–No puedo creer que esté escuchando esto.–Tú dices lo que piensas y yo también.–¿Quieres explicarme qué has querido decir con eso?Ella no quería explicar nada.Solo queria que el se fuera pero por la forma en la que la miraba a menos que le dijera algo, se quedaria en su apartamento.–Yo me encargo de comprar los regalos para las chicas que ya no te interesan, asi que me parece a mi que no tienes ningun problema en utilizar a las mujeres –le espetó–. –Entre esas mujeres y yo hay un entendimiento mutuo.–Muy bien, como quieras. No me apetece seguir discutiendo.–Desde el principio les d
Alejandra no fue tan estúpida como para pensar que el resto de la velada cambiaría las cosas de una manera milagrosas o que el dia siguiente estaria lleno de optimismo para ir a trabajar. El lunes llegó y ninguna de las conversaciones que tuvo consigo misma la hicieron sentir mejor. Las charlas habituales entre sus colegas de trabajo que se encontraban esperando el ascensor para ir a sus puestpos de trabajo, hoy no fueron una distraccion para ella sabia que pronto tendira que ir a la diminuta oficina, pero algoera seguro para ella no tenia planeado pasar el invierno en esta oficina pensaba terminar los quince días reglamentarios para irse y luego desaparecer de esta ciudad y de la vida de Marcelo.Este comportamiento ha estado sucediendo durante demasiados años,tenía ilusiones y creaba fantasías salvajes, y no quería dejar que dominaran su vida, sabiendo bien que para el ella solo habia sido una aventura de tantas.Tampoco pensaba que sus sentimientos dictaran su vida, tuvo que admi
La oficina de Helena era preciosa, con una puerta con vistas a la oficina del CEO, más grande y aún más lujoso. como secretaria dijo cuál sería su trabajo, Alejandra pensó que tal vez vería a Luc todos los días. Podrá olvidar su fascinación por él durante días. Y lo deseaba con todas sus fuerzas. Durante una semana y media todo parecía ir más o menos bien. El trabajar codo a codo con Marcelo era increibe sin importar la hora que ella llegara ell ya estaba en la oficina, trabajaba sin parar en ocaciones lo encontro con los pies sobre la mesa y la corbata torcida, su mente trabajaba a tal velocidad que apenas podía respirar.– ¿Entendido? Alejandra se levantó y asintió. Pero Marc la miró con una sonrisa. Durante la última semana y media, la había tratado con frialdad. Ahora, mientras el reloj marcaba la hora del almuerzo, por fin estaba mirándola a los ojos y el nerviosismo queapenas había podido contener hasta entonces salió a la superficie.–Parece que estabas escondida –empezó a d
Ella empezó a hacerle una lista de las llamadas que había recibido y de los progresos que ella había hecho con una empresa editorial en la que Marcelo habia mostrado interes, ella le esaba prestando especial interes porque esta se especializaba en libros relacionados con la jardineria y el paisajismo. La empresa había despertado su interés porque estaba especializada en libros de jardinería. Nerviosa, y temiendo pasar en silencio el resto del viaje, empezó a hablar sobre los diferentes proyectos a implementar para rejuvenecer la editorial y atraer nuevos clientes interesados en los lobros que publicaban.–¿Qué te pasa? –le preguntó por fin, al verlo tan serio–. ¿Por qué insistes en acompañarme a la pensión? Voy y vengo sola todos los días. No necesito que hagas de guardian, ya te lo he dicho.–Dime qué más cosas has hecho hoy, aparte de hablar con clientes.Alejandra empezó a sudar. Y estaba claro que iba a verse obligada a responder porque Marcelo no le dio oportunidad para negarse s
Cuando mucho más tarde se volvió hacia ella y le dijo muy serio que debería reconsiderar su renuncia, pensó, con optimismo, que no podía soportar estar separado de ella, que tal vez comenzaba a sentir algo mas que atraccion sexual hacia ella.–La situación ha cambiado –siguió sorprendiéndose a sí mismo.Que su amante trabajase para él no era precisamente la situación ideal, la posecividad quesentia hacia Alejandra era demasiada no sabi si podria controlarse si en algun momento alguno de sus trabajadores intentara conquistarla. Asi que tuvo que admitir aunque no quisiera que se sentia celoso de cualquier hombre que la mirara con interes. –Lo sé –dijo ella, pasando las manos por sus anchos hombros–. Es peor.–No me digas que sigues preocupada por el trabajo –murmuró –Si haces eso, no puedo pensar –Alejandra lo acarició suavemente y experimentó una oleada de poder al sentirlo temblar.–Lo mismo digo –Marc separó sus piernas con las manos.–No hagas eso. Estamos... hablando –intentó
–¿Por qué no pasamos del postre? –sugirió, tirando de ella para sentarla ensus rodillas–. Tengo hambre de otra cosa...–Sólo piensas en sexo –bromeó Pero no protestó cuando empezó a quitarle el vestido y tampoco cuando inclinó la cabeza para rozar delicadamente un pecho con su boca, sucumbiendo al placer que le ofrecían sus labios. Marc la llevó en brazos a la cama. Disfrutaba al escuchar sus gemidos y jamás se cansaba de verla desnuda, el cabello extendido sobre la almohada, su voluptuoso cuerpo entregado. Aunque sabía que era suya, tenerla no había disminuido su deseo por ella. A veces, en la oficina, bajaba a la primera planta con cualquier excusa para verla, para rozarla con un brazo.Sabiendo que no se verían en unos días, quería que aquella noche durase todo lo posible y la acarició con los dedos y con la lengua hasta que Alejandra le suplicó que la hiciera suya. Cuando por fin se enterró en ella estaba tan húmeda que no pudo aguantar más que unos minutos antes de dejarse ir.