59

           Cuando estoy más sumida en mi miseria, lista para abandonar el departamento y olvidarme de que alguna vez tuve el cariño de Nikolai y ya no volverá a regresar, toma mi mano con gentileza, me detiene; mi corazón parece dejar de latir, como si estuviera esperando descubrir si es una señal de esperanza o el último puño de tierra sobre mi tumba. Volteo lentamente y lo veo detrás de mí, tiene la mirada clavada en el piso mientras que lo veo apretar los dientes.

—¿Kurt? ¿El rubio que te fue a dejar a tu trabajo?— me quedo confundida, ¿Nikolai estaba cerca? mi voz no sale, me quedo callada y Nikolai interpreta mi silencio como un sí. De repente suelta mi muñeca y camina de regreso hacia la cama mientras su respiración se hace más agitada, sus manos se posan en su cabello peinándolo hacia atrás haciendo que

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