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—¡¿Qué pedo?! ¡¿Qué pasó?!— corre hacia mí Ed con preocupación, se asoma por la ventana conmigo, pero no sabe que buscar y al igual que yo no es capaz de ver nada.

—Una rusalka… había una rusalka en la casa— volteo hacia él, me toma del rostro y empieza a inspeccionarme.

—¿Estás bien?— sus ojos me inspeccionan el rostro y después baja por mi cuerpo mientras extiende mis brazos como buscando algún golpe o indicio de herida.

—Estoy bien, ella fue la que salió mal parada— le digo con una sonrisa llena de orgullo y de inmediato me toma por el cuello y me da unas palmadas en las mejillas.

—¡Esa es mi hermana, chinga!— me zafo de su agarre y lo veo fijamente con una sonrisa.

—Está buscando a nuestros padres y dedujo que yo no era su hija, está casa ya no

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