—Lo siento tanto —dice Dusha a mi lado acariciando mi espalda.
—La perdí. —Ahora el significado se vuelve abrumador, agonizante, la perdida es absoluto, no solo se fue, sino que dejó de existir.
—Creo que… fue suficiente —dice Irina y el doctor coloca de nuevo la sábana encima del cuerpo.
—¡NO! —Tomo la mano del médico deteniéndolo—. Quiero estar a solas con ella.
Se ven entre ellos, dudando de mi cordura, pero necesito quedarme solo un poco más. Dusha asiente con la cabeza y toma de la mano a Irina dándole un ligero apretón; Irina entiende la señal y hace un movimiento con la cabeza invitando al doctor a seguirlas hacia afuera de la morgue.
Me apoyo contra el borde de la plancha mientras ellos salen por la puerta. Veo el cuerpo inerte, el cuello cortado y las lesiones en su carne; ya no tiene la blancura que tenía en vida, ahora es de un color verdoso amoratado, carne en putrefacción. Mis piernas no responden, mis rodillas se doblan y caigo a
—Por favor, por aquí. —El verdugo señala con una mano otra puerta.Camino con paso precavido, un escalofrío me recorre por completo. Es una recamara, una cama en el centro y un closet, nada ostentoso ni elaborado; aprieto los dientes y tengo ganas de salir corriendo. El verdugo me toma de la mano y me lleva hacia una puerta dentro de la misma habitación, cuando la abre muestra un baño sencillo y pequeño, una regadera, un retrete y un lavamanos. Se acerca a las llaves y las giras haciendo que caiga agua de la ducha, se remanga la camisa y mide la temperatura.—No sé qué tan caliente te guste el agua, pero a mi parecer, esa es una temperatura agradable. —El verdugo se seca la mano con una toalla.No sé qué cara he de estar poniendo, pero le causa risa.—Aquí están las toallas para que te seques en cuanto termines, dentro hay jabón y shamp
Se trata de pasta con camarones, el olor es sublime; hay pan de ajo en el centro y un pequeño plato con aceite y vinagre balsámico para remojar el pan así como queso parmesano. —¿No tienes hambre? ¿Me dirás que ese potaje que te sirven todos los días es mejor que esto? —pregunta con una sonrisa, seguro de que voy a caer en la tentación. —¿Me quieres envenenar? —Es lo único que se me ocurre para justificar todo esto. Libera una carcajada estridente que me hace retroceder un par de pasos. De pronto veo el tenedor al lado del plato convenciéndome a acercarme, me siento frente a la mesa y el verdugo pone sus manos en mis hombros el tiempo suficiente para acariciarlos. —Si te quisiera matar, no sería por medio de un veneno… —Entonces solo quieres intoxicarme… —En verdad es hilarante tu sentido del humor. —Saca una botella de vino de una cubeta con hielo y con habilidad lo descorcha para servirlo en dos copas. Cuando lo tengo a mi la
—¿Me dirás que esto lo hiciste para hacerme una mejor persona? —Intento reírme, pero al mismo tiempo lloro desesperada, creo que me estoy volviendo loca. —Ahora podrás matar sin remordimiento, dormirás como un bebé aunque tus manos estén llenas de sangre… —Te mataré… Juro que lo haré… —siseo con odio. —Lo sé… No podemos existir dos criaturas como nosotros; yo te formé y es justo morir en tus manos… Créeme, lo espero con ansias. —Levanta su copa hacia mí y bebe el resto de su contenido—. Al inicio me dijiste que entre más tiempo te dejara vivir, más posibilidades tendrías de matarme y tienes toda la razón, estoy seguro que saldrás de aquí y también estoy seguro de que regresarás por mí y no pienso huir, aquí estaré, esperándote con ansias. —Estás loco… retorcido, enfermo… —Cada palabra sale con odio. —Lo sé… —Llévame a mi celda. Se levanta y en cuanto abre la puerta, extiende su mano dándome el paso. Llego hasta él, clavo mis oj
Erika ve a su rata y después se levanta, camina hacia nosotros, toma mi mano con sus escasas fuerzas y da los últimos pasos para rebasar la puerta. —¿Ahora qué? —pregunto a Edward que ve a Erika desconcertado. —Síganme —responde después de parpadear un poco para regresar a la realidad. Caminamos por el pasillo; todo está en absoluto silencio. Seguimos a Edward por el camino contrario a la sala de torturas y con su tarjeta comienza a abrir puertas. —Tendremos que correr —dice Ed en voz baja. Al final del pasillo dos guardias caminan hacia nosotros; no nos han visto aún pues están platicando entre ellos. Edward corre acortando la distancia y con su tabla golpea al primero en la cabeza, arrojándolo contra la pared, el segundo intenta apuntar su arma, pero Ed la golpea con su tabla haciendo que los disparos impacten en el piso. Corro hacia el primer tipo en el suelo, busco entre su ropa y saco una pistola tipo escuadra, me yergo y apunto c
—No. —La voz del fantasma de Sam suena suave y triste dentro de mi cabeza—. Nos abandonaste. —Acerca su mano a mi mejilla, pero no la siento. —No… No las abandoné… ¡NO! —grito con fuerza y me alejo, herido, rabioso, de pronto siento que la odio—. ¡Tú me abandonaste! ¡Me dejaste y me arrebataste a Misha! —¿Qué esperabas? Me ibas a cambiar por Irina —contesta y una lágrima corre por su mejilla. —Jamás te hubiera cambiado por Irina. —¿Cómo esperas que te crea? La defendías de mis palabras… Regresaste a La Bratvá por ella. —¡Lo hice por nosotros! —¡Yo jamás te lo pedí! —su grito se escucha en mi cabeza generando eco—. Me lastimaste, me traicionaste, me heriste… —No… No… ¡NO! —Tomo mi cabeza entre mis manos y la aprieto tratando de que está alucinación termine—. ¡Vete! ¡Aléjate de mí! No eres más que un fantasma retorcido de Samantha. —¿En verdad quieres que me vaya? —pregunta sabiendo mis intenciones por hace
He compartido mi vida con él, ha sido mi mejor amigo, claro que lo considero mi hermano pese a todo. De pronto sale de la cabaña Piero, agotado; intenta sonreír, pero en vez de eso se deprime más al verme. —Lamento no haber llegado antes —dice bajando la mirada. —Llegaste en el momento en el que tenías que llegar. —Le sonrío y pongo mi mano en su mentón obligándolo a levantar su rostro hacia mí. —Cuando encontré a Edward y pude convencerlo de que tú lo estabas buscando, llegamos directo a la casa y vimos el desastre que quedó después de tu captura… No creí que te podría encontrar —dice con el corazón roto. —Pero lo hiciste, por algo te llaman La Volpe ¿no?, eres el mejor encontrando a tus objetivos. —Fue difícil, demasiado… —Levanta su mirada hacia Edward y le sonríe— …pero tu hermano ayudó, así como sabe esconderse, también sabe buscar. —Lamento lo de Miri —digo cambiando de tema y bajo la mirada, aun recordando a esa pobre c
Tomo un baño caliente y mientras el agua cubre mi cuerpo, veo mis manos con la piel pegada a las falanges; busco mi rostro, palpo los pómulos puntiagudos y mis mejillas hundidas así como mis ojos en las cuencas. Tengo moretones y cortadas que están cicatrizando, es como si hubieran estampado en mi piel blanca un pedazo de cielo nocturno, una galaxia de colores violetas y negros con los bordes verdosos, con la diferencia de que tengo derrames en vez de estrellas. Envuelvo mi cuerpo en una toalla y salgo del baño; acaricio mi cabeza, el cabello es apenas una capa delgada de un par de centímetros. Entro a la habitación y me planto frente al pequeño tocador de madera para verme al espejo. Tengo hematomas en la frente y pómulos, mi labio roto hinchado y amoratado así como mis ojos están rodeados por una sombra negra que azulea. Aun llevo las marcas de cuando me agarraban por el cuello, sus dedos están nítidamente delineados en tonos morados y marrones. Abro la toalla vien
Me hago a un lado dejando que entre. ¿Qué hace aquí? Me asomo al pasillo que lleva hacia el elevador, pero no hay nadie, pensé que Óscar la estaría acompañando. —Vengo sola —responde ante mi comportamiento. Cierro la puerta y regreso mi atención hacia ella que sigue meneando sus brazos, haciendo que la pequeña criatura permanezca en silencio y cómoda. —¿Qué haces aquí? —No conoces a mi hijo… Pensé que si no vas a la casa entonces el pequeño Mateo podría venir a visitarte. —Me sonríe de forma gentil y su mirada destila ternura. Me acerco con desconfianza pues entre ella y yo nunca hemos tenido más cordialidad que la que aparentamos de manera hipócrita cada vez que tenemos que estar en el mismo lugar, pero hoy es diferente, su comportamiento es cálido. ¿Será algún efecto de la maternidad? —Anda… Acércate —dice mientras destapa un poco al pequeño Mateo. Me asomo y lo veo dormido, solo su rostro está a la vista. Me recuerda a mi pe