—Hermosa, alta, ojos verdes y grandes, pestañas largas, rubia, parece una maldita Barbie. —Después de describir a esa tonta, tomo el chocolate y leo la etiqueta, se lo regreso—. No me gusta el coco.
—Pero… ¿te gusta el chocolate?
—Sí, me gusta el chocolate, pero este chocolate tiene coco y no me gusta el coco. —Sigo con la mano estirada hacia él esperando a que tome su golosina de regreso.
Tuerce los ojos y me arrebata el dulce, lo desenvuelve y se lo mete a la boca para después buscar otro dentro de su saco.
—¿Pasas? —Lee la etiqueta y me ve fijamente con los ojos entrecerrados.
Sacudo la cabeza como negativa.
—¡Di nuovo! —exclama exasperado antes de meter de nuevo la mano a su saco. No puedo evitar sonreír. Saca otro chocolate y vuelve a leer—. ¿Trufa?
Extiendo mi mano para tomarlo de
Me levanto del sillón y Regi se recorre hacia la orilla de su cama, dejándome un espacio para acostarme a su lado. Cuido no aplastar ningún aparato o venoclisis al acomodarme. Ambas vemos el techo con atención, ella recarga su cabeza en mi hombro y aunque sé que esto la tortura, no llora, supongo que ya se acostumbró al abandono de su mamá. —Dijo que volvería en un par de días, que dejaría algo de dinero en su cajón por si necesitaba y que cualquier novedad le mandara un mensaje porque no iba a atender llamadas. —¿Cómo te sientes? —Tomo su mano y entrelazamos los dedos. —No sé qué es peor, que tu esposo se vaya a trabajar con su amiga, la golfa esa, o que mi madre no me quiera y no le importe abandonarme a mi suerte —dice casi en un susurro—. No sé quién está más jodida. —Empieza a reír y a llorar al mismo tiempo. —Sabes que cuentas conmigo y con Kony… —Lo sé… Lo he notado, son lo único bueno que me queda. —Creo que deberías de dormir
Cubro mi boca y de nuevo las lágrimas salen de mis ojos, recordando la mirada gentil de mi madre, su sonrisa; mi padre, siempre con el ceño fruncido, pero dadivoso, buscando darle todo a sus hijos y a su esposa. Me aterra intentar recordar más. ¿Cómo sonaban sus voces? No las puedo escuchar en mi cabeza, ¿será que estoy destinada a olvidarlos poco a poco? — Me imagino lo difícil que fue…—dice Ciro apenado por mi dolor. —Ellos eran tan sabios, siempre tenían un buen consejo para mí, me pregunto: ¿qué dirían de lo que me ocurre en estos momentos?, estarían apenados de las decisiones que tomé. —No tendrían por qué, gracias a esas decisiones eres quien eres… Siempre se aprende algo, eso hace que valga la pena. —Pone su mano en mi hombro y su mirada está cargada de gentileza. —Mi madre siempre decía que había dos formas de afrontar la vida, viviendo cada error, cayendo y levantándose o experimentando en cabeza ajena, viendo los errores de los demás y apren
Durante el camino me entero de que Óscar y Cat irán a la casa, en una clase de festejo por los nuevos planes, además, Nikolai le ha pedido a su amigo que mande a un grupo de rusalkas y berserkers a cuidar de mí; no es que me agrade mucho la idea, pero parece que estará más tranquilo al irse, ya que si se enteran sus enemigos de mí y de Misha, no tardarán en venir por nosotras. De eso se trata estar en estos negocios, venganzas, traiciones, torturas, quitarte lo que más amas y dejarte solo.Llegamos a la casa al mismo tiempo que nuestros amigos, salimos de ambos autos y nos recibimos con abrazos y cumplidos. Adentro se encuentra Misha jugando con su pegaso y su sirena en la sala. Cuando se percata de nosotros se levanta casi de un brinco del sillón y corre a recibirnos, ve con sorpresa y mucha ilusión las rosas que me regaló su padre.—¡Está enorme! —dic
—Ey, uspokoysya… Es solo una drug… —dice Óscar después de carraspea un poco; está mezclando ruso en sus frases y no le entiendo—. Oye, tranquila… Es solo una amiga, prácticamente crecimos juntos, no hay nada de que… —De pronto se queda en silencio, pensando mejor sus palabras con el vaso contra sus labios, pero sin beber del contenido; su mirada se queda fija en mí y decide dejar de nuevo el vaso en la mesa— …necesito ir al baño. —Empuja su silla y se levanta con torpeza—. Con permiso, damsky. Nos guiña un ojo y decide subir las escaleras a trompicones dejándonos solas, cuando sus pasos ya no son audibles, me levanto de mi asiento, me sacudo los pantalones y camino hacia las escaleras. —¿A dónde vas, Samantha? —pregunta Cat con desconfianza. —Ah… Al baño —respondo y subo los primero escalones. —Óscar está en el baño… Irás a espiar a Nikolai e Irina, ¿me equivoco? —Se levanta balanceándose con su peculiar abdomen. —No
Tengo muchas opciones, pero huir es la más sensata. ¿Qué pasaría si entro en este momento a reclamar? Tal vez los detendría, pero… ¿Por cuánto tiempo? Si Nikolai ha tomado la decisión de estar con ella, mis reclamos no serán suficientes. Él hombre con el que compartí seis años de mi vida ya no está y en su lugar se encuentra el demonio ruso, ese mafioso que toma lo que quiere cuando quiere y como quiere. ¿Qué me hace pensar que puedo tener una plática con él y negociar?—Sam… —pronuncia Cat en voz baja y temblorosa.—No se quitó, Cat… Dejó que lo abrazara y lo besara… No quiero ver lo que están haciendo en este momento. —Mi corazón se siente cansado de tener que soportar esto—. Tú escuchaste, no solo fue su amiga de la infancia, fue la mujer con la que foll&oac
Irina abre los ojos sorprendida, toma con ambas manos mi muñeca mientras mi puño se cierra alrededor de su cuello.—No pasó nada… Aunque eso hubieras deseado —aclaro entrecerrando los ojos mientras veo como empieza a boquear por falta de aire.—¡Detente Nikolai! —grita Óscar y pone su mano sobre mi brazo intentando convencerme de que la libere, está angustiado de lo que le pueda hacer—. Detente demonio, yo te creo.Veo a Óscar directamente a los ojos, dice la verdad, me cree, siempre me cree. Aprieto los dientes y libero a Irina de mi agarre aunque romperle el cuello fuera lo que hubiera querido. Ella cae al suelo y comienza a toser.—No me puedes culpar… —dice sobándose el cuello y tratando jalar aire—. ¡No puedes culparme! ¡Nunca te has tomado en serio ninguna relación! ¡¿Cuántas veces apare
—Ya escucharon a la gatita… Tendremos que hacerlo a nuestro modo —dice amenazante y me ve con esa mirada de quien se siente seguro de tener la ventaja.El hombre que me sujeta, suelta mis manos para aferrarlas a mi ropa intentando rasgarla por enfrente, pero ese es su gran error, soltarme. Le doy un codazo en las costillas que lo hace retroceder, volteo de inmediato y lo tomo de los hombros para darle repetidos rodillazos en el abdomen; con cada golpe que le doy, la furia hierve en mi sangre y me llena de energía para continuar. Escucho los pasos de los demás acercándose y termino dándole un rodillazo en la cara, rompiéndole la nariz.El más cercano, se atreve a levantar la palanca contra mí, la esquivo un par de veces hasta que mi espalda choca contra otro de sus amigos, este me quiere abrazar por detrás, pero es demasiado lento; giro hacia un lado y le acierto un rodillazo en la parte trasera
De inmediato me acuerdo de Misha, corro hacia la puerta trasera y la veo ahí, dormida, como un pequeño ángel pelirrojo, es cuando me pregunto: ¿hice lo correcto? La tomo en brazos, Ciro se acerca y agarra la mochila ayudándome con el poco equipaje. El hombre que parece trabajar para él extiende su mano hacia mí pidiéndome las llaves sin decir ni una sola palabra; mientras busco con premura en mis bolsillos, Ciro toma a Misha por la cintura dispuesto a ser él quien la cargue. En cuanto entrego las llaves el hombre se va con el auto desapareciendo de mi vista al mismo tiempo que un nuevo auto aparece frente a nosotros –un Alfa Romeo rojo bastante lindo–, sale del asiento del conductor un chico más joven, le entrega las llaves a Ciro quien abre la puerta de atrás para nosotras. Me acomodo en el asiento y recibo a Misha a quien recuesto sobre mi regazo. Ciro se pone detrás del volante y el auto ronronea en cuanto gira la llave. —¿A dónde vamos? —pregunto. De pron