—¿Son los familiares de la señorita Weber? —pregunta la doctora.
Antes de que Ciro habrá la boca, decido contestar yo.
—Sí, somos quienes la trajimos —respondo de forma ambigua y sin perder tiempo. Claramente no somos su familia, pero no hay forma de que su madre venga.
—Bien, la señorita Weber perdió el conocimiento por intoxicación con lo que parece ser GHB, gamma hidroxibutirato, es muy común que lo usen para drogar mujeres y abusar de ellas, tristemente no es la primera vez que llega un caso así… —dice la doctora.
Me siento horrorizada. ¿Cómo es que le fue a pasar esto? Bueno, bien dicen que el que anda en el peligro en el perece. De repente tengo una regresión, es mi padre hablándome de los hombres malos que intoxican con esas sustancias, de chicas despertando en lugares alejados de su hogar, violadas, golpeadas y roba
Aunque no creo que sea el responsable de lo que pasó con Regi, claramente es un… aprovechado, un… pervertido, grosero, «¡Vamos! Piensa en algo más ofensivo y díselo en su cara para después volver a golpearlo» dice esa vocecilla dentro de mi cabeza. —¿Ahora lo entiendes? No eres capaz de traicionar a tu esposo. —De nuevo adopta esa postura relajada en el asiento. Me toma por sorpresa y su comentario me hace pensar que tal vez todo fue –si no una broma– una forma de darme una lección o moraleja. —Tienes ante ti a un hombre guapo, agradable y sexy que te ha ofrecido pasar la noche en su cama… Me sorprende su modestia, tuerzo los ojos y desvío mi rostro. ¡Qué arrogante! —…¿Cuál fue tu respuesta? Golpearlo, no hay más, de eso se trata, aceptas o no aceptas, punto. Tu amas a tu esposo, por eso no aceptaste, porque no hay nada que yo te pueda ofrecer que no obtengas de él… Así de sencillo. —Entonces… ¿Debo de cubrir todas sus necesidades?
—Mmm… Que curiosa es la vida —digo con una sonrisa. ¿Ahora es él quien no tolera a los amiguitos? «¿Qué se siente Nikolai?», pienso, porque claramente decirlo en voz alta puede ser contraproducente. Que quede claro que nunca fue mi intención provocarle celos con Ciro. Me ve fijamente a los ojos comprendiendo a lo que me refiero sin tener que explicarlo. Es tan divertido cuando la gente por fin se calza tus zapatos sin darse cuenta. —Tú me dijiste que confiara en ti, que jamás me cambiarías por nadie; te molestaste cuando te insinué que Irina buscaba algo más, pero el día de hoy estás molesto porque Ciro fue cortés conmigo… ¡En fin! La hipocresía. —Alejo mi mano de su mejilla y me acomodo viendo hacia el frente. —Es diferente, conozco a los de mi especie… —dice Nikolai molesto, viendo a través del parabrisas. —Y yo conozco a las de mi especie. —Volteo hacia él levantando una ceja, molesta por sus intentos de tener siempre la razón y seguir des
Retiro mi mano y me pongo de pie, poniendo distancia entre los dos, su perfume dulce me causa nauseas. —Deja de esforzarte, ya no tienes que buscar convencerme, no dejaré que los italianos acaben con lo que me costó tantos años formar a mí y a mi familia… —Oleg estará muy agradecido contigo… —No lo hago por tu hermano, no lo hago por los Rudenko, sé que si esta disputa con los italianos llega más lejos entonces los tendré tocando a la puerta después de que hayan acabado con ustedes. No voy a permitir que Misha y Sam estén en peligro por las negligencias de tu hermano. —Esa es tu principal motivación, tu familia —dice con una nota triste en la voz. ¿Qué esperaba? No le debo nada a los Rudenko, solo son el origen de un gran problema. —Siempre haré lo necesario para que mi mujer y mi hija estén lejos del peligro. —Mientras tú sigas siendo Nikolai Belinski, lo veo difícil. —Camina hacia mí haciendo sonar sus tacones—. Nunca podrás
Resoplo molesta, sinceramente no tengo ganas de ir. Si por mí fuera me quedaría en la habitación comiendo helado y viendo películas. —¿No crees que fue suficiente con sacarla de ese lugar? —¡Vamos! Somos lo único que tiene, su madre no vendrá, su padre ni siquiera ha de recordar que tiene una hija y en verdad no confío en ese hombre, siento como si tuviera algo, no sé, un secreto, una clase de peligro. —¿No te estarás enamorando de la conquista de Regi? —Sonrío de lado y regreso mi atención hacia el closet. Claramente no necesito irme despampanante a cuidar un enfermo. Me sorprende como ya me hice a la idea de que iré a ese hospital. —¡Ja! Me gustan los chicos que parecen malos, no los que en verdad son malos. —¿Cómo sabes que es malo? —pregunto sacando una playera negra y unos leggins del mismo color, empujo con los pies mi par de tenis. —Tiene esa pinta, mi sexto sentido me lo advierte. —Entonces… ¿Quieres que vaya a cuidar d
—¿Por cuánto tiempo? —La garganta se me cierra y no tengo las fuerzas de verlo a la cara. —El necesario… —No necesito a tus hombres aquí custodiándonos como presos, no necesito que mi hija tenga que convivir con esos asesinos, que vea sus armas, que viva en tensión; tampoco necesito tu dinero… ¿Cuánto tardarás en regresar?, si es que regresas… —Regresaré. —¿En serio? ¿Cómo sé que no te dejarás seducir por tu antigua vida? ¡Es más! ¿Cómo sé que no es una forma de huir de todo esto? Tal vez ya te aburriste de tener una vida normal, tú creciste entre las balas y el dolor, entre sangre, excesos, mujeres y dinero… Tal vez ya te cansó la vida que tenemos. Se planta frente a mí, aprieta los dientes y me toma por los hombros. —No digas eso… ¡No te atrevas a volverlo a decir! —Levanta la voz y temo que Misha haya despertado con nuestra discusión. —Nikolai… este no es tú mundo, esto no es lo que tú querías, buscabas una mujer para divert
—Hermosa, alta, ojos verdes y grandes, pestañas largas, rubia, parece una maldita Barbie. —Después de describir a esa tonta, tomo el chocolate y leo la etiqueta, se lo regreso—. No me gusta el coco.—Pero… ¿te gusta el chocolate?—Sí, me gusta el chocolate, pero este chocolate tiene coco y no me gusta el coco. —Sigo con la mano estirada hacia él esperando a que tome su golosina de regreso.Tuerce los ojos y me arrebata el dulce, lo desenvuelve y se lo mete a la boca para después buscar otro dentro de su saco.—¿Pasas? —Lee la etiqueta y me ve fijamente con los ojos entrecerrados.Sacudo la cabeza como negativa.—¡Di nuovo! —exclama exasperado antes de meter de nuevo la mano a su saco. No puedo evitar sonreír. Saca otro chocolate y vuelve a leer—. ¿Trufa?Extiendo mi mano para tomarlo de
Me levanto del sillón y Regi se recorre hacia la orilla de su cama, dejándome un espacio para acostarme a su lado. Cuido no aplastar ningún aparato o venoclisis al acomodarme. Ambas vemos el techo con atención, ella recarga su cabeza en mi hombro y aunque sé que esto la tortura, no llora, supongo que ya se acostumbró al abandono de su mamá. —Dijo que volvería en un par de días, que dejaría algo de dinero en su cajón por si necesitaba y que cualquier novedad le mandara un mensaje porque no iba a atender llamadas. —¿Cómo te sientes? —Tomo su mano y entrelazamos los dedos. —No sé qué es peor, que tu esposo se vaya a trabajar con su amiga, la golfa esa, o que mi madre no me quiera y no le importe abandonarme a mi suerte —dice casi en un susurro—. No sé quién está más jodida. —Empieza a reír y a llorar al mismo tiempo. —Sabes que cuentas conmigo y con Kony… —Lo sé… Lo he notado, son lo único bueno que me queda. —Creo que deberías de dormir
Cubro mi boca y de nuevo las lágrimas salen de mis ojos, recordando la mirada gentil de mi madre, su sonrisa; mi padre, siempre con el ceño fruncido, pero dadivoso, buscando darle todo a sus hijos y a su esposa. Me aterra intentar recordar más. ¿Cómo sonaban sus voces? No las puedo escuchar en mi cabeza, ¿será que estoy destinada a olvidarlos poco a poco? — Me imagino lo difícil que fue…—dice Ciro apenado por mi dolor. —Ellos eran tan sabios, siempre tenían un buen consejo para mí, me pregunto: ¿qué dirían de lo que me ocurre en estos momentos?, estarían apenados de las decisiones que tomé. —No tendrían por qué, gracias a esas decisiones eres quien eres… Siempre se aprende algo, eso hace que valga la pena. —Pone su mano en mi hombro y su mirada está cargada de gentileza. —Mi madre siempre decía que había dos formas de afrontar la vida, viviendo cada error, cayendo y levantándose o experimentando en cabeza ajena, viendo los errores de los demás y apren