—Mmm… Que curiosa es la vida —digo con una sonrisa. ¿Ahora es él quien no tolera a los amiguitos? «¿Qué se siente Nikolai?», pienso, porque claramente decirlo en voz alta puede ser contraproducente. Que quede claro que nunca fue mi intención provocarle celos con Ciro.
Me ve fijamente a los ojos comprendiendo a lo que me refiero sin tener que explicarlo. Es tan divertido cuando la gente por fin se calza tus zapatos sin darse cuenta.
—Tú me dijiste que confiara en ti, que jamás me cambiarías por nadie; te molestaste cuando te insinué que Irina buscaba algo más, pero el día de hoy estás molesto porque Ciro fue cortés conmigo… ¡En fin! La hipocresía. —Alejo mi mano de su mejilla y me acomodo viendo hacia el frente.
—Es diferente, conozco a los de mi especie… —dice Nikolai molesto, viendo a través del parabrisas.
—Y yo conozco a las de mi especie. —Volteo hacia él levantando una ceja, molesta por sus intentos de tener siempre la razón y seguir des
Retiro mi mano y me pongo de pie, poniendo distancia entre los dos, su perfume dulce me causa nauseas. —Deja de esforzarte, ya no tienes que buscar convencerme, no dejaré que los italianos acaben con lo que me costó tantos años formar a mí y a mi familia… —Oleg estará muy agradecido contigo… —No lo hago por tu hermano, no lo hago por los Rudenko, sé que si esta disputa con los italianos llega más lejos entonces los tendré tocando a la puerta después de que hayan acabado con ustedes. No voy a permitir que Misha y Sam estén en peligro por las negligencias de tu hermano. —Esa es tu principal motivación, tu familia —dice con una nota triste en la voz. ¿Qué esperaba? No le debo nada a los Rudenko, solo son el origen de un gran problema. —Siempre haré lo necesario para que mi mujer y mi hija estén lejos del peligro. —Mientras tú sigas siendo Nikolai Belinski, lo veo difícil. —Camina hacia mí haciendo sonar sus tacones—. Nunca podrás
Resoplo molesta, sinceramente no tengo ganas de ir. Si por mí fuera me quedaría en la habitación comiendo helado y viendo películas. —¿No crees que fue suficiente con sacarla de ese lugar? —¡Vamos! Somos lo único que tiene, su madre no vendrá, su padre ni siquiera ha de recordar que tiene una hija y en verdad no confío en ese hombre, siento como si tuviera algo, no sé, un secreto, una clase de peligro. —¿No te estarás enamorando de la conquista de Regi? —Sonrío de lado y regreso mi atención hacia el closet. Claramente no necesito irme despampanante a cuidar un enfermo. Me sorprende como ya me hice a la idea de que iré a ese hospital. —¡Ja! Me gustan los chicos que parecen malos, no los que en verdad son malos. —¿Cómo sabes que es malo? —pregunto sacando una playera negra y unos leggins del mismo color, empujo con los pies mi par de tenis. —Tiene esa pinta, mi sexto sentido me lo advierte. —Entonces… ¿Quieres que vaya a cuidar d
—¿Por cuánto tiempo? —La garganta se me cierra y no tengo las fuerzas de verlo a la cara. —El necesario… —No necesito a tus hombres aquí custodiándonos como presos, no necesito que mi hija tenga que convivir con esos asesinos, que vea sus armas, que viva en tensión; tampoco necesito tu dinero… ¿Cuánto tardarás en regresar?, si es que regresas… —Regresaré. —¿En serio? ¿Cómo sé que no te dejarás seducir por tu antigua vida? ¡Es más! ¿Cómo sé que no es una forma de huir de todo esto? Tal vez ya te aburriste de tener una vida normal, tú creciste entre las balas y el dolor, entre sangre, excesos, mujeres y dinero… Tal vez ya te cansó la vida que tenemos. Se planta frente a mí, aprieta los dientes y me toma por los hombros. —No digas eso… ¡No te atrevas a volverlo a decir! —Levanta la voz y temo que Misha haya despertado con nuestra discusión. —Nikolai… este no es tú mundo, esto no es lo que tú querías, buscabas una mujer para divert
—Hermosa, alta, ojos verdes y grandes, pestañas largas, rubia, parece una maldita Barbie. —Después de describir a esa tonta, tomo el chocolate y leo la etiqueta, se lo regreso—. No me gusta el coco.—Pero… ¿te gusta el chocolate?—Sí, me gusta el chocolate, pero este chocolate tiene coco y no me gusta el coco. —Sigo con la mano estirada hacia él esperando a que tome su golosina de regreso.Tuerce los ojos y me arrebata el dulce, lo desenvuelve y se lo mete a la boca para después buscar otro dentro de su saco.—¿Pasas? —Lee la etiqueta y me ve fijamente con los ojos entrecerrados.Sacudo la cabeza como negativa.—¡Di nuovo! —exclama exasperado antes de meter de nuevo la mano a su saco. No puedo evitar sonreír. Saca otro chocolate y vuelve a leer—. ¿Trufa?Extiendo mi mano para tomarlo de
Me levanto del sillón y Regi se recorre hacia la orilla de su cama, dejándome un espacio para acostarme a su lado. Cuido no aplastar ningún aparato o venoclisis al acomodarme. Ambas vemos el techo con atención, ella recarga su cabeza en mi hombro y aunque sé que esto la tortura, no llora, supongo que ya se acostumbró al abandono de su mamá. —Dijo que volvería en un par de días, que dejaría algo de dinero en su cajón por si necesitaba y que cualquier novedad le mandara un mensaje porque no iba a atender llamadas. —¿Cómo te sientes? —Tomo su mano y entrelazamos los dedos. —No sé qué es peor, que tu esposo se vaya a trabajar con su amiga, la golfa esa, o que mi madre no me quiera y no le importe abandonarme a mi suerte —dice casi en un susurro—. No sé quién está más jodida. —Empieza a reír y a llorar al mismo tiempo. —Sabes que cuentas conmigo y con Kony… —Lo sé… Lo he notado, son lo único bueno que me queda. —Creo que deberías de dormir
Cubro mi boca y de nuevo las lágrimas salen de mis ojos, recordando la mirada gentil de mi madre, su sonrisa; mi padre, siempre con el ceño fruncido, pero dadivoso, buscando darle todo a sus hijos y a su esposa. Me aterra intentar recordar más. ¿Cómo sonaban sus voces? No las puedo escuchar en mi cabeza, ¿será que estoy destinada a olvidarlos poco a poco? — Me imagino lo difícil que fue…—dice Ciro apenado por mi dolor. —Ellos eran tan sabios, siempre tenían un buen consejo para mí, me pregunto: ¿qué dirían de lo que me ocurre en estos momentos?, estarían apenados de las decisiones que tomé. —No tendrían por qué, gracias a esas decisiones eres quien eres… Siempre se aprende algo, eso hace que valga la pena. —Pone su mano en mi hombro y su mirada está cargada de gentileza. —Mi madre siempre decía que había dos formas de afrontar la vida, viviendo cada error, cayendo y levantándose o experimentando en cabeza ajena, viendo los errores de los demás y apren
Durante el camino me entero de que Óscar y Cat irán a la casa, en una clase de festejo por los nuevos planes, además, Nikolai le ha pedido a su amigo que mande a un grupo de rusalkas y berserkers a cuidar de mí; no es que me agrade mucho la idea, pero parece que estará más tranquilo al irse, ya que si se enteran sus enemigos de mí y de Misha, no tardarán en venir por nosotras. De eso se trata estar en estos negocios, venganzas, traiciones, torturas, quitarte lo que más amas y dejarte solo.Llegamos a la casa al mismo tiempo que nuestros amigos, salimos de ambos autos y nos recibimos con abrazos y cumplidos. Adentro se encuentra Misha jugando con su pegaso y su sirena en la sala. Cuando se percata de nosotros se levanta casi de un brinco del sillón y corre a recibirnos, ve con sorpresa y mucha ilusión las rosas que me regaló su padre.—¡Está enorme! —dic
—Ey, uspokoysya… Es solo una drug… —dice Óscar después de carraspea un poco; está mezclando ruso en sus frases y no le entiendo—. Oye, tranquila… Es solo una amiga, prácticamente crecimos juntos, no hay nada de que… —De pronto se queda en silencio, pensando mejor sus palabras con el vaso contra sus labios, pero sin beber del contenido; su mirada se queda fija en mí y decide dejar de nuevo el vaso en la mesa— …necesito ir al baño. —Empuja su silla y se levanta con torpeza—. Con permiso, damsky. Nos guiña un ojo y decide subir las escaleras a trompicones dejándonos solas, cuando sus pasos ya no son audibles, me levanto de mi asiento, me sacudo los pantalones y camino hacia las escaleras. —¿A dónde vas, Samantha? —pregunta Cat con desconfianza. —Ah… Al baño —respondo y subo los primero escalones. —Óscar está en el baño… Irás a espiar a Nikolai e Irina, ¿me equivoco? —Se levanta balanceándose con su peculiar abdomen. —No