Charlotte me respondió que esta noche había una reunión con la gente de ciencias sociales, de nuestra carrera. Serían conocidos, le pregunté si podría llevar a una amiga, a Cath, necesitaba tenerla a mi lado para divertirme sin tener que estar pendiente de papá. Finalmente, Oscar se mudó conmigo. Traje toda su ropa, sus libros y vinilos, algunas cosas que me pidió no vender sino empeñé una licuadora y una tostadora, después lo demás quedaría en el tráiler para el siguiente huésped. Era su decisión.
Me vestí con un vestido negro ceñido a mi cuerpo, realzando mis senos redondos y mis largas y esbeltas piernas. Unas botas hasta las rodillas de plataforma, haciendo que fuese siete centímetros más alta. Recogí mi largo cabello en una trenza. Me veía diferente frente al esp
La luz del sol ingresaba por las ventanas, me desperté. Una gran claridad en un dormitorio. Me senté sobre la cama con el detalle que no llevaba ropa puesta, es decir, estaba completamente desnuda. Me cubrí con las sábanas blancas, junto a mí, un chico dormía del lado contrario sin poder verlo. No era mi casa. Bajé de la cama, sentí un fuerte mareo y me quedé un momento sentada tratando de controlar mi resaca. Tenía el estómago revuelto, miré a mí alrededor. Las paredes eran altas, blancas con marcos en el techo y una lámpara de tres focos estilo victoriana. Parecía una casa muy grande con gente de mucho dinero y contactos. Me puse de pie, caminando hacia una puerta abierta, el baño. Me metí sosteniéndome del cabello, vomité en el inodoro. Expulsé todos los líquidos dos veces, sintiéndome más liviana. Lav&eacut
En la terraza, el viento zumbaba a nuestro alrededor como abejas en un campo de lavandas. Era perfecto. El silencio también era asombroso, apenas llegaban los ruidos de la ciudad. Era mi lugar favorito donde poder descansar, esconderme y gritar o solo quedarme tirada sobre el suelo viendo el cielo contando las nubes o a veces admirando las miles de estrellas, cuales eran una incógnita reconocerlas, nunca fui buena en astrología. Nancy me enseñó algunas cosas de tarot, sobre los signos zodiacales y demás cosas que ella se dedicaba con gran pasión, a mí nunca me gustó pero ella estaba contenta compartiendo aquello conmigo.No hablé con Cath durante una semana. Ambas estábamos sentadas en unas sillas robadas de una habitación. Eran nuestras, dudó que otro médico o colega venga aquí. Cada uno tiene su sitio favorito en el hospital Kennedy. Mi amiga me trajo un lunch completo. Tenía unas albóndigas y unos fideos. También una manzana y gelatina de limón junto a una botella de agua. Ella me
No podía creer que me acosté con Darren, fue raro ya que él estuvo conmigo toda la noche, ¿por qué no lo noté? El alcohol hacía cosas incomprensibles. Estaba confundida, ¿realmente él quería estar conmigo? Sentía mi cabeza latir durante dos días seguidos, hoy vine a ver a mi neuróloga, la doctora Hilton, comentándole que estuve una borrachera y dejé la medicación.—¡Eso lo tienes absolutamente prohibido, Froy!—espetó la doctora con el ceño fruncido como un bulldog con estreñimiento. Asentí.—Lo sé, no me importa mucho. Entiendo lo que puede pasarme.—¿Qué tienes ahora? ¿Qué te paso? ¿Hablaste con Castillo?—Muchas preguntas, doctora.—le dije, cogiendo mi bolso de la otra silla—Quisiera que todo sea más f&aacu
Hoy me tocaba ir a la universidad para rendir el último examen. Estaba nerviosa, había pasado varios días sin saber cómo estaba Darren. Mis mensajes no había sido respondido, si vistos. La clase de historia la teníamos en común, ojalá pueda verlo hoy. Estaba mirando la puerta, ilusionándome por cada compañero que entraba y no era él. Sentía mis latidos acelerarse falsamente por esas personas. El profesor fue el siguiente en ingresar, colocándose frente a su escritorio.—¡Buenos días, muchachos!—saludó Goldstein, quitándose su boina gris y enorme abrigo negro—. Espero que estén todos bien, que hayan desayunado para no tener la excusa de no rendir este examen final. Aunque, recuerdo que tenemos entre nosotros a una enfermera muy capaz de reanimarlos. Desafortunadamente el plan de desmayarse no será válido.Charlotte y Sophia me miraron desde los asientos de abajo, sonrieron. Rodee los ojos. En ese momento la puerta se abrió, ingresando dos chicos. El primero era Jordan con una Varsity d
—Sí, estoy enamorada de ti.Darren sonrió sobre mi boca, volviendo a apretujarme contra él y regresó a besarme con intensidad, sin importar mojarnos enteramente. Nuestros labios eran una tormenta de pasión, sentía mi pecho extenderse y bajar de lo profundo de los besos de Darren. Él me apartó con suavidad, yo abrí los ojos. Me sonrió ladinamente, tomó su mochila y miró a su alrededor, sobre la lluvia golpeando contra la acera, el sonido de las ramas de los árboles y el conocido olor a tierra húmeda, el olor a la lluvia.—Vamos.Nos dirigimos al edificio, empapados. Entramos sin apresurarnos, sentí la mano de Darren sobre mi trasero, tocándolo de una manera suave y sensual. Me giré, riéndome de su atrevimiento, él se hundió de hombros y me guiñó. Subimos por el ascensor hasta mi piso. Sus ojos tenían un brillo, además de su ebriedad, se veían relajados y honestos. Ingresamos a mi departamento, el chico cogió mi mochila y la suya dejándolas cerca de la puerta que cerró de una patada. Rá
La lluvia se detuvo. Nos bañamos juntos, con los besos de Darren por mi cuello siguiendo hasta mis hombros. Él me bañó, recorriendo con sus manos cada parte de mi cuerpo con el jabón de perfume de coco. Sentía su cuidado. Era un chico muy dulce, la primera vez que me mostraban el valor en mi persona, cuando me miró mientras nos vestíamos había una esencia real. El verdadero Darren Milles cautivado por mí. No hubo comentarios sobre mi profesión ni nada que me hiciera verme menos. Entonces entendí que sus padres habían influenciado desde la primera vez que los conocí en la segunda y última operación de Tom. Darren me quería, lo dijo mientras manteníamos intimidad en mi salón. Había puesto su ropa mojada a la secadora en tanto nos bañábamos.—Me gustaría compensar todo lo que te hice creer, Anne.—Sé tú mismo, como ahora. Es lo único que quiero.Salimos del baño y nos dirigimos a mi cocina. Tenía un anexo al comedor, una barra de granito en medio con dos banquetas blancas y unas tazas qu
Darren y yo estábamos en la cafetería. La casa donde crecí, cada rincón, cada pedazo de madera habían sido recorridos desde mis primeros pasos. También se daban los malos recuerdos cuando papá dormía en el suelo o en el sillón hasta las cuatro de la tarde. Cuando mamá salía para llevarme a la escuela, luego a su trabajo en la panadería y no la veía hasta las siete de la tarde, supuestamente Oscar tendría que estar cuidando de mí aunque la vecina al lado de casa, la señora Pierce venía a pedido de mamá y le daba unos veinte dólares por las horas que se quedaba.En cierto modo, la casa estaba mantenida desde hace un año. Oscar decidió mudarse luego que yo consiguiera mi independencia y culminara mi carrera de enfermería. Ese año, él firmó la sucesión junto a mamá. Legalmente, la escritura de la residencia era mía por completo. Esto mismo le explicaba a Darren. Sus ojos no podían estar más sorprendidos, parecía que iban a saltarse de su cara. No esperaba esta propuesta.—Creo que es dema
La tormenta había pasado comenzaba a salir los rayos de sol sobre la ciudad, me desperté entre los brazos de Darren. Me giré hacia él, observándolo dormir aún. El único momento que se veía calmado, sin esa mochila que tanto peso le daba a su vida. Toqué con un dedo su mejilla izquierda, la barba rasurada se sentía áspera a mi contacto sobre su piel. Empezaban mis días libres, podía pasar con Darren en esta casa. Habíamos conseguido un colchón de dos plazas. La casa no tenía muchos muebles, la mayoría fueron vendidos por papá y mudarse al tráiler. Yo solo le pedí que no venda nada más, obedeció. Me acomode en la cama, contemplando al chico por más tiempo hasta que me incorporé y tomé mi ropa comenzando a vestirme. Tuvimos sexo de nuevo, en lo que sería la habitación de mis padres, ahora ya no. Sentí un suave ronquido de Darren, estaba muy cansado. Lo dejaría dormir.Afuera, en la esquina había un nuevo negocio. Era una pequeña cafetería de barrio. Bajé del primer piso, caminando hacia