Nathan
Desde que conocía a Nathan y vi lo interesante que me resultaba, quise tener más información sobre él, quise que se abriera conmigo, que confiara en mí. Pero definitivamente no me esperaba que me confesara algo tan delicado como eso. Podía ver el dolor en sus ojos, podía hasta percibir el dolor en su voz. Tal vez, él intentaba ocultarlo, pero no le funcionaba, ni siquiera a él, que siempre parecía tener esa capa fría cubriéndolo.
Debía ser cuidadosa con mis palabras, preparar mis mejores consejos, o siempre quedarme callada si me parecía adecuado, porque que una persona se desahogue contigo, no es siempre para recibir un consejo o consuelo, tal vez solo quiere ser escuchado, sentirse apoyado por alguien externo. Si me permitía aconsejarle, armaría en mi mente algún buen consejo, aunque no era nada experta en el tema y no sab&iac
Era tonto, pero sentía que le debía algo a Nathan por abrirse de esa manera conmigo. Más que deber, sentí la necesidad de responderle su pregunta, por mucha vergüenza que me diese admitir que sufrí violencia de género y que esta cicatriz era la marca que me lo recordaría de por vida. En su mirada vi más que simple curiosidad, vi compresión, seguridad. —Es un poco difícil… Eres la única persona después de mis padres y los cirujanos en conocer mi cicatriz. —Si no quieres hablar al respecto, yo respetaré eso —me acarició la mejilla. Su tacto sobre mi piel se sintió jodidamente bien. —No… Quiero contártelo… —sonreí de lado, tranquila. Siempre que recordaba esta situación en las noches o salía el tema en alguna conversación familia, un profundo dolor se instalaba en mi pecho. Era como si mágicamente me transportara al pasado. Ahora sentía esa sensación presionando mi pecho, pero no era tan fuerte como antes. Tal vez era signo de que día a día, era
NathanSolo sé que desde que Dani me confesó esa difícil historia en la que fue protagonista, sentí tanta rabia que tuve que esforzarme para ocultarlo. Por el simple hecho de ver a Dani llorando, la sangre me hirvió de inmediato. Me sorprendió un poco el efecto que sus ojos tristes provocaron dentro mío, una sensación de nostalgia, comprensión y un fuerte sentimiento de querer protegerla. Siempre fui una persona bastante dura y fría, pero en cierto punto su historia me tocaba y me dejaba pensando.Sé que mi madre, cuando era muy joven, en plena adolescencia, antes de papá, había mantenido una relación con un chico mayor, un tipo que al principio la trataba de maravilla, pero que, después de unos meses, empezó a demostrar su real cara y a hacerle daño. Tal vez esa fea sensación que la confesión de Dani me trajo tuvieron m&
NathanImaginé que la noche terminaría de una forma bastante distinta a esta. No creí que hoy volvería a quedarme en casa de Dani a pasar la noche. Ni siquiera imaginé que mi invitación al baile terminaría en pasar el rato dentro de mi auto, con confesiones íntimas de por medio. En parte, mi cabeza me reclamaba estar haciendo esto, pues nunca me gustó quedarme a dormir en casas ajenas que no fuesen de mis amigos, pero me atrevía a decir que con Dani era la excepción.Ser su amigo era lindo, poder tener a otras personas aparte de Derek y Marco era bueno para mí, además de que teníamos confianza como para mantener una relación más íntima de vez en cuando. Luego de esta noche no cabía duda que podía hablarle, contarle mis cosas, y si bien prefería no hacerlo del todo para ahorrarme sus preguntas y sus pensamientos juz
DaniUna llamada de Nathan me sorprendió mientras comía algo por la tarde, a unas horas de ir al trabajo.—¿No te parece que irte sin despedirte mientras duermo es de mala educación? —bromeé al contestar.—De hecho, por eso te llamo, literalmente he tenido un sueño en el que me reclamabas haberme ido de tu casa sin decirte adiós.—Esa es tu consciencia diciéndote que no has actuado bien —respondí, también bromeando.Oí una leve risita del otro lado del teléfono.—Lamento haberme ido así, pude avisarte que me iba, pero estabas muy dormida y no quise interrumpir tu sueño.—Es lindo de tu parte —sonreí—. ¿Cómo estás? ¿Te sientes mejor?—Quisiera decirte que sí, pero la verdad es que no.—¿Por lo de
DaniYa me encontraba lista para que Nathan me recogiera y pasásemos un rato antes de entrar al trabajo. Pero al parecer, él no estaba listo como acordamos. La idea de tener un tiempo como amigos me emocionaba bastante, hasta me di cuenta de que a él le haría bien para despejarse de sus problemas y a mí para aligerar la mente después de tanto estrés por la universidad y los próximos exámenes entrantes, además de estar un rato a su lado, conociéndonos un poco más. Aparentemente a Nathan se le había olvidado que teníamos un acuerdo, pues ya había pasado media desde la hora planificada, y daba igual si llegaba ahora o después, pues el tiempo que teníamos era casi nulo. Pronto empezaría mi turno, y si no quería llegar tarde, tenía que salir rápido.No debí cometer el error de despreocuparme por el tiempo,
Marco golpeó la puerta de mi habitación pronunciando mi nombre.—¿Qué? —pregunté, un poco molesto por la interrupción de mi silencio. Después de la charla con Derek, simplemente me fui a mi cuarto, algo sorprendido de que no peleáramos por el asunto de mi madre. Era un alivio saber que las cosas entre él y yo tal vez estaban un poco mejor, pero a mi orgullo le dolía no haberse resistido lo suficiente como para callar a Derek y pedirle que ya no fuese capaz de hablarme al respecto. Siento que esta vez fui más sensible en la charla y que estaba torciendo el brazo y no me gustaba. No estaba acostumbrado y eso me causaba incomodidad.Me senté, entonces, sobre
DaniLe debía una grande a Nathan. Qué justo que me encontrara en el camino, me viera y me ayudara a escapar de esa horrible situación. De no haber aparecido, probablemente yo estaría sin teléfono o lastimada. O hasta ambas. El susto seguía en mi cuerpo, ahora que la adrenalina se había esfumado de mi cuerpo, los nervios iban en aumento, a pesar de ya no estar en peligro.Nathan cada vez llamaba más mi atención. Allí lo veía, de pie, en su puesto, observando con atención la mesa en la que dos tipos empezaban a discutir verbalmente. Nuestras miradas se cruzaron un segundo y me pregunté si a él le pasaba lo mismo que a mí. Es decir, si yo también le parecía interesante. Supongo que nunca lo sabría si no se lo preguntaba, nuestro pacto tenía una regla muy importante de no haber amor de por medio en esta especie de relaci&oac
NathanSabía la estrategia que ese tipo tenía. No fue casualidad que viviera al bar donde Dani trabajaba, esto estaba planeado. Él quería verla, atraparla en su juego. Cada día confiaba menos en él.Me molestaba inmensamente que Dani sonriera ante las estupideces que seguramente ese hombre decía. No eran celos, sabía que podían parecer que sí eran, pero no. El recuerdo de todo lo que mi prima tuvo que pasar a causa del maestro de su universidad con el salía, me generaba ganas de vomitar.Cuando al fin sonó mi alarma para mi descanso, suspiré aliviado y salí afuera a fumar un cigarrillo. Respiré aire puro y procuré eliminar de mi mente todos esos pensamientos intrusivos respecto al doloroso momento que pasó mi prima. Sentí tranquilidad, pero mi paz se vio interrumpida cuando los tórtolos salieron fuera tambié