Nathan
Todo estaba listo para mi viaje. Tenía las maletas listas, los pasajes de ida y vuelta, los papeles necesarios, el permiso de mi jefe para faltar unos días al trabajo y ahora estaba por salir de casa. Mis amigos estaban despidiéndose de mí. Derek me dio un abrazo fuerte y Marco también, como si no nos fuésemos a ver en mucho más tiempo de lo planeado. Los abracé fuerte también, pues me sentía muy emocionado por ir a verla.
Todavía no podía creer que esto estuviese pasado. O sea, estaba a punto de viajar para ver a Dani, para encontrarme con ella. Hace un año, cuando llegamos aquí, no me habría imaginado que esto hubiese pasado en tan poco tiempo. Es decir, sé que fue un año muy duro para mí, jamás olvidaría todo el dolor emocional que me trajo, pero, dentro de todo, no fue tanto, si lo analizábamos bi
DaniCuando recibí un mensaje, mi corazón empezó a latir alocadamente sin haber visto de quién se trataba. Creo que mi poder de intuición ya me había dicho de quién se trataba. Fue un impulso, porque tomé el teléfono casi llevándome a Celine por delante mientras pasaba a su lado y leí lo que me decían. Efectivamente, el mensaje era de él. No había un nombre allí, pero yo sabía que era él. Me pedía que nos viéramos. O eso asimilaba por su quiero verte. Nathan estaba en la ciudad, estaba aquí, cerca. Podíamos vernos. Es lo que había soñado desde que se fue a otro país hace ya poco más de un año. Lo que vi en las noticias sobre la muerte de un jefe de mafia… claramente él también lo había visto y por eso estaba aquí. Y mierda… quería que nos viéramos. Obvio que yo también quería lo mismo. Mi parte racional fue noqueada por mis deseos oscuros, porque después de todo lo que pasó, la única explicación era que mi uso de razón estaba dormido. Mis deseos me controlaban. Mi tentación lo hacía.
Dani—Querer y amar son dos cosas muy diferentes, Dani —fue lo que me dijo. Y yo bien lo sabía, no hacía falta que lo aclarara. Nadie más que yo lo sabía y lo entendía.Estar en esta situación era jodidamente difícil.—No pretendo ponerte presión —se disculpó cuando notó mi expresión incómoda—. Perdón.—Necesito tiempo para pensar.—¿Qué necesitas pensar?—Qué quiero para mí.—¿Te refieres que quieres tiempo para pensar en si te quedas con él o empiezas algo conmigo?—Sí, no es así de fácil irme contigo. Tengo muchas cosas por analizar.—¿Cómo cuáles?—Mi familia, por ejemplo. Celine…—¿Qué hay con ellos?—No van a querer que esté contigo. Creen que eres un delincuente, y no quiero sonar grosera ni mucho menos ofenderte, pero tu pasado y tú… te convierten en uno.—No porque digas que no quieres sonar grosera, significa que no me va a doler lo que dices. Pero supongo que es cierto que la verdad duele. Sin embargo, Dani, quiero decirte que tú n tienes por qué prestarle atención a lo que
Nathan—¿Qué quieres saber? Te responderé todo con lujos de detalles si así me lo pides.No tenía problema en ser sincero con Dani, mi vida en Toronto no es algo que pensaba ocultarlo. Quería decirle toda la verdad de todo lo que ella me pidiese. Quería una oportunidad con ella e iba a ser sincero como no fui la primera vez. La transparencia iba a hacer que ella lograse confiar en mí. Le fallé por todas mis mentiras, no iba a cometer el mismo error otra vez.—¿De qué estás trabajando? ¿En dónde has estado todo este tiempo?Sabía que decirle que trabajaba en un bar allí en Toronto, iba a traerle muchos recuerdos.—He estado en Toronto, Canadá. Tenemos un apartamento allí, nos las hemos apañado bien, por suerte. Trabajo de guardia de seguridad y barman en un bar.Elevó las cejas, un poco sorprendida.—Wow, por lo que veo, se te da muy bien entrar a trabajar en bares. Y… ¿allí conseguiste a alguna Dani?Mierda. Bueno… supuse que ella iba a hacer esta pregunta, y también debía ser sincero
NathanNo había forma de explicar lo aliviado que me dejaba escuchar esas palabras salir de la boca de Dani. Cuando llegué, ella lo insinuó, me dijo que me amaba, pero no de la forma en la que lo estaba haciendo ahora, con toda esa seguridad y emoción. Mi corazón latía como loco, no había forma de pararlo. Casi no lo sentía de lo rápido que latía. Me sentía el hombre más feliz del mundo, y sé que ella no había dado una respuesta de qué quería que hiciéramos, pero, al menos, me confesó de manera clara que me amaba. Justamente por eso, estaba más dispuesto a luchar por ella. No quería que esto se fuese a la mierda como la última vez.—Dani, tenemos la oportunidad de serlo todo, esta vez. No dejemos pasar esta oportunidad. Si las cosas pasaron así, fue por algo. Estoy aquí, tú estás aquí, no dejemos el tiempo pasar. Podemos intentarlo. De mi parte, te prometo y te juro que te haré la mujer más feliz todos los días. Hasta puedo arrodillarme ante ti ahora mismo y pedirte matrimonio si es l
DaniCreo que ese te amo que le dediqué a Nathan fue el más sincero que dije en mi vida. A Stefan sí le decía que lo amaba, pero Nathan tenía toda la razón del mundo al decir que lo que yo sentía por Stefan no era lo mismo que sentía por Nathan. Mis te amo hacia Stefan eran, en realidad, un te quiero. Y recién me daba cuenta de ello. Quizá, también tuvo que aparecer Nathan en mi vida otra vez para hacerme entender esto. No porque quieras a alguien, significa que lo vayas a amar. Ahora las cosas estaban igual de claras como de confusas.Me sentía culpable por estar aquí con Nathan sabiendo que tenía una relación con Stefan, y me sentía culpable por amar más a uno y querer a otro. Sé que los sentimientos son difíciles de controlar, pero la culpa me invadía.Creo que Nathan notó algo de duda en mí.—Dani, tenemos la oportunidad de serlo todo, esta vez. No dejemos pasar esta oportunidad. Si las cosas pasaron así, fue por algo. Estoy aquí, tú estás aquí, no dejemos el tiempo pasar. Podemos
DaniLlegué al departamento con una maraña de pensamientos en la cabeza. Eran un bucle interminable de miedos, preocupaciones, e incluso emoción, felicidad y algo de encanto. La situación se me iba un poco de las manos. Mucho tiempo esperé un día como este, un día en el que al fin podría ver a Nathan, pero los meses pasaron y consigo se llevaron mis esperanzas de volvernos a ver. Hasta el día de hoy.Todavía no podía creerlo. Había vuelto a ver a Nathan, el único hombre que me hizo sentir tan enamorada alguna vez, y ese mismo que, al parecer, seguía teniendo el mismo efecto en mí, a pesar del tiempo. Hoy mis labios terminaron con su tortura de no poder besar los de Nathan. Hoy mis ojos fueron capaces de captar la mirada de Nathan en vivo y en directo, y mi tacto tuvo el deleite de sentirlo.Como dije, era emocionante, pero tan aterrador a la misma vez. Es decir, ¿cómo se suponía que iba a pensar en esto? ¿Cómo se supone que debía tomar una decisión? No sabía por dónde empezar a analiz
Jamás pensé que huir se convertiría en parte de mi vida. Estudiar y trabajar era todo lo que ocupaba mi tiempo, la tranquilidad no era parte de mi día a día, pero no se comparaba con lo que vino después. Conocí a alguien. Un chico. Con ojos penetrantes, capaces de descubrir todos mis secretos con una sola mirada. No quise enamorarme, pensé que sería lista, que no perdería el control, pero nuestros deslices me llevaron a ese lugar al que no pretendía llegar. Yo no era una santa, Nathan tampoco, pero la diferencia entre uno y otro era grande. Al mirarlo, te dabas cuenta, y mi instinto supo rápidamente darme la alerta para alejarme. El problema es que no quise hacerlo, ignoré mi instinto y terminé enredada en su perverso juego.
—Nathan, ¿qué está pasando? —tragué grueso, mirando a los tres hombres que le apuntaban con un arma.—Si la chica se mueve, muere —advirtió uno de los tipos, desviando el arma hacia mí. Levanté las manos en el aire por instinto, viendo mi vida pasar frente a mis ojos.Mi corazón latía como loco, como nunca antes. Los tres tipos estaban a metros de distancia de nosotros, del otro lado de la barra del bar. Miré la puerta, buscando una forma de escaparme de esto, pero quedaba lejos, y si corría hasta ella lo más probable era que terminara con una bala en mi cuerpo. No podía arriesgarme, pero tampoco podía quedarme sin hacer nada.Nathan estaba detrás de la barra, conmigo, a casi un metro de distancia de mí. Estaba tenso, con la mandíbula y los puños apretados. Su respiración era irregular, pero no tanto como la