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Al día siguiente. Victoria se despertó temprano, observó su vestido de novia, ya e lo habían entregado con los ajustes necesarios. Ella estaba muy ansiosa, quería ver como se le veía, estaba enamorada de su vestido, ilusionada, cuando por fin se lo puso, era un vestido sencillo en corte princesa, pero era bello. Se miró en el espejo de cuerpo completo, sonrió, podía imaginar cómo se peinaría, que maquillaje querría usar, de pronto, lo vio tras ella, como una sombra, sintió temor. —¡Russell! ¿Qué haces? ¿Acaso no sabes que es de mala suerte ver el vestido de novia antes de una boda? Él sonrió, la admiraba de pies a cabeza, estaba tan embelesado con su belleza, no pudo recordar el pasado, no frente a ella, sintió que era el único momento. —Te ves hermosa, estoy segura de que el día de la boda serás como una princesa. Ella sintió que se ruborizó al instante. —No creas en supersticiones, por favor, tal vez, no sea una boda grande, pero, al menos estarán las personas que más nos qui
Russell y Victoria fueron hasta el yate, donde les esperaba, luego de pasear por la playa, una deliciosa cena, y navegar a través del mar. Era un yate lujoso, propiedad de Penélope. —Es hermoso, nunca subí a uno —dijo ella con ojos curiosos. Él sonrió. —Pues, entonces, te traeré cada sábado, será nuestro día especial. Ella sonrió, él besó sus labios, amaba hacerlo con naturalidad, de pronto, sintió como si hubiesen roto una barrera entre los dos, todo lo que los separaba, parecía desvanecerse, y era la primera vez en mucho tiempo, que Russell de nuevo se sentía tan feliz. Se sentaron a la mesa les sirvieron una deliciosa cena, con vino blanco, bebieron su copa a la luz de las velas, mientras observaban las luces del muelle, del barco, y el majestuoso mar en calma, con viento fresco. Una música suave resonaba, tras la cena, él se levantó, la invitó a bailar, Victoria sonrió, aceptó, bailó con él, la música suave hizo que sus cuerpos se movieran al compás, mientras ella recargó su
Demetrius llegó a ese edificio una hora después como acordaron por teléfono. No era un lugar barato, era una buena zona y un edificio de buen estatus. Fue al elevador, bajó en el piso tres. Cuando encontró el departamento llamó a la puerta. Pronto le abrieron la puerta. Demian sonrió y se dieron la mano en un buen apretón. —Bienvenido a mi casa, clon. Demetrius entró y observó el lugar, en realidad, estaba bien decorado, no parecía que a su hermano le faltara nada. —Siéntate, te sirvo una copa. Demian trajo consigo dos copas de cristal y una botella de coñac, abrió la botella ante él, sirvió cada copa. Demetrius bebió un sorbo. —Muy buen coñac. —¿Creíste que te serviría un vino barato? Nunca, y cuéntame, ¿Cómo están tus hijas? Debieron estar muy asustadas con todo lo que ocurrió ese día. —Sí, lloraron mucho y durmieron con nosotros por unas noches, pero, los niños tienen esa cualidad de superarlo todo, Mady y Ady son fuertes, resilientes. Demian sonrió. —Me alegra, quier
—¿Por qué dices eso, Demian? Pareciera que conoces a Victoria. Demian recuperó la compostura al instante, bebió su trago de un solo sorbo. —Lo siento, solo decía, es que no me gustan las injusticias, y ver que usan a una pobre chica como madrastra me causa rabia. —Pero, no es así, Russel ama a Victoria, solo quiere hacerla feliz y sus hijos la ven como su madre. Demian sonrió. —¿Eres muy cercano también a la futura esposa? —Un poco, verás, Russell también es cercano a Marina, de hecho, hubo un tiempo en que yo tenía celos de él, lo veía como un rival. —¿Por qué? —exclamó con mucha intriga. —No lo sé, tal vez es que Russell estaba cerca de Marina y nuestros hijos son gemelos, así que, pensé que eran afines y comencé a temer, pero todo fue un malentendido, que se arregló cuando Victoria vino de México. Demian asintió. «¿Así que hay un referente de que Russell gustaba de Marina Hall?», pensó. —Es un poco tarde, Demetrius, no quiero que tu esposa te regañe por mi causa. Demetri
Demian se detuvo al escuchar su voz, Victoria retrocedió dos pasos hacia atrás, seguía consternada, impactada de lo que había pasado, su mente era confusa, pero sentía que ese hombre ante ella era un completo extraño, no le parecía más el hombre que conocía, el esposo de la que ahora consideraba su mejor amiga. Ella ya no sabía quién era Demetrius Vicent. —¿Qué sucede? —exclamó Marina al verlos tan cerca uno del otro, tuvo una mala idea, pero era incapaz de pensar que dos personas a quienes ella adoraba podían traicionarla, ella creía en el amor de su esposo, nunca pensaría algo malo de él, Marina se acercó a quien creía que era Demetrius, pero Demian seguía de espaldas con la mirada clavada en el rostro de Victoria, por lo que Marina no podía aún ver su rostro. —Yo… debo ir con Russell, me está esperando —dijo Victoria nerviosa y caminó alejándose con rapidez. Demian se giró a mirarla con vehemencia, anhelaba ir tras ella, Marina notó la mirada extraña en él, pero no pudo saber qu
—¿Demetrius? Demian dio un traspié —¿Te sientes bien? —preguntó Alana con desconcierto ante su actitud. —Sí, iré al auto por medicamento, vayan adentro. Alana asintió, tomó las manos de las pequeñas y las llevó adentro, mientras les pidió que no comieran chocolates. Demian aprovechó que ellas se fueron y salió de ahí a toda prisa. Corrió y se metió en su coche en el asiento de copiloto. —¿Qué ha pasado? ¿Te han pillado? —exclamó Aisha —Vámonos de aquí —dijo él, y la chica encendió el auto y manejó, alejándose del lugar. Demetrius no dejaba de gritar, hasta que, por fin, un mesero que pasaba por ese lugar logró escuchar un grito, quitó el pasador, y la puerta se abrió, ¡Tremendo susto se llevó! —¡¿Qué demonios?! ¿Por qué me han encerrado? —¿Qué dice, señor? Lo siento, no vi a nadie, ni escuché nada, solo su grito. Demetrius estaba verdaderamente enfurecido, se arregló el saco del esmoquin, respiró profundo y caminó para volver al evento. Al salir al salón encontró a su espo
Luego del brindis, los futuros esposo bailaron, y también el resto de las parejas. Alana se acercó a su hijo. —Pensé que te daría alergia por comer el chocolate con nuez que te dieron las gemelas. —¿Ella no comieron ese chocolate? —¡Claro que no! Apenas lo noté, fui a decirles, porque me espanté que pudieran comerlo, sobre todo Ady con su asma. Demetrius asintió, miró a su madre con anhelo, y ella lo notó. —¿Qué pasa? ¿Quieres decirme algo? Él asintió y salieron al jardín. Alana miró a su hijo —He tomado una decisión, madre. —¿Cuál es? —Voy a buscar a mi gemelo, y le voy a entregar la mitad de la fortuna Vicent, que le corresponde. Alana se quedó de piedra, nunca esperó que Demetrius pensara hacer eso. Pero, no estaba de acuerdo. —Pero, hijo, no conoces a Demian House, he escuchado cosas sobre él, ¡Cosas terribles! ¿Y si te hace daño a ti, a Marina y a tus hijas? ¿No lo has pensado? —¿Olvidas que es tu hijo, madre? ¿Olvidas que él necesitaba a su madre y que ninguna ve
—¡¿Por qué usurpaste mi lugar?! —Fue solo una broma, ya te lo dije, quería conocer a tus hijas, a tu esposa, pero sin tener que enfrentar todo esto, menos ver a tu madre. —Pero, la viste, ¿No es así? Las gemelas me lo dijeron. Él lo miró, bajó la mirada. —Sí, lo hice, parece que tu madre te quiere mucho. Demetrius tragó saliva. —No digas eso, ella también te quiere y se angustia pro ti, pero, cree que no te he encontrado. —¿Eso dirás? Mientes, lo haces bien, pero no te sale, una madre es capaz de todo por sus hijos, he visto madres haciendo hasta lo imposible solo por salvar a sus hijos, así que no mientas, esa mujer no me quiere, es egoísta, me apuesto a que también contigo lo ha sido. Demetrius no fue capaz de negarlo, se sentó frente a él. —Mira, la única forma en que sepas si nuestra madre es buena o no, es conociéndola, ella es la única que te podrá responder a tus preguntas, yo no, lo único que vine a aclarar fue que lo que hiciste estuvo mal, me metiste en muchos líos,