Capítulo 40

―¿Te ducharás conmigo? ―pregunto cuando me pone en pie en el frío enlosado.

―Es lo que he dicho ―responde quitándose la camisa.

―De acuerdo ―digo dejando caer el vestido al piso, ya que no tengo que soltarlo y camino toda desnuda hacia la ducha.

Abro la llave de la ducha y empiezo a graduar el agua cuando miro por el rabillo como entra desprovisto de su ropa y se pone detrás de mí. No es la primera vez que le veo así, me gusta cuando se despoja de todo porque las vistas de su cuerpo duro y fornido son espectaculares. Inconscientemente, deseé verlo así en la mañana, pero no hizo más que contemplarme.

Estoy aquí por ti y porque ya no puedo contenerme.

«Así que se estaba aguantando». Un escalofrío recorre mi columna y mi piel se eriza cuando le siento pegar la tibieza de su piel a mi espalda. Sus manos se meten por mis costados abrazándome y luego acariciando mis senos.

Observo sus brazos tatuados, y la rosa que serpentea con su mano b

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