CAPÍTULO 43: ENCERRADA

CAPÍTULO 43: ENCERRADA

Tres días después…

Llego al hospital con un nudo en el estómago. Visitar a Na-Ra es un recordatorio doloroso de lo frágil que es la vida y de lo impotente que me siento al no poder mejorar su situación. Camino por los pasillos con paso lento hasta llegar a su habitación. La pequeña está acostada en la cama, tan pálida y frágil que casi parece una muñeca rota. Me esfuerzo por sonreír mientras me acerco a ella. Al menos ahora ha despertado.

—Hola, Na-Ra —digo suavemente, acariciando su mano—. ¿Cómo te sientes hoy?

Na-Ra me mira con sus ojos cansados y asiente ligeramente. No tiene fuerzas para hablar. El monitor que registra sus signos vitales va de mal en peor, recordándome lo delicado de su estado. Mi corazón se encoge al verla así. He hecho todo lo que está a mi alcance, incluyendo otra donación de sangre de mi hijo Daniel, pero parece no ser suficiente.

—Volverás a estar bien, Na-Ra —le susurro, aunque las palabras suenan huecas incluso para mí. Sé muy bien q
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