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Demian salió de casa, estaba dispuesto junto a Cedric a buscar al señor K, había dejado los guardias esperando en casa, pero jamás creyó que ese hombre se presentaría ahí. Llamaron a la puerta, el empleado abrió. —Busco al señor House. —salió hace un momento, pero ¿quiere que lo reciba la señora House? El hombre parecía visiblemente sorprendido. —¿Señora House? —exclamó con algo de burla—. Sí, claro, ¿Por qué no? —dijo El hombre fue a buscarla. El señor K mirò los cuadros en las paredes, eran bonitos, la casa tenía una pinta muy primaveral. —Buenos días, ¿en qué puedo servirle? El señor K mirò a la joven ante él, sus ojos se abrieron grandes, perdió la respiración, a punto estuvo de caer, pero el empleado y Liliana ayudaron al hombre. —¿Qué le pasa, señor? —¡Creo que le dará un ataque, señora! —¡Llevémoslo a la sala! —ordenó Liliana. Sentaron al hombre que se veía tan sofocado, Liliana le abrió los primeros botones de la camisa, necesitaba que respirara. —¿Llamo al médico
«Demian… no es mi benefactor. ¿Con quien he estado viviendo todo este tiempo? ¡él es un monstruo! ¡Tengo tanto miedo! ¿A quien le entregué mi corazón?», pensó Liliana, sintió su cuerpo trémulo. Cuando la puerta se abrió, bajó la mirada, pestañeó rápido, recuperando no solo el temple, también evitó que las lágrimas salieran por sus ojos, tragó saliva, respiró profundo sin ser vista. —¡Hermana Tessa, espere! —exclamó Demian, saliendo tras la mujer, hasta que vieron a Liliana ahí parada frente a ellos. La sangre de Demian se les fue a los pies, su corazón dio un brinco, tuvo el peor miedo de su vida, que ella lo supiera todo, su respiración se volvió irregular. —¡¿Liliana?! ¿Qué has escuchado? ¿Desde cuándo estás ahí parada? —exclamó casi como un bramido. Liliana le miró con ojos grandes, luego esbozó una sonrisa. «Seguro de que, si digo que lo sé todo, este desconocido me encerrará por siempre, no tendré forma de escapar, creí que sabía quien eras, Demian, ahora solo sé que eres un
Luego de la cena, Demian y Carlitos veían la televisión. Liliana observó el reloj, cuando vio que Carlitos bostezaba lo cargó. —Lo llevaré a dormir —dijo ella sintiendo al pequeño que dormía en su hombro. —Los acompaño —dijo Demian. Liliana cambió al niño, estaba mejor de salud que días atrás, lo cobijó y lo recostó, él había caído rendido. Ella no pudo evitar sentir miedo por Carlitos, si se iban de ahí, el niño sufriría de algún modo u otro, y ella no podía asegurar cuando le tendría una cama tan suave y cómoda como esa. «No puedo darme por vencida, no me quedaré a vivir en el infierno por temor a salir adelante, debo luchar, además, cualquier cosa es mejor que estar con un… asesino», ese pensamiento dolía cuando venía a su mente, una y otra vez. Liliana besó la frente del niño, se apartó de la cama, Demian acarició el rostro del pequeño, besó su frente también, salió tras ella. —Duerme como un angelito, es un niño muy bueno, me alegra que sea nuestro hijo, ahora —sus palabras
Liliana escribió una carta, la puso sobre la mesa de noche para que al despertar él la viera. Tomó algo de dinero, tomó una valija con ropa, estaba por salir, pero se detuvo, su corazón se sentía tan pesado, las lágrimas estaban en su rostro, se sentía rota. Mirò a Demian tendido en la cama, se acercò a él, sus dedos largos, delgados, delinearon su perfil, dolía dejarlo ir, dolía como todo se había arruinado. —Te amo, Demian, pero debo alejarme de ti, me mentiste, y lo peor, eres un… asesino… ¿Cuándo tardaré en convertirme en tu víctima? ¿Cuánto tardaré en ver a Carlitos convertido en lo malo que tu eres? Me dueles, porque te amo, sí, te metiste en mi corazón con una sucia, cruel trampa, pero no puedo negarlo, te amo, no sé si mi mente pueda olvidarte, tal vez te ame por siempre, eso no significa que me quedaré, debiste saberlo. Liliana salió de ahí, cerró la puerta con cuidado de no hacer ruido. Caminó hasta la alcoba de Carlitos, tomó la mochila ya lista, lo despertó, pero él se
Demian se levantó, limpió sus lágrimas, él no solía llorar, raras veces sentía su corazón partido, pero nada le dolió como eso. Salió de prisa hasta la habitación de Carlitos, solo para encontrar que el niño no estaba ahí, faltaban un par de prendas, maldijo con furia, corrió a la habitación, se vistió tan rápido como pudo, se puso los zapatos. Casi caía de bruces, pero no cayó, ya vestido bajó como si el mismo diablo lo persiguiera. Nicolas lo vio en la sala, lo vio salir al jardín parecía desesperado, miró a los guardias. —¡¿Dejaron ir a mi mujer?! —Demian tenía una pistola en la mano, los hombres casi chillaban de miedo, pero el señor K lo detuvo. —¡Que m****a haces, hombre! —exclamó. Cedric llegó le quitó la pistola. Demian lo empujó con furia, estaba tan enojado. —¡Liliana escapó! ¡como pudiste dejar que esto pasara, Cedric! Cedric se quedó perplejo. Nicolas Norton volteó a Demian, lo tomó del cuello. —¿Cómo que Liliana escapó? ¿Dónde demonios está mi hija? ¿Qué le hici
Paulina entró en la habitación de su hijo, le dolió tanto verlo así. —¿Qué has hecho, hijo? Mírate, estás destruyéndote en vida, no puedo permitirlo, ojalá que puedas perdonarme, y entender que lo he hecho por tu propio bien. La mujer besó su frente. Azael seguía dormido, Paulina salió de ahí. Al hacerlo, encontró a Liliana en la sala de espera. —Debemos irnos, Liliana. —¿A dónde? ¿Y su hijo? Paulina hundió la mirada. —Con el dolor en mi corazón debo enviarlo a un centro de ayuda, él tiene que ser curado, no puedo hacer más, es mi sacrificio de amor. Liliana sintió pena por la mujer, tomó su mano. —Lo ayudarán, él volverá a ser el mismo hijo bueno que usted tanto ama. —María, ojalá que sí, que Dios te escuché, vamos a casa, tu hijo tiene que dormir en una cama. Liliana mirò a Carlitos se estaba quedando dormido en aquella banca. Asintió. —¿Nos vamos, madrina? ¿Estás segura de que Azael irá a ese centro para curar su alcoholismo y depresión? —exclamó Brenda. —Estoy segura
Liliana estaba ordenando los libros de la señora Paulina, cuando ese hombre entró en la biblioteca, la observó. —Quería agradecerte por ayudarme esa noche en la estación de tren, sin tu ayuda, estaría muerto. Liliana observó a Azael Salvador, no tenía mucho en haber vuelto a casa, sonrió. —No tiene nada que agradecer, me alegro de que esté mejor. —No me hables de usted, ahora me haces sentir viejo, ya tengo suficiente con ser un alcohólico, ¿no? —dijo con risas Ella se sintió apenada —Llámame Azael, María. —Está bien —dijo con timidez —¿Te gustan mis libros? —preguntó Liliana los observó. —Pensé que eran de la señora Paulina. Él sonrío. —Solía leerlos, mi padre me compró todos los libros que quise leer, me dijo que los debía leer antes de morir, pero, no pude leerlos, luego de su muerte, no leí ninguno. Liliana lo mirò con algo de tristeza y compasión. Observó cada libro, sonrío. —Cada libro es maravilloso, amo leerlos —dijo Liliana. Azael la mirò con ojos brillantes.
Demian daba vueltas como si fuera un león enjaulado, Cedric lo miraba con algo de pena por él, deseaba que su amigo fuera feliz, recordaba cuando eran niños, a él y a Aisha Demian logró salvarlos de los malos tratos de los House, cuando eran golpeados, aunque el único camino que tuvieron fue ir al círculo rojo donde se volvieron bandidos. —Está bien, si ella quiere estar con él, no me importa, pero mi hijo, Carlitos vendrá conmigo, porque él no se quedará con ese tipo, tal vez yo soy un monstruo, pero Azael Salvador no es mejor que yo, Liliana lo entenderá, un día se dará cuenta de lo que él es —sentenció. —Habrá un baile organizado por el gobernador para festejar el cumpleaños de su hija, dicen que el señor Salvador irá, es un baile de máscaras, según el guardia que estuvo revisando todo, irán, pienso que, es probable que Liliana esté ahí, y puedas verla. Demian escuchó esas palabras y sintió algo de esperanza por escucharlo, asintió. —Averigua bien si ella estará ahí, no quiero e