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Liliana miró sus ojos con miedo, no podía creer que Demian estuviera ahí, en realidad sí que podía creerlo, durante todo este tiempo en su mente no había hecho salvo pensar en el instante que él volviera a aparecer en su vida, ese momento había llegado. —¡Aléjate! ¿Cómo me encontraste? Demian sonrió, —No hay lugar en este mundo donde te puedas esconder de mí, Liliana House, ¿acaso no me crees? Ella sintió algo de rabia. —No te quiero cerca de mí, las razones las sabes de sobra, ahora vete. Él sonrió. —No me iré. Ella hundió la mirada, sentía un cosquilleo en su estómago, poco faltaba para que se lanzara a sus brazos, pero sus pies se sostenían firmes en el piso, no lo haría. Cuando recordó aquella plática de Demian con la hermana Tessa, el miedo volvió a invadirla. —¿Qué hará conmigo, ahora que me encontraste, Demian House? Él la mirò con desconcierto, arrugando el gesto. —¿Tú que crees? —Vas a matarme —aseveró con tal seguridad que eso fue como un golpe en su rostro, sus
Al día siguiente. Liliana se levantó temprano, se visitó y salió. Fue a preparar el desayuno de la señora Paulina. Cuando entró a la cocina notó que Brenda estaba ahí, ella llevó la bandeja, pero a todo propósito esa mujer le puso el pie, y provocó que la bandeja cayera al suelo. Liliana la vio con rabia, casi caía sobre los cristales. —¡Oh, querida, ten más cuidado! Si sigues quebrando cosas, haré que te lo descuenten de tu sueldo. Brenda estaba por irse, con una gran risa en su boca, cuando sintió que Liliana la tomó del brazo con fuerza. —¡Lo hiciste a propósito! No me interesa si eres la ahijada de la señora Paulina, o la reina de Inglaterra, si vuelves a intentar dañarme, recibirás un buen golpe en el rostro —sentenció molesta Brenda la mirò con furia. —Estúpida, si crees que vas a escalar un lugar en esta familia como la gata que eres, estás equivocada, no vas a conquistar a Azael Salvador. —No me interesa conquistar a nadie, pero por lo visto, tú si estás urgida por ha
—¡No me iré! No puedes echarme, no tengo a donde ir, madrina —sentenció la mujer con tal descaro Paulina la mirò con rabia. —¡No me importa! Mocosa ambiciosa, te quiero lejos de mi hijo. Brenda lanzó un grito, se fue en contra de la mujer. Liliana se quedó perpleja, mientras Brenda sostenía los cabellos de Paulina. Intentó alejarla, pero Brenda la empujó, haciéndola pegarse contra la pared en la espalda, eso fue doloroso. Brenda seguía peleando con Paulina. —No te he soportado tanto tiempo para quedarme sin nada! —reclamó Paulina logró liberarse, la mirò como lo que era. —¡Eres un monstruo! —exclamó y le dio tal bofetada que la dejó sin palabras Brenda tocò su mejilla adolorida, sintió tanta colera, que se abalanzó a la mujer, empujándola, hasta hacerla caer por encima de la barandilla. —¡No! —gritó Liliana al ver a la mujer caer, y pegarse contra el suelo. Brenda se quedó petrificada, jamás quiso llegar hasta eso, le faltó el aire para respirar. —¿Qué hiciste? ¡Eres mala!
Capítulo 48: Días después. Azael estaba en el hospital, observaba a su madre en la camilla, mirándola con dolor al verla tan mal, sintió tanta frustración de no poder hacer nada por mejorar su estado de salud, aún recordaba las palabras del doctor. «—Por degracia el golpe en la cabeza y en la columna tiene secuelas graves, estará inmovilizada, no sabremos si volverá a caminar o hablar» Azael volvió a la realidad, su madre abrió los ojos, estaba mirándolo, pero se veía desesperada, no podía hablar. —Madre, no te angusties, estoy aquí, mira como te han dejado, pero no descansaré hasta que te cures, he contratado a los mejor médicos, madre —dijo con los ojos cubiertos de lágrimas. Brenda entró, se acercò y tocò su hombro. Paulina la mirò con ojos grandes, asustados, ella lo recordaba todo, sabía que Brenda era maligna, era la culpable de lo que le había ocurrido, pero ahora estaba segura de que no pagaría por lo que le hizo, y la pobre María era inocente. —Lo siento tanto, Azael,
—¿Acaso no lo sabías, niñita? Dudo mucho que aquí puedas dar a luz, no te dejarán tener a tu hijo. Liliana tuvo un terror indescriptible. —Todo es tu culpa por ser una criminal, lo mereces, es tu karma. Liliana aún conservaba las manos en su vientre, tenía mucho miedo por su bebé. «No puedo seguir aquí, ¡debo luchar por mi hijo! Él no merece vivir esta injusticia, y yo tampoco», pensó. —Por favor, se lo suplico, déjeme hacer una llamada, no me dejan hablar con nadie, por favor. El doctor la mirò, fue hasta la puerta y se fijó que estuviese bien cerrada, le dio su teléfono. —Solo tienes un minuto, niña, si alguien me descubre, puede irme muy mal por ayudar a una reclusa. Ve al cuarto de baño, ahí nadie te verá o escuchará. Liliana sonrió, tomó el teléfono. Corrió hasta el cuarto de baño, se encerró, sus manos temblaban, pero sabía ese número de memoria. Mansión House. Demian observaba a Carlitos jugar en el jardín, estaba sentado en una silla frente a una mesa. Amanda se acer
—Entonces, mujer, ¿quieres que te libere o no? —exclamó Demian con una mirada fría y severa, su voz ronca la hizo estremecer. Los ojos de Liliana se abrieron enormes, limpió sus lágrimas al mirar su frialdad, no había un atisbo del amor y ternura que antes Demian le proporcionó. —Está bien, solo quiero irme de aquí. —Te advierto que, si te libero, no podrás irte nunca más de mi lado. Ella tragó saliva, asintió. —Está bien, lo aceptó. —¿Puedo yo confiar en ti, luego de que me abandonaste? —exclamó Demian —Prometo que no volveré a huir de tu lado —dijo Liliana con la voz apagada, él asintió, no estaba feliz despues de todo. Demian hizo una señal y ella fue con él, al salir subió al auto. Liliana aún portaba ese feo uniforme, se sentó y recargó su cabeza contra el respaldo del auto. Cerró sus ojos tenía miedo. Pronto se quedó dormida, estaba muy cansada. Al llegar a la mansión House, Demian bajó del auto, observó a Liliana dormida, iba a despertarla, no se atrevió, la cargó ent
Mansión Salvador. Paulina estaba en la cama, intentaba moverse, pero no podía, cuando vio a esa mujer entrar tuvo pavor, solo la mirò con ojos grandes, severos. Brenda se pavoneó ante la mujer. —¿Qué pasa, querida madrina? ¿Por qué no mueres de una m*****a vez? Creo que después de todo, tendré que darte una buena ayuda, lo mereces, pusiste por encima de mí a esa m*****a criada, mira lo que me hiciste hacer. Paulina solo la miraba con ojos enormes, asustados. «Por favor, ¡qué alguien me ayude! Está mujer es mala, me matará, ¡Azael, hijo, ayúdame!», pensó. La empleada entró y Brenda se levantó asustada, guardó la jeringa, demasiado tarde, porque la empleada se dio cuenta, pero se hizo la despistada, para que no lo supiera. —Madrina, descansa, volveré después. Cárcel de Firuze Azael llegó, ordenó que trajeran a María Mars ante él, pero encontró al director asustado. —Un hombre vino y la llevó con él, incluso me amenazó. Azael estaba hecho una furia, tomó del cuello al director,
Al día siguiente. Liliana estaba desayunando junto a Carlitos, cuando sintió esas fuertes náuseas, corrió hasta el baño y vomitó, no pudo parar. Amanda se había puesto detrás de la puerta, con un gesto nauseabundo. Se alejó en cuánto vio que la mujer que había lavado su rostro y dientes salió de ahí. Amanda tomó su brazo con fuerza. —¿Estás embarazada? Dilo, mujerzuela, ¿estás embarazada y has venido a hacerle creer a Demian que ese bastardo es suyo? Liliana hizo que la mujer soltara su brazo, la empujó, y cuando Amanda quiso tocarla, Liliana le encestó tal bofetada que la hizo caer. La mujer que hábil observó que Demian venía, se echó a llorar como una víctima. Demian fue hasta ahí. —Pero ¿Qué pasa aquí? —¡Me ha golpeado como una salvaje! Ella está embarazada, Demian, ha venido a encasquetarte ese bebé, pero no es tuyo, porque ella es una zorra, ¡ese hijo debe ser del hombre que vino ayer! ¿Cómo se llamaba? Ah, ¡sí! ¡Azael Salvador! —exclamó la mujer en un grito Demian abri