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Demian se levantó, limpió sus lágrimas, él no solía llorar, raras veces sentía su corazón partido, pero nada le dolió como eso. Salió de prisa hasta la habitación de Carlitos, solo para encontrar que el niño no estaba ahí, faltaban un par de prendas, maldijo con furia, corrió a la habitación, se vistió tan rápido como pudo, se puso los zapatos. Casi caía de bruces, pero no cayó, ya vestido bajó como si el mismo diablo lo persiguiera. Nicolas lo vio en la sala, lo vio salir al jardín parecía desesperado, miró a los guardias. —¡¿Dejaron ir a mi mujer?! —Demian tenía una pistola en la mano, los hombres casi chillaban de miedo, pero el señor K lo detuvo. —¡Que m****a haces, hombre! —exclamó. Cedric llegó le quitó la pistola. Demian lo empujó con furia, estaba tan enojado. —¡Liliana escapó! ¡como pudiste dejar que esto pasara, Cedric! Cedric se quedó perplejo. Nicolas Norton volteó a Demian, lo tomó del cuello. —¿Cómo que Liliana escapó? ¿Dónde demonios está mi hija? ¿Qué le hici
Paulina entró en la habitación de su hijo, le dolió tanto verlo así. —¿Qué has hecho, hijo? Mírate, estás destruyéndote en vida, no puedo permitirlo, ojalá que puedas perdonarme, y entender que lo he hecho por tu propio bien. La mujer besó su frente. Azael seguía dormido, Paulina salió de ahí. Al hacerlo, encontró a Liliana en la sala de espera. —Debemos irnos, Liliana. —¿A dónde? ¿Y su hijo? Paulina hundió la mirada. —Con el dolor en mi corazón debo enviarlo a un centro de ayuda, él tiene que ser curado, no puedo hacer más, es mi sacrificio de amor. Liliana sintió pena por la mujer, tomó su mano. —Lo ayudarán, él volverá a ser el mismo hijo bueno que usted tanto ama. —María, ojalá que sí, que Dios te escuché, vamos a casa, tu hijo tiene que dormir en una cama. Liliana mirò a Carlitos se estaba quedando dormido en aquella banca. Asintió. —¿Nos vamos, madrina? ¿Estás segura de que Azael irá a ese centro para curar su alcoholismo y depresión? —exclamó Brenda. —Estoy segura
Liliana estaba ordenando los libros de la señora Paulina, cuando ese hombre entró en la biblioteca, la observó. —Quería agradecerte por ayudarme esa noche en la estación de tren, sin tu ayuda, estaría muerto. Liliana observó a Azael Salvador, no tenía mucho en haber vuelto a casa, sonrió. —No tiene nada que agradecer, me alegro de que esté mejor. —No me hables de usted, ahora me haces sentir viejo, ya tengo suficiente con ser un alcohólico, ¿no? —dijo con risas Ella se sintió apenada —Llámame Azael, María. —Está bien —dijo con timidez —¿Te gustan mis libros? —preguntó Liliana los observó. —Pensé que eran de la señora Paulina. Él sonrío. —Solía leerlos, mi padre me compró todos los libros que quise leer, me dijo que los debía leer antes de morir, pero, no pude leerlos, luego de su muerte, no leí ninguno. Liliana lo mirò con algo de tristeza y compasión. Observó cada libro, sonrío. —Cada libro es maravilloso, amo leerlos —dijo Liliana. Azael la mirò con ojos brillantes.
Demian daba vueltas como si fuera un león enjaulado, Cedric lo miraba con algo de pena por él, deseaba que su amigo fuera feliz, recordaba cuando eran niños, a él y a Aisha Demian logró salvarlos de los malos tratos de los House, cuando eran golpeados, aunque el único camino que tuvieron fue ir al círculo rojo donde se volvieron bandidos. —Está bien, si ella quiere estar con él, no me importa, pero mi hijo, Carlitos vendrá conmigo, porque él no se quedará con ese tipo, tal vez yo soy un monstruo, pero Azael Salvador no es mejor que yo, Liliana lo entenderá, un día se dará cuenta de lo que él es —sentenció. —Habrá un baile organizado por el gobernador para festejar el cumpleaños de su hija, dicen que el señor Salvador irá, es un baile de máscaras, según el guardia que estuvo revisando todo, irán, pienso que, es probable que Liliana esté ahí, y puedas verla. Demian escuchó esas palabras y sintió algo de esperanza por escucharlo, asintió. —Averigua bien si ella estará ahí, no quiero e
Liliana miró sus ojos con miedo, no podía creer que Demian estuviera ahí, en realidad sí que podía creerlo, durante todo este tiempo en su mente no había hecho salvo pensar en el instante que él volviera a aparecer en su vida, ese momento había llegado. —¡Aléjate! ¿Cómo me encontraste? Demian sonrió, —No hay lugar en este mundo donde te puedas esconder de mí, Liliana House, ¿acaso no me crees? Ella sintió algo de rabia. —No te quiero cerca de mí, las razones las sabes de sobra, ahora vete. Él sonrió. —No me iré. Ella hundió la mirada, sentía un cosquilleo en su estómago, poco faltaba para que se lanzara a sus brazos, pero sus pies se sostenían firmes en el piso, no lo haría. Cuando recordó aquella plática de Demian con la hermana Tessa, el miedo volvió a invadirla. —¿Qué hará conmigo, ahora que me encontraste, Demian House? Él la mirò con desconcierto, arrugando el gesto. —¿Tú que crees? —Vas a matarme —aseveró con tal seguridad que eso fue como un golpe en su rostro, sus
Al día siguiente. Liliana se levantó temprano, se visitó y salió. Fue a preparar el desayuno de la señora Paulina. Cuando entró a la cocina notó que Brenda estaba ahí, ella llevó la bandeja, pero a todo propósito esa mujer le puso el pie, y provocó que la bandeja cayera al suelo. Liliana la vio con rabia, casi caía sobre los cristales. —¡Oh, querida, ten más cuidado! Si sigues quebrando cosas, haré que te lo descuenten de tu sueldo. Brenda estaba por irse, con una gran risa en su boca, cuando sintió que Liliana la tomó del brazo con fuerza. —¡Lo hiciste a propósito! No me interesa si eres la ahijada de la señora Paulina, o la reina de Inglaterra, si vuelves a intentar dañarme, recibirás un buen golpe en el rostro —sentenció molesta Brenda la mirò con furia. —Estúpida, si crees que vas a escalar un lugar en esta familia como la gata que eres, estás equivocada, no vas a conquistar a Azael Salvador. —No me interesa conquistar a nadie, pero por lo visto, tú si estás urgida por ha
—¡No me iré! No puedes echarme, no tengo a donde ir, madrina —sentenció la mujer con tal descaro Paulina la mirò con rabia. —¡No me importa! Mocosa ambiciosa, te quiero lejos de mi hijo. Brenda lanzó un grito, se fue en contra de la mujer. Liliana se quedó perpleja, mientras Brenda sostenía los cabellos de Paulina. Intentó alejarla, pero Brenda la empujó, haciéndola pegarse contra la pared en la espalda, eso fue doloroso. Brenda seguía peleando con Paulina. —No te he soportado tanto tiempo para quedarme sin nada! —reclamó Paulina logró liberarse, la mirò como lo que era. —¡Eres un monstruo! —exclamó y le dio tal bofetada que la dejó sin palabras Brenda tocò su mejilla adolorida, sintió tanta colera, que se abalanzó a la mujer, empujándola, hasta hacerla caer por encima de la barandilla. —¡No! —gritó Liliana al ver a la mujer caer, y pegarse contra el suelo. Brenda se quedó petrificada, jamás quiso llegar hasta eso, le faltó el aire para respirar. —¿Qué hiciste? ¡Eres mala!
Capítulo 48: Días después. Azael estaba en el hospital, observaba a su madre en la camilla, mirándola con dolor al verla tan mal, sintió tanta frustración de no poder hacer nada por mejorar su estado de salud, aún recordaba las palabras del doctor. «—Por degracia el golpe en la cabeza y en la columna tiene secuelas graves, estará inmovilizada, no sabremos si volverá a caminar o hablar» Azael volvió a la realidad, su madre abrió los ojos, estaba mirándolo, pero se veía desesperada, no podía hablar. —Madre, no te angusties, estoy aquí, mira como te han dejado, pero no descansaré hasta que te cures, he contratado a los mejor médicos, madre —dijo con los ojos cubiertos de lágrimas. Brenda entró, se acercò y tocò su hombro. Paulina la mirò con ojos grandes, asustados, ella lo recordaba todo, sabía que Brenda era maligna, era la culpable de lo que le había ocurrido, pero ahora estaba segura de que no pagaría por lo que le hizo, y la pobre María era inocente. —Lo siento tanto, Azael,