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Liliana estaba ordenando los libros de la señora Paulina, cuando ese hombre entró en la biblioteca, la observó. —Quería agradecerte por ayudarme esa noche en la estación de tren, sin tu ayuda, estaría muerto. Liliana observó a Azael Salvador, no tenía mucho en haber vuelto a casa, sonrió. —No tiene nada que agradecer, me alegro de que esté mejor. —No me hables de usted, ahora me haces sentir viejo, ya tengo suficiente con ser un alcohólico, ¿no? —dijo con risas Ella se sintió apenada —Llámame Azael, María. —Está bien —dijo con timidez —¿Te gustan mis libros? —preguntó Liliana los observó. —Pensé que eran de la señora Paulina. Él sonrío. —Solía leerlos, mi padre me compró todos los libros que quise leer, me dijo que los debía leer antes de morir, pero, no pude leerlos, luego de su muerte, no leí ninguno. Liliana lo mirò con algo de tristeza y compasión. Observó cada libro, sonrío. —Cada libro es maravilloso, amo leerlos —dijo Liliana. Azael la mirò con ojos brillantes.
Demian daba vueltas como si fuera un león enjaulado, Cedric lo miraba con algo de pena por él, deseaba que su amigo fuera feliz, recordaba cuando eran niños, a él y a Aisha Demian logró salvarlos de los malos tratos de los House, cuando eran golpeados, aunque el único camino que tuvieron fue ir al círculo rojo donde se volvieron bandidos. —Está bien, si ella quiere estar con él, no me importa, pero mi hijo, Carlitos vendrá conmigo, porque él no se quedará con ese tipo, tal vez yo soy un monstruo, pero Azael Salvador no es mejor que yo, Liliana lo entenderá, un día se dará cuenta de lo que él es —sentenció. —Habrá un baile organizado por el gobernador para festejar el cumpleaños de su hija, dicen que el señor Salvador irá, es un baile de máscaras, según el guardia que estuvo revisando todo, irán, pienso que, es probable que Liliana esté ahí, y puedas verla. Demian escuchó esas palabras y sintió algo de esperanza por escucharlo, asintió. —Averigua bien si ella estará ahí, no quiero e
Liliana miró sus ojos con miedo, no podía creer que Demian estuviera ahí, en realidad sí que podía creerlo, durante todo este tiempo en su mente no había hecho salvo pensar en el instante que él volviera a aparecer en su vida, ese momento había llegado. —¡Aléjate! ¿Cómo me encontraste? Demian sonrió, —No hay lugar en este mundo donde te puedas esconder de mí, Liliana House, ¿acaso no me crees? Ella sintió algo de rabia. —No te quiero cerca de mí, las razones las sabes de sobra, ahora vete. Él sonrió. —No me iré. Ella hundió la mirada, sentía un cosquilleo en su estómago, poco faltaba para que se lanzara a sus brazos, pero sus pies se sostenían firmes en el piso, no lo haría. Cuando recordó aquella plática de Demian con la hermana Tessa, el miedo volvió a invadirla. —¿Qué hará conmigo, ahora que me encontraste, Demian House? Él la mirò con desconcierto, arrugando el gesto. —¿Tú que crees? —Vas a matarme —aseveró con tal seguridad que eso fue como un golpe en su rostro, sus
Al día siguiente. Liliana se levantó temprano, se visitó y salió. Fue a preparar el desayuno de la señora Paulina. Cuando entró a la cocina notó que Brenda estaba ahí, ella llevó la bandeja, pero a todo propósito esa mujer le puso el pie, y provocó que la bandeja cayera al suelo. Liliana la vio con rabia, casi caía sobre los cristales. —¡Oh, querida, ten más cuidado! Si sigues quebrando cosas, haré que te lo descuenten de tu sueldo. Brenda estaba por irse, con una gran risa en su boca, cuando sintió que Liliana la tomó del brazo con fuerza. —¡Lo hiciste a propósito! No me interesa si eres la ahijada de la señora Paulina, o la reina de Inglaterra, si vuelves a intentar dañarme, recibirás un buen golpe en el rostro —sentenció molesta Brenda la mirò con furia. —Estúpida, si crees que vas a escalar un lugar en esta familia como la gata que eres, estás equivocada, no vas a conquistar a Azael Salvador. —No me interesa conquistar a nadie, pero por lo visto, tú si estás urgida por ha
—¡No me iré! No puedes echarme, no tengo a donde ir, madrina —sentenció la mujer con tal descaro Paulina la mirò con rabia. —¡No me importa! Mocosa ambiciosa, te quiero lejos de mi hijo. Brenda lanzó un grito, se fue en contra de la mujer. Liliana se quedó perpleja, mientras Brenda sostenía los cabellos de Paulina. Intentó alejarla, pero Brenda la empujó, haciéndola pegarse contra la pared en la espalda, eso fue doloroso. Brenda seguía peleando con Paulina. —No te he soportado tanto tiempo para quedarme sin nada! —reclamó Paulina logró liberarse, la mirò como lo que era. —¡Eres un monstruo! —exclamó y le dio tal bofetada que la dejó sin palabras Brenda tocò su mejilla adolorida, sintió tanta colera, que se abalanzó a la mujer, empujándola, hasta hacerla caer por encima de la barandilla. —¡No! —gritó Liliana al ver a la mujer caer, y pegarse contra el suelo. Brenda se quedó petrificada, jamás quiso llegar hasta eso, le faltó el aire para respirar. —¿Qué hiciste? ¡Eres mala!
Capítulo 48: Días después. Azael estaba en el hospital, observaba a su madre en la camilla, mirándola con dolor al verla tan mal, sintió tanta frustración de no poder hacer nada por mejorar su estado de salud, aún recordaba las palabras del doctor. «—Por degracia el golpe en la cabeza y en la columna tiene secuelas graves, estará inmovilizada, no sabremos si volverá a caminar o hablar» Azael volvió a la realidad, su madre abrió los ojos, estaba mirándolo, pero se veía desesperada, no podía hablar. —Madre, no te angusties, estoy aquí, mira como te han dejado, pero no descansaré hasta que te cures, he contratado a los mejor médicos, madre —dijo con los ojos cubiertos de lágrimas. Brenda entró, se acercò y tocò su hombro. Paulina la mirò con ojos grandes, asustados, ella lo recordaba todo, sabía que Brenda era maligna, era la culpable de lo que le había ocurrido, pero ahora estaba segura de que no pagaría por lo que le hizo, y la pobre María era inocente. —Lo siento tanto, Azael,
—¿Acaso no lo sabías, niñita? Dudo mucho que aquí puedas dar a luz, no te dejarán tener a tu hijo. Liliana tuvo un terror indescriptible. —Todo es tu culpa por ser una criminal, lo mereces, es tu karma. Liliana aún conservaba las manos en su vientre, tenía mucho miedo por su bebé. «No puedo seguir aquí, ¡debo luchar por mi hijo! Él no merece vivir esta injusticia, y yo tampoco», pensó. —Por favor, se lo suplico, déjeme hacer una llamada, no me dejan hablar con nadie, por favor. El doctor la mirò, fue hasta la puerta y se fijó que estuviese bien cerrada, le dio su teléfono. —Solo tienes un minuto, niña, si alguien me descubre, puede irme muy mal por ayudar a una reclusa. Ve al cuarto de baño, ahí nadie te verá o escuchará. Liliana sonrió, tomó el teléfono. Corrió hasta el cuarto de baño, se encerró, sus manos temblaban, pero sabía ese número de memoria. Mansión House. Demian observaba a Carlitos jugar en el jardín, estaba sentado en una silla frente a una mesa. Amanda se acer
—Entonces, mujer, ¿quieres que te libere o no? —exclamó Demian con una mirada fría y severa, su voz ronca la hizo estremecer. Los ojos de Liliana se abrieron enormes, limpió sus lágrimas al mirar su frialdad, no había un atisbo del amor y ternura que antes Demian le proporcionó. —Está bien, solo quiero irme de aquí. —Te advierto que, si te libero, no podrás irte nunca más de mi lado. Ella tragó saliva, asintió. —Está bien, lo aceptó. —¿Puedo yo confiar en ti, luego de que me abandonaste? —exclamó Demian —Prometo que no volveré a huir de tu lado —dijo Liliana con la voz apagada, él asintió, no estaba feliz despues de todo. Demian hizo una señal y ella fue con él, al salir subió al auto. Liliana aún portaba ese feo uniforme, se sentó y recargó su cabeza contra el respaldo del auto. Cerró sus ojos tenía miedo. Pronto se quedó dormida, estaba muy cansada. Al llegar a la mansión House, Demian bajó del auto, observó a Liliana dormida, iba a despertarla, no se atrevió, la cargó ent