En la piel de tus pecados
En la piel de tus pecados
Por: CH
Capítulo 1 - Latidos

Grecia...

— Hija ¿Estás segura de que Dante ira contigo a la graduación? — pregunto mi mama mientras me preparaba para ir al baile de graduación.

— ¡Que si mama! Mi tío no me dejaría sola, además él también se G-R-A-D-U-A — deletree cada palabra a la hermosa mujer que me observaba desde el marco de la puerta.

— Bien, bien. Ya entendí, ustedes dos van de un lado a otro juntos, parecen más hermanos que con tu padre — reí ligeramente, era la verdad. Nacimos casi juntos, crecimos juntos, siempre fuimos a cada maldito lado juntos. Hasta nos hemos graduado como pilotos de la fuerza aérea... creo que nuestro destino es siempre ir al paso del otro.

— Bueno, no te equivocas mama. No sé cómo mis abuelos pudieron tener otro bebe a su edad, quiero tener una vida sexual como ellos cuando sea anciana... — bromee.

— ¡Grecia Bowman! — me aventó la almohada que tenía en mi pequeño sillón — ¿Qué son esos pensamientos? — solté una carcajada.

— ¡Ay vamos! Mama, ¿No esperas que no conozca de sexo? — entrecerró los ojos observándome con detenimiento — ¿O sí?

— Pues... en verdad esperaba que... olvídalo — negó sintiéndose derrotada — ya no eres mi niña, eres toda una mujer de 24 años que se gradúa de la escuela militar — se acercó a mi tomando mi rostro entre sus manos — estoy muy orgullosa de ti mi reina — nuestros ojos se llenaron de lágrimas y, por más que quise reprimirlas, no pude.

— Gracias mama, sin ustedes no sé qué sería de mi — la abrace con fuerza dejándome envolver por ese perfume que la caracterizaba tanto.

— Tu padre está orgulloso de ti, y es quien te escoltara hasta su hermano — sonreí de solo pensar en Dante, ese hombre era mi confidente, ante todo, Moria por saber cómo nos divertiríamos más tarde.

— Agradezco que al menos con el sí me dejen salir — me acomode mi peinado y alise este vestido tan hermoso que mi tío me había regalado. Largo, con abertura hasta la rodilla, sin tirantes y con algunas incrustaciones de pedrería en el pecho y, obviamente de mi color favorito. El rojo.

— Sabes cómo es tu padre... pero afortunadamente le cayó bien Sebastián y no solo eso, lo aprobó como tu novio — abrí los ojos ante la sorpresa, no esperaba esas palabras.

— ¿Enserio? ¿Mama no estas jugando conmigo? — pregunte emocionada.

— No mi reina para nada, así que usted disfrute su noche, sea feliz con el hombre que escogió y tráelo a cenar otro día — salte de alegría abrazando efusivamente a mi mami.

— ¡Los amo aún más!

— Mis hermosas damas — la voz de mi papa nos sorprendió, aún estaba con su uniforme militar, quizás había tenido una junta o algo así — es hora de irte a dejar con Dante, no para de llamarme que ya te valla a dejar.

— ¡Papi! — corrí a abrazarlo y dándole un beso en la mejilla — te extrañé.

— Si aja, con Dante siempre a tu alrededor, dudo que te acuerdes de mí. — acaricio mi mejilla mirándome con ese amor tan paternal que un hombre como él podía darme — Por cierto, el vestido quedo maravilloso, me encanta. El gusto viene de familia.

— Lo sé, pero bueno ya llévame con mi tío que mi novio me espera — rodo los ojos negando con la cabeza.

— Bien, vámonos que hoy es tu noche mi reina — me dio su brazo y lo tome como toda una princesa, mi madre me extendió mi bolso y los tres bajamos las escaleras hasta el auto.

Mi sorpresa fue que Dante ya estaba esperándome a fuera, se veía sumamente atractivo con ese traje azul marino. El rubio de su cabello contrastaba con su vestimenta y el color de sus ojos combinaba a la perfección. Mi corazón latió con fuerza y una extraña sensación se extendió por todo mi cuerpo... «¡Basta Grecia es tu tío!» sacudí mi cabeza ante esos pensamientos.

— ¡Pero qué cosa tan hermosa ven mis ojos! — exclamo emocionado, si mi corazón ya latía, ahora, era como un tambor.

— Obvio tonto, tu escogiste este vestido — modele para todos recibiendo bellos halagos de su parte.

— Mas te vale que la cuides Dante o...

— ¡Le partes las bolas y las lanzas desde el avión! Ya lo sabemos — expresamos los dos repitiendo la misma amenaza que siempre nos daba mi papa.

— ¡Ustedes dos son tal para cual! — bramo mi mama en tono divertido — bueno, no les quitamos más su tiempo. Disfruten el baile, tomen lo que se les antoje, pero con moderación.

—¡Alexa! — mi padre la llamo en tono de advertencia.

— ¡Ay por favor, Owen, deja que se diviertan! — mi mama lo miro con picardía — además sirve que nos dejan solos y...

— ¡Mama!

— ¡Cuñada! — los cuatro comenzamos a reír casi de manera incontrolada.

— Okay, Dante vámonos que esos dos están a punto de destrozar la casa como Vampiros de Crepúsculo — Dante sonrió, abrió la puerta de su maravilloso Ferrari y me ayudo a acomodarme.

Siempre ha tenido este afecto conmigo, pero, cuando se acercó a mí y me dejo oler su exquisita fragancia. Esa sensación de deseo creció en mi vientre... mi corazón latió con fuerza nuevamente al sentir su calor cerca me mi... «¡Contrólate, Grecia!».

Desvié la mirada de su varonil aspecto tratando de buscar con que distraerme.

— Te vez hermosa... — murmuro en mi oído, acto que produjo nuevamente ese cosquilleo — le atine al vestido — su varonil voz me envolvió como nunca lo había hecho.

— Ya gracias. La verdad lo luciré con todas las ganas del jodido mundo — sonrió mostrándome sus dientes blancos y rectos, adoraba esa sonrisa.

— Excelente, más le vale a Sebastián agradecerme — sonreí, cerró la puerta, se despidió de mis padres y entro en el auto poniéndolo en marcha.

— ¡A toda velocidad guapo! — grite cuando hizo rugir el motor, mire el rostro de mis padres quienes solo negaban con la cabeza y sonreían.

— ¡Tu si sabes lo que me gusta nena! — acelero el auto a toda velocidad maniobrándolo de forma experta. Él y yo éramos amantes de la adrenalina, abrió el quemacocos dejando que la brisa nocturna del cielo Californiano nos envolviera por completo.

El auto se adentró en la oscura carretera hasta la universidad militar donde seria nuestro baile. Estábamos lejos de ahí pues mis padres y mis abuelos, ósea sus padres, vivíamos en un complejo más exclusivo. Sobre todo, por la facilidad de las reuniones a las que asistían mi papa y mi abuelo. Dante y yo estaríamos en la misma base, pero kilómetros más al frente pues los dos entrenaríamos como pilotos, lo cual me emocionaba mucho.

— ¿Lista para tu gran noche? Mi adorada sobrina — pregunto una vez que llegamos al salón.

— Me siento como una adolescente y eso que los dos tenemos veinticuatro... ¿Puedes creerlo? — tome su brazo y los dos caminamos por las escaleras, las miradas hacia nosotros no se hicieron esperar pues la mayoría sabían nuestra relación.

— La verdad no, hace años jugamos en la tierra de tu casa y ahora... entrenamos los dos en el lodo para combatir una guerra — la felicidad inundo mi pecho, habíamos cumplido el sueño que nos propusimos de niños... que más podría ser mejor.

— ¡Oh mira! — señale al frente — ahí está mi novio, vamos y sirve que conoces a alguna chica. Ya deberías buscar una novia — mencionar esa palabra me dolía un poco el corazón, pero era lo mejor para él.

— No, estoy bien así. Encontrare a la correcta cuando sea el momento — su mirada intensa me envolvió por completo, no supe cómo interpretarla, pero... fue extraño, como si quisiera decirme algo en ella.

— ¡Grecia! ¡Dante! — nos gritó Sebastián rompiendo esa burbuja que habíamos creado. A su lado estaba mi amiga Gianna quien sonrió al ver a mi tío, sé que le encanta. — ¡Nena te vez preciosa! — le sonreí y lo abracé con fuerza, se adueñó de mis labios de una forma espectacular, algo que me fascinaba de él.

— ¡Amor! ¿Te gusta? — asintió tocando mi trasero con delicadeza, algo que me prendió un poco pero no de la misma manera que hace rato con... ¡Basta!

— Te vez maravillosa, bueno vamos a disfrutar el baile... ¡Que comience la fiesta! — a nuestro alrededor estaban nuestros amigos en común, varias chicas bailaron con mi amado tío, era demasiado popular.

— ¡Amiga te ves hermosa! — grito Gianna abrazándome.

— ¡Tú también nena! ¡A divertirnos! — grite al compás de los demás

Sebastián y yo disfrutábamos de la música la cual nos hacía perdernos en caricias y deseos. No me quejare, es un gran hombre. Me ha apoyado en muchas cosas entre ellas mis sueños. Bebimos, gritamos, nos besamos... fue algo maravilloso.

En una parte del baile quise ir al baño, le avisé a mi novio y me perdí entre la multitud. Al regresar no halle ni a mi amiga ni a Sebastián. Me senté en una de las sillas, cansada de todo el ajetreo. Mi tío estaba bailando con unas nenas muy hermosas, me miro de reojo dándome un guiño muy coqueto. Ese hombre es un caso.

Con el pasar de los minutos y al no ver a ninguno de los dos comencé a buscarlos. Quizás Gianna estaba vomitando en el baño como siempre sucedía. Típico de mi amiga.

— ¿A dónde vas nena? — me pregunto mi tío.

— A buscar a Gianna, seguro debe estar vomitando el alcohol que tomo... — ambos reímos a la par.

— Bien ¡A buscarla! — podía ver que Dante ya estaba pasado de copas, pero aun así nos adentramos en la búsqueda.

Fuimos salón tras salón, pero no haya nada, ni en los baños estaban. Cuando íbamos pasando por una de las aulas de tecnología escuchamos gemidos algo intensos viniendo de ahí.

— Seguro la pasan bien. — exprese ruborizada.

— ¿Vemos de quien se trata? — pregunto pícaramente mi tío, me pareció una gran idea por lo que asentí curiosa... abrió la puerta lentamente dejando que nuestras cabezas entraran — Valla sí que lo están disfrutando — dijo con un tono divertido.

— Me parece que... — cuando mire con detenimiento me percate de un curioso detalle, reconocía ese vestido... Gianna.

— Grecia no entres... — abrí la puerta y encendí la luz sorprendiendo a las dos personas que se comían a besos.

— ¡Grecia! — gritaron los dos acomodando sus ropas, jamás espere una traición como esta de su parte, jamás.

— ¡Los dos son un par de idiotas! — intente lanzarme sobre ellos, pero Dante me detuvo, me sorprendí más al ver como Sebastián protegía a Gianna — ¡Los odio! — grite para después salir corriendo del lugar.

Dante me siguió gritando mi nombre por todo el pasillo, yo solo quería salir de ese jodido lugar. Llegue a su auto e intente abrirlo, pero no traía las llaves, cosa que me molesto.

— ¡Grecia espera! — me abrazo por detrás tratando de calmar mis lágrimas.

— ¡Sácame de aquí por favor! — suplique.

— Okay, vámonos nena. — abrió la puerta y me ayudo a entrar. Se subió y encendió el auto para salir de la escuela y manejar a lo desconocido. No quería pensar en nada solo... deseaba dormir.

Llegamos a una playa al cabo de un rato manejando. Detuvo el auto y el silencio envolvió el lugar. Solo mire al frente sin pensar o recordar nada. Sentí una cálida mano tomar la mía, miré nuestros dedos entrelazados y sonreí.

Ambos nos miramos a los ojos sin decir una palabra, y, como dos imanes, nuestros labios se atrajeron de una forma hambrienta y feroz. No supe porque, no entendí la razón. Solo mi corazón me decía que me dejara llevar.

Me subí a horcajadas sobre el aferrándome a su cuello, en ningún momento nuestras bocas se separaron. Acaricio mis muslos hasta llegar a mi trasero el cual lo apretó con rudeza, solté un gemido mientras nuestras partes íntimas creaban una fricción exquisita.

Quizás era el dolor, quizás el alcohol, pero cuando nuestras miradas se cruzaron nuevamente, dejamos de pensar en las consecuencias y nos dedicamos a sentir el calor que ambos queríamos disipar, sus caricias, sus besos, fueron como la llama que encendió el tanque de gasolina, uno que, a partir de ese momento, no supe como parar.

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