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Entre Sus Brazos Rendida

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Alison.

Me despierto con el ruido de mi teléfono que tiene un mensaje de texto. Es de mi supervisor, el muy imbécil.

"Si quieres el dinero que te dejó el cliente el otro día, ven a trabajar hoy", señala y siento odio por ese mensaje, ya que James me había prometido pagarme diez veces mi salario, sin embargo, cuando se lo dejó a mi jefe, este se lo quedó y me dijo que no me lo daría, por haber llegado tarde.

Pero, si no voy, también lo tomará de excusa para echarme, así que le contesto que sí iré y me levanto de mi deliciosa cama, que me reclama desesperada, por ser domingo.

―No me contestabas el teléfono, así que vine para acá y decirte en persona que lo siento, Alison―me dice Georgy en cuanto me ve en la puerta, quien parece haberse quedado ahí durante toda la noche.

Entonces, recuerdo cómo esos patanes me trataron y me voy a toda prisa.

―Espérate―me dice desesperada.

― ¿Que no te dije? ―le señalo de lo más cabreada―intentaron violarme―le espeto y ella respira profundo, así que aprovecho para irme escaleras abajo, pero ella me cierra el paso.

―Fue todo culpa de Nash, ya sabes cómo es, y me llevó fuera del bar―me dice y ahora siento cómo la rabia me invade todo el cuerpo―no quise dejarte sola tanto tiempo―me asegura.

―Eso no va a cambiar nada, Georgy―le reclamo enojada―no va a cambiar que no quería ir a ese bar desde un principio ni que me dejaras sola y que esos tipos se aprovecharon de todo eso para hacerme beber tu botella de tequila, que compraste para complacer a tu novio―le suelto y ella me mira con la cara toda pálida, así que aprovecho y me voy a toda prisa, porque voy tarde, para variar.

A pesar de que hoy era mi día libre.

Afortunadamente, llego a tiempo al restaurante.

―Hola, nena―me dice Willy, el baboso hijo de mi jefe, quien no para de molestarme cada vez que me ve―papá me dijo que te debíamos algo―me señala y ahora está muy cerca de mí, lo cual hace que se me ponga la cara toda roja de la rabia―solo te lo daré si te portas bien conmigo.

―Me comportaré en el trabajo, desde luego―le digo de manera mordaz―ahora, te agradezco que te quites del paso, que necesito dejar mis cosas en mi casillero―le recuerdo y él abre el camino y yo me alisto para empezar a trabajar.

¡Vaya si es todo un chantajista!

Mira que decirme que me va a dar un dinero que me gané en toda regla, solamente si me porto bien con él.

Es la peor cosa que le he visto hacer últimamente.

―Te invito a salir―me dice Willy, en cuanto salgo de la oficina de los empleados, directo para atender mis mesas―puede ser mañana en la noche―insiste, pero yo no estoy para que me jodan la vida.

―No, Willy, estaré muy cansada, ya que hoy tuve que trabajar―le respondo, tratando de no ser tan grosera como se merece.

―Entonces, te invito el martes, pero, si tampoco puedes, será para el miércoles―me indica y yo respiro profundo.

―Pues, no podré toda esta semana―le respondo molesta y él me mira extrañado.

―Y yo que pensaba darte tu dinero hoy mismo―me dice de lo más fresco―pero, me parece que nunca te lo daré, porque no quieres salir conmigo―señala con una sonrisa sarcástica.

―Es mi dinero, Willy―le recuerdo toda molesta―no me puedes chantajear con algo que es mío―le advierto, pero él se ríe ahora descaradamente, lo cual me enfurece y me voy a hacer mi trabajo.

~~~

Pasa una semana y el acoso de Willy no cesa, incluso, se ha inventado que tengo que quedarme unas horas extras, sin que me las pague.

Tampoco me entrega mi dinero, alegando de que solo lo hará cuando tengamos una cita, pero es que ni muerta saldré con ese baboso, que piensa que caeré entre sus brazos rendida, solamente porque es el hijo de mi jefe.

Pero está muy equivocado.

―Ya déjame en paz, Willy―le digo por enésima vez, pero, parece que está corto de entendederas―y si insistes, te puedes quedar con el dinero que me gané, porque ni muerta pienso ir para ningún lado contigo―le reitero, a ver si se entera de una buena vez.

― ¿Y qué tal si te quedas sin trabajo? ―me dice de lo más tranquilo― ¿qué crees que te va a pasar, si le doy una queja a papá sobre ti? ―señala el muy malcriado, como si el jugar con mi dinero no fuera suficiente.

―Pues, inténtalo, Willy, solamente no te quejes de las consecuencias―le advierto yo esta vez y ahora siento que alguien está detrás de mí.

― ¿Qué sucede, Alison? ―me dice una voz conocida y mi corazón empieza a latir desbocado, aunque en realidad no sé por qué.

―No sucede nada―le digo a James con una sonrisa, feliz de que me libere de toda esta situación incómoda con Willy, quien es un perfecto idiota―en seguida lo llevo a su mesa―le señalo y ahora veo al pequeño Mark, quien se nota molesto conmigo.

―A ver, pequeño campeón, ¿qué tipo de pizza quieres hoy? ―le digo toda sonriente a Mark, pero este me mira todo molesto― ¿o estás dispuesto a probar la pizza de albahaca? ―le señalo con una ceja levantada y una sonrisa, en cambio, él cruza los brazos en su pecho y me mira ceñudo.

―No has ido a verme―me dice, como si no le interesaran las pizas hoy― ¿es que ya no me quieres? ―inquiere y se me parte el corazón.

―Pero, no te enojes conmigo―trato de explicarle, al ver todo lo enfurruñado que está―es solo que he tenido trabajo extra últimamente―le digo y miro a Willy, quien está viendo cómo atiendo esta mesa, y tal parece que no le agrada para nada.

―Pues, si te están explotando en el trabajo, te contrato como la niñera de Mark y problema resuelto―me dice esta vez James, con una sonrisa que le ilumina la cara, pero que se apaga, en cuanto uno ve esas cejas fruncidas.

―Pero ¿qué se supone que está pasando aquí, Alison? ―me espeta molesto Willy y creo que no le ha agradado para nada a Mark y a James su comentario―tienes demasiado trabajo acumulado, como para que te quedes hablando con unos cuantos clientes por aquí―agrega y es James quien se levanta de la mesa esta vez, quien es más alto que el hijo de mi jefe.

―Ella se va a quedar conmigo, hasta que yo diga que se vaya, ¿está claro? ―lo amenaza y Willy lo mira y traga en seco.

―Por supuesto, señor―le responde este y se va de inmediato. Entonces, James se sienta y mira el menú y pide sus espaguetis Alfredo, junto con unos espaguetis a la carbonara.

― ¿Si pido la pizza con albahaca, irás a visitarme esta vez? ―me dice Mark y yo respiro profundo.

―Es más complicado que eso―le respondo y él chico no entiende nada de nada y aprovecho que está distraído―iré enseguida a la cocina―les digo y me voy.

Cuando todo está listo, me devuelvo para la mesa, en compañía de uno de los lavatrastos, quien se muestra solícito a ayudarme con el carrito.

―Ven aquí y siéntate―me dice James con autoridad, tanta, que no dudo en hacer lo que me pide―este lo pedí para ti y que nos acompañes a comer―me señala y veo a Mark emocionado por lo que acaba de hacer su padre, así que no tengo más remedio que aceptar.

―Deberías acompañarnos hoy a casa―me señala, mientras estamos comiendo nuestros espaguetis―te pagaré por ser su niñera―me indica y Mark me ve con una sonrisa, mientras se mete un trozo de su pizza de albahaca a la boca, lo cual me enternece el corazón.

Entonces, miro por instinto a Willy, quien está observando de soslayo y luego observo a James, quien está comiendo sus espaguetis Alfredo.

―Pues, saben algo, me iré con ustedes―le respondo toda resuelta, lo que hace que Mark se ponga todo contento por la noticia y cuando ya todos terminan, vamos a la caja y James paga la cuenta, en tanto que yo me voy directo a mi casillero y tomo mis cosas.

―Pero ¿qué crees que haces? ―me dice Willy, en cuanto me ve con mis cosas en la mano.

―Pues, ¿qué más? ―le indico toda sarcástica―irme, ¿qué más estaría haciendo con mi bolso y a punto de largarme? ―le suelto, lo cual parece que le ha sacado un bufido a James.

―Pero es que no ha terminado tu turno―me recuerda, pero eso a mí no me interesa.

―Bueno, ya pagué este día con todas tus horas extras―le recalco y él ahora quiere estallar de la rabia―y si tienes algún problema, dile a tu padre que me fui a hacer de niñera en casa del cliente que le dejó una muy buena propina, además―le señalo.

Y me voy sin mirar atrás, importándome un reverendo rábano si se revuelca de la rabia y me voy con James y Mark.

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Al cabo de un rato, llegamos a la casa de James y enseguida me pongo a jugar con Mark, quien está muy feliz porque estoy aquí y debo confesar que yo también, porque este niño es todo un amor, quien me adora, lo cual me hace sentir mal, pero es que no me puedo quedar aquí, porque de algún modo que no puedo explicar, no me siento segura en este sitio.

Y luego, cuando se va a dormir, quedamos James y yo a solas.

―Te invito a cenar―me dice James muy cerca de mi oído, lo cual me hace estremecer y me aparto de él, por lo asustada que me tienes su cercanía.

―Muchas gracias―le contesto y vamos hasta el comedor, donde ya está servida la cena.

―Por cierto, te felicito―me dice y creo que está hablando de mi trabajo con Mark.

―Él es un buen niño, así que es fácil trabajar con él―le respondo y él me observa detenidamente.

―Sí, así es―me responde―pero no es por eso por lo que te estoy elogiando―señala y yo lo observo atentamente―sino porque sales de tu trabajo y te vas directo a casa, para no llegar tarde―me indica y yo ahora lo miro con los ojos como platos.

―Pero es que eso no es de tu incumbencia, James, y solamente espero que no me estés espiando―le digo toda enfadada y me levanto de la mesa―y de haber sabido todo esto, ni siquiera hubiera aceptado este empleo―le espeto molesta, así que tomo mis cosas y me voy.

―Espera, todavía no te he pagado―me responde y me alcanza y me toma de la mano, para luego acercarme a su pecho―todavía no has acabado por aquí―me señala y yo siento que mi corazón va tan rápido como las alas de un colibrí.

― ¡Suéltame, James! ―le exijo y esta vez él se separa de mí y de repente, siento frío.

―Te enviaré el dinero hoy mismo―me asegura, pero no le hago caso y salgo despavorida de su mansión.

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Ya en mi casa, me preparo para darme una ducha de lo molida que estoy, pues me la pasé todo el día persiguiendo a Mark por el enorme patio que tiene la mansión de James, y no me quejo porque me divertí y mucho, sino porque él es más ágil que yo y en serio, todo el cansancio que he tenido en la semana me está pasando la factura.

Cuando salgo de la ducha, veo varias llamadas perdidas de un número desconocido y otra llamada entrando.

"Oh, pero qué bueno que te encuentro", balbucea Georgy al teléfono, así que debe haber bebido, "me bloqueaste las llamadas y he tenido que pedir un teléfono prestado", me dice y me deja preocupada, "quiero decirte que lo siento mucho, que estoy muy apenada por abandonarte con esos dos tipos en el bar", señala y ahora me siento culpable.

"¿En dónde te encuentras?", inquiero toda preocupada y se hace un silencio.

"Pues, en dónde más, en el bar, para poner en su sitio a esos dos tipos, por meterse con mi mejor amiga", me responde y todas las alarmas se me disparan.

"Espérame ahí, que enseguida voy", le digo angustiada y me cambio de ropa, para ir directo a donde se encuentra.

Está en la barra y Nash, su novio, me mira preocupado.

―Ha estado así por un buen rato y no se ha querido ir conmigo, porque pensaba esperar a esos tipos―me indica y se nota desesperado.

―Oh, aquí estás―me dice Georgy y me mira aunque no estoy muy segura, porque tiene los ojos desviados―y esos tipos no aparecen―observa.

―Llevémosla a mi casa, por favor―le pido a Nash, quien tiene auto ―de ahí en adelante, yo me encargaré de ella―le aseguro y él asienta con la cabeza.

― Pero ¿qué demonios piensan hacer? ―nos dice Georgy, pero permite que tanto Nash como yo la saquemos del bar―tengo que saldar cuentas con esos granujas―nos advierte, pero la meto como puedo al auto y luego, subimos hasta mi apartamento y Nash se va molesto, por la vergüenza que debe haber pasado en el bar.

Cuando ya se duerme por fin, escucho mi teléfono y tengo un mensaje en él.

"Te dije que no me gustaba que estuvieras hasta tarde en la calle", me escribe y noto que está texteando, "te estás buscando problemas por andar sola", me dice el mensaje, lo cual me cabrea aún más.

"No es tu problema", le escribo molesta, "mejor atiende a tu hijo".

"Sí, lo es", asegura y al rato escribe, "he recibido un par de golpes por tu causa, así que me importa y mucho, ¿está claro?", añade.

 Y cuando estoy a punto de responderle, llega un correo electrónico de mi banco, indicándome que un tal James Harrelson ha depositado una enorme suma de dinero en mi cuenta y en la descripción dice "Niñera por un día", lo cual me deja asombrada y de repente, se me quitan las ganas de responderle.

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