Egan se quedó paralizado al escuchar la frialdad con la que referían a la muerte de su hermano, la rabia apoderándose de cada parte de su cuerpo y la impotencia de no poder hacer nada. Su relación con Aetos era distante pero ese lazo de hermandad no desaparecía, no había rivalidad ni odio entre ellos y lo mínimo que podía hacer por él era mantener a salvo a su esposa. Notó el cambio de él en cuanto Calista llegó a su vida, no era actuación, él en verdad sentía algo por su esposa, podía verlo en sus ojos y en la forma de admirarla. Sin soportar más escucharlos abrió la puerta del comedor haciéndose escuchar, demostrando que él también era un Vasileiou y que la sangre de Bastian fluía más fuerte que en ellos. —Nadie va a tocar a Calista y quien se atreva a ponerle una mano encima se las verá conmigo —aseguró fijando sus ojos en Andreus quien poco le interesaba el coraje del menor de ellos. Una sonrisa burlona deslizándose por su rostro y mirándolo como si fuera un chiste. —¿Qué pasa?
Calista Mi corazón estaba tan abatido que nada me parecía impresionante, Londres se veía tan corriente cuando muchas veces opinaba lo contrario. Pero en aquel momento nada de mi vida tenía sentido, eso hasta que recibí aquella noticia que movió mi mundo entero, su cambio el rumbo de mi vida. Tenía un motivo más por el que luchar, un cambio que limpiar y nuestros nombres volver a poner en alto.Ese pequeño ser que albergaba en mi vientre tendría un destino glorioso, de eso me encargaría sin importar cuánto me desangre por recuperar lo que nos pertenece y estaba tan segura que su padre querría lo mismo. Ser padres no estaba en nuestros planes, no a corto plazo pero si lo visualizó en un futuro y no era capaz de deshacerme de él. Mi pequeño corazón me lo impedía y la sola idea me hacía arder el corazón. —Llegamos, señora —la voz del chofer me trajo de vuelta a la realidad, abriendo la puerta y extendiendo su mano para ayudarme a bajar del vehículo. —Gracias —murmuré caminando al inter
CalistaSolté una pequeña risa mientras veía una conferencia de prensa que daba Andreus en su retorno y próximo nombramiento como presidente del Emporio. A su lado derecho, Cristel y al izquierdo Alysa. Las dos con una sonrisa en sus caras, con la mirada altiva y soberbias. —¿Cómo ha tomado la decisión de uno de los clientes más fuertes de Solar Energy VM? —preguntó uno de los reporteros, desde la pantalla noté su cuerpo entrando en tensión por la repentina pregunta luego de la declaración pública que hizo el señor Konstantinou ayer por la tarde cuando dieron a conocer que no estaría más en la presidencia de dicha empresa. "No seguiremos colaborando si Calista Vasileiou no está en la presidencia de VM. Ella era la mejor y dudo mucho que alguien más esté a su altura." Habían sido las palabras de él. —Solar Energy VM es una empresa grande, con diversidad de clientes potenciales, el retiro del señor Konstantinou nos apena pero era conocida su familiaridad con la antigua CEO, no me so
El día que tanto había esperado al fin llegó, esa mañana se levantó temprano para estar a primera hora en la empresa. Se vistió con un traje que mandó a diseñar para ese momento que llevaba esperando toda la vida. El color de su ropa era de azul marino en representación del poder que recibiría en unas horas más, el nombre de su sucesor quedaría en el olvido y de eso se encargaría él. Peinó su cabello perfectamente y colocó los gemelos de oro con un diamante incrustados que su abuelo le regaló en el último cumpleaños que pudo acompañarle. Se vio al espejo y no pudo evitar sonreír, las manos de su prometida rodearon su cuerpo compartiendo el mismo deseo, ser como los antiguos dueños de aquel lugar. —¿Por qué no puedo ir contigo? —hizo un puchero apartándose de él y quitando la pelusa imaginaria de su saco. —Tu presencia no es relevante, sólo necesito a quien pueda votar por mi. —Es obvio que tendrás la presidencia, no hay nadie tenga más acciones que tú que cuentas con las de tus he
Elora Seguí al doctor sin poder creer lo que estaba pasando, pellizcando mi brazo ante lo que llevábamos semanas esperando, la angustia que sufrimos esperando lo peor aquella primera noche y en principal su esposa. Calista me pareció una mujer fuerte desde el momento en que la conocí, alguien que no fácilmente se rompería y lo corroboré con los días. Pero hubieron dos ocasiones en la que la vi tan rota, el día en que su abuela murió y el día del funeral. Pero nada de eso se comparó con lo que vi en estos dos meses, era un cuerpo ausente, como sin alma y con una gran agonía en sus ojos. Una mujer muy diferente a lo que conocí, una mujer que estaba rota al perder lo que más quería. La comprendía, en su lugar estuviese internada en algún lugar especial al no poder sobrellevar tanto dolor. Eso me demostraba nuevamente lo fuerte que era ella, sin duda alguien que tenía mi admiración. Vi a los médicos revisar sus signos vitales, hacerle preguntas de rutina para asegurar que todo estaba e
Calista Tomé mi bolso para salir de la oficina, era la hora justa en la que los Michailidis se reunían para almorzar. Lo supe en una de los tantos informes de Nicholas. Subí al ascensor en el momento en que Egan se unía a mi, juntos iríamos a recoger a su madre al departamento para volver a la mansión Vasileiou. Mis guardaespaldas seguían mi paso a medida que avanzaba por el primer piso, la prensa estaba reunida en las afueras del edificio en espera del nuevo presidente del Emporio. Cuando salí y el viento cálido chocó contra mi rostro, los camarógrafos se me vinieron encima con un sinnúmero de preguntas mientras sacaban fotos del momento. «¿Calista cómo has tomado la noticia de la muerte de tu esposo? ¿Es cierto los rumores de que tú te harás cargo del Emporio? ¿Habrá un nuevo cambio con tu nuevo mandato sobre una de las empresas más importantes del país?»Me detuve viendo a las cámaras mientras mis guardaespaldas se encargaban de que nadie sobrepasara en mi espacio personal. —La
CalistaAlguien irrumpió en el despacho, entrando con gran ira a paso apresurado, tomándome del antebrazo para girarme y querer estampar una bofetada en mi rostro pero fui más rápida al sostener el suyo antes de que impactara contra mi. Mis ojos se clavaron en los suyos, ya nada me sorprendía, ni siquiera el que mi hermana quisiera golpearme sin un motivo aparente, segada por querer tener lo que yo tenía. —¿Por qué has vuelto, Calista? ¡Ojalá te hubieses quedado en el hoyo donde sea que estuviste escondida estos meses! —se exaltó queriendo hacer un berrinche como él que hacía frente a nuestros padres para que estos cedieran y la complacieran en todo. Cristel creció rodeada de cada uno de sus caprichos, pensando en que se merecía el mundo entero sin necesidad de mover un solo dedo por ser bonita. —¿Querías que muriera, Cristel? —solté su brazo y me recargué sobre el cristal cruza dime de brazos y pasando una mirada sobre ella. Su vientre abultado comenzaba a ser notorio, su embarazo
Aetos El pitido de la máquina que controla el ritmo cardiaco molesta mis sentidos, con esfuerzo abro mis ojos encontrándome en una sala blanca rodeada de aparatos, sintiéndome perdido y aturdido sin saber qué hacía en aquel lugar. No había nadie a mi alrededor, cuando quise apartar las agujas de mi mano la puerta de la habitación se abrió dejando pasar a personal médico que comenzaron a revisarme y hacerme preguntas que a penas pude contestar. Mi garganta picada, tenía sed. Mis ojos se encontraron con un rostro conocido, permaneciendo con una sonrisa que me pareció exagerada en su rostro. «¿Qué es lo que me había llevado a aquel estado? —Agua —le pedí en un hilo de voz debido a la resequedad. No tardó en darme lo que pedí cuando la lluvia de recuerdos aparecieron en mi mente, aturdiéndome un poco y fue como si algo hiciera clic en mi cabeza. —¿Calista?—Ella está bien, no te preocupes. Logramos salir a tiempo de casa, es una mujer tan fuerte. Las imágenes de ese día vinieron a mi