Simon solo clavó una mirada profunda en los ojos de Emma sin decir nada, fueron las dos horas de viaje más silenciosas del mundo desde Los Ángeles a Temuco. Bajó a Jackie sin arnés diciendo — ¡Sígueme! — Le dio una orden y el can obedientemente caminó junto a él a paso decidido. Ambos entraron por las puertas del mall, el guardia que vigilaba la entrada no fue capaz de decir nada. Simon cargaba en su cuerpo un semblante profundo, conteniendo un sentimiento de ira palpable. Los ejecutivos quedaron impactados al verlo llegar con vestimenta informal junto a un hermoso Siberiano blanco; ambos representaban poder. — Buenos días — les dijo Simon extendiendo su mano derecha con propiedad sin prestar importancia a las miradas de tres ejecutivos impresionados. — Buenos días. Señor Valencia. No puede ingresar con su mascota al recinto — intervino un joven ejecutivo. — ¿Cuál es su nombre? — respondió Simón con una pregunta, el joven titubeó para decir su nombre. — Pedro, Pe... Pedro Mejías
—No.— giró para ver a Simon perdido en su mente y preguntó— ¿Simon, tu que crees?— Respondió Emma librandose de la mano de Simon.— Como tu quieras— dijo Simon con miedo de que le sucediera algo — Emma, puedes esperar afuera, estas a salvo en mi hogar— respondió la anciana indicandole a Simon una silla frente a ella. Simon tomó asiento mientras miraba a Emma como se alejaba de la ruka con el claro de la noche, la anciana se sentó frente a él y observandolo de pies a cabeza, su mirada era fria e intimidante, pero él con mucho escepticismo no se dejó intimidar.— Ella estara bien, la unica persona que la puede dañar eres tú. Tienes su corazón y vida en tus manos. Simon asombrado por las palabras de la mujer, decidió tomar atención a sus palabras. — Años atrás tu padre estuvo en este mismo lugar, Nahuel comprendió el sacrificio que debía hacer para que te convirtieras en el hombre que eres hoy. Pero aun no estas completo, te tocaran momentos muy dificiles, no debes perder tu objetivo, o
Camino a Pucón, Simón llamó a Laura para informarle que estaba por llegar. Ella se puso alegre, desconociendo el significativo adelanto del viaje de su hermano. Cuando llegaron a la parcela de Laura, eran ya las seis y media de la tarde. Emma quedó asombrada al ver la gran distancia que había desde la entrada hasta el hogar de Laura. Ella los esperaba en la entrada de la casa con una enorme barriga; le quedaba poco tiempo para dar a luz. Simón, al divisarla a lo lejos, se enterneció con la figura de su hermanita. Nunca pensó verla en ese estado; siempre fue tan infantil y frágil que verla ser madre le resultaba gracioso. Estacionó su vehículo y bajó rápidamente a abrazarla, entre risas alegres de ambos. Simón olvidó que Emma aún estaba en el auto; ella bajó sola mientras Simón, luego de abrazar a su hermana, bajaba a Jackie con cuidado para que no saltara sobre Laura. — ¿Entremos? —sugirió Laura, abrazando a Emma por el hombro, mientras Simón caminaba más atrás con su fiel amigo. — ¿
A las cinco y media de la mañana Simon sintió un peso sofocante en su pecho, el claro del amanecer se asomaba en la penumbra de la habitación, pudo sentir a Emma sobre su pecho humedeciendo su ropaje de noche. Prendió la lampara que estaba en su costado y acomodó sutilmente a su acompañante sobre la almohada, se levanto en silencio para vestirse y salir a trotar como lo hace en casa.Cuando salió de la habitacion y prendió las luces a su paso, pudo apreciar la decoración navideña de su hermana, la noche anterior con toda la emoción no lo habia dejado observar aquel espacio calido y familiar.Sobre el mueble de las copas como un altar preciado destacaba una pequeña esfera de cristal, era igual a la que Simon conservaba en su oficina, al tomarla para girarla y ver caer la nieve los recuerdos calidos de las manos de su madre se incorporaron en su ser, fue inevitable que lagrimas cayeran por su mejilla, dejo la esfera en su lugar y tomó un vaso de agua para levantar a Jackie y salir por l
—¡Buenos días!— Laura salió de su habitacion bostezando, Emma y Simon continuaron abrazados en el sillon, mientras la saludaban con una sonrisa de oreja a oreja. —Espera, les prepararé el desayuno a ambas.— dijo Simon levantandose del sillon tras besar en la frente a Emma. En la cocina, se dispuso a sacar jugo de naranja para ambas, colocó panes a tostar mientras calentaba una jarra de leche, parecia un experto. Al cabo de 15 minutos llevó a la mesa en una bandeja su desayuno. —Buen apetito.— Ambas mujeres le sonrieron enternecidas por sus dotes en la cocina. —Simon, ¿cuando retoman el viaje? —Ya no retomaré la ruta. Anoche tomé la decisión de quedarme aquí contigo hasta despues de año nuevo. ¿Tienes algún inconveniente? —¿Enserio?— Laura se puso de pie para abrazar fuertemente a su hermano y besarlo en la mejilla, Simon le abrazó los brazos riendo mientras emocionada Laura lo besaba sin parar, Emma por otro lado sonreía viendo la imagen. Los días pasaron raudos, todo iba en m
A las dos de la mañana, recién terminaron todos los preparativos. Marta los esperaba con un consomé exquisito que emanaba un olor cálido y acogedor que invitaba ser saboreado.Al término de la jornada los hermanos cansados se desplomaron en el sillón, a beber su caldo en tazón para combatir el frío, el vapor que salía de este les calentó suavemente los rostros fríos que traían. Emma lavo al término los trastes sucios, emitiendo sonidos tranquilizadores de una casa acompañada, luego se marchó junto a Simon a su cabaña, despidiéndose tiernamente de Laura, Marta y el bebe.El día al fin había concluido y ahora solo quedaba esperar el día veinticuatro donde finalmente se reflejaron los resultados del arduo trabajo de Simon. Él esperaba lleno de ansias haber llegado al monto presupuestado, escribió y reescribió su presentación sinfín de veces; uno era por si no lograba su plan y otra por si alcanzaba la meta, su cabeza parecía dar vueltas a cien por minuto, la ducha que tomó no logró calmar
A medida que se alejaban de la casa de Laura, el silencio se interponía entre ellos como una barrera palpable. Simon conducía concentrado con sus manos tensas sobre el volante, mientras Robert observaba el paisaje exterior con gesto sereno, pero su mente trabajaba en las palabras que debía decir para romper el hielo.El chirrido leve de las ruedas sobre el asfalto húmedo parecía ser lo único que rompía la tensión. Fue Robert quien finalmente habló, rompiendo el silencio con su voz grave pero amable.—Serán un éxito las cabañas de Laura, ¿no crees?—Simon giró lentamente la cabeza para mirarlo, sus ojos reflejando una mezcla de cansancio y determinación.—Eso espero— respondió con una sonrisa ligera antes de volver su atención al camino que se extendía ante ellos, flanqueado por altos árboles nativos que se mecían suavemente con la brisa.—Respecto a tu proyecto...— comenzó Robert de nuevo, pero Simon lo interrumpió de inmediato, con un tono firme y directo.—Sandra ya me informó. Parec
Mientras compraban los víveres para las festividades, Simon y Robert daban vueltas góndola por góndola, hablando con naturalidad sobre proyectos futuros. El tiempo pasó volando antes de que ellos pudieran darse cuenta.—Estoy impresionado con cómo has manejado todo esto, Simon —dijo Robert mientras seleccionaba una botella de vino tinto de una estantería—. No es fácil equilibrar un proyecto tan grande y a la vez planificar tu vida privada.Simon sonrió, sintiendo una mezcla de orgullo y responsabilidad. —Gracias. La verdad es que ha sido un año difícil, pero Emma me ha dado un plus últimamente y la fuerza para seguir adelante.Robert asintió, reflexionando sobre las palabras de Simon. —Sabes, Emma es feliz contigo. Eso significa mucho para mí.Simon estaba a punto de responder cuando su teléfono sonó. Era Sandra.—¿Aló? ¿Jefe? —dijo Sandra.—Sí, dígame Sandra, ¿cómo le ha ido?—Muy bien, acabo de llegar al Mall de Punta Arenas. Las figuras ya se encuentran acá y serán instaladas duran