A las dos de la mañana, recién terminaron todos los preparativos. Marta los esperaba con un consomé exquisito que emanaba un olor cálido y acogedor que invitaba ser saboreado.Al término de la jornada los hermanos cansados se desplomaron en el sillón, a beber su caldo en tazón para combatir el frío, el vapor que salía de este les calentó suavemente los rostros fríos que traían. Emma lavo al término los trastes sucios, emitiendo sonidos tranquilizadores de una casa acompañada, luego se marchó junto a Simon a su cabaña, despidiéndose tiernamente de Laura, Marta y el bebe.El día al fin había concluido y ahora solo quedaba esperar el día veinticuatro donde finalmente se reflejaron los resultados del arduo trabajo de Simon. Él esperaba lleno de ansias haber llegado al monto presupuestado, escribió y reescribió su presentación sinfín de veces; uno era por si no lograba su plan y otra por si alcanzaba la meta, su cabeza parecía dar vueltas a cien por minuto, la ducha que tomó no logró calmar
A medida que se alejaban de la casa de Laura, el silencio se interponía entre ellos como una barrera palpable. Simon conducía concentrado con sus manos tensas sobre el volante, mientras Robert observaba el paisaje exterior con gesto sereno, pero su mente trabajaba en las palabras que debía decir para romper el hielo.El chirrido leve de las ruedas sobre el asfalto húmedo parecía ser lo único que rompía la tensión. Fue Robert quien finalmente habló, rompiendo el silencio con su voz grave pero amable.—Serán un éxito las cabañas de Laura, ¿no crees?—Simon giró lentamente la cabeza para mirarlo, sus ojos reflejando una mezcla de cansancio y determinación.—Eso espero— respondió con una sonrisa ligera antes de volver su atención al camino que se extendía ante ellos, flanqueado por altos árboles nativos que se mecían suavemente con la brisa.—Respecto a tu proyecto...— comenzó Robert de nuevo, pero Simon lo interrumpió de inmediato, con un tono firme y directo.—Sandra ya me informó. Parec
Mientras compraban los víveres para las festividades, Simon y Robert daban vueltas góndola por góndola, hablando con naturalidad sobre proyectos futuros. El tiempo pasó volando antes de que ellos pudieran darse cuenta.—Estoy impresionado con cómo has manejado todo esto, Simon —dijo Robert mientras seleccionaba una botella de vino tinto de una estantería—. No es fácil equilibrar un proyecto tan grande y a la vez planificar tu vida privada.Simon sonrió, sintiendo una mezcla de orgullo y responsabilidad. —Gracias. La verdad es que ha sido un año difícil, pero Emma me ha dado un plus últimamente y la fuerza para seguir adelante.Robert asintió, reflexionando sobre las palabras de Simon. —Sabes, Emma es feliz contigo. Eso significa mucho para mí.Simon estaba a punto de responder cuando su teléfono sonó. Era Sandra.—¿Aló? ¿Jefe? —dijo Sandra.—Sí, dígame Sandra, ¿cómo le ha ido?—Muy bien, acabo de llegar al Mall de Punta Arenas. Las figuras ya se encuentran acá y serán instaladas duran
En cuanto salió del baño, Emma ya estaba roncando; el cansancio le había ganado. Simon se desplomó a su lado, quedando dormido de inmediato sin siquiera cubrirse. El día extenuante finalmente había acabado.Al sonar la alarma a las cinco de la mañana, Simon se levantó renovado, sin ningún rastro de frío o cansancio. El día venía cargado de emociones y desafíos nuevos. Jackie estaba hecho un ovillo a los pies de la cama, solo lo miró de reojo meneando su cola con pereza. Simon cambió rápidamente su atuendo y preparó una mochila con botellas de agua, fruta, un plato retráctil para el agua de Jackie, una bolsa de alimento y snacks caninos. El viaje no era tan largo, pero quería pasar unas cuantas horas allí junto a Emma.Al terminar de empacar todo lo necesario, se dispuso a preparar la ropa de Emma. Colocó el buzo y la polera bajo su ropa para entibiarlos mientras lavaba su rostro y dientes. Humedeció sus manos y las pasó por su cabello para rebajar el frizz viendo a la vez su reflejo en
Tras consumir el cigarrillo pensaba en qué hacer con Mario. De pronto recordó a Emma y lo preocupada que podría estar.—Llama a Emma —dijo a su vehículo mientras conducía. Tras unos pitidos, Emma contestó.—¿Simon, cómo te ha ido? —preguntó Emma, con tono preocupado.—Bien, pero no estaba Mario en la consulta. Debo ir a otra dirección, creo que es la de su amante, así que te comparto mi ubicación en tiempo real.—Está bien, cuídate por favor —Emma hablaba bajito, para no incomodar a Laura.—¿Estás con Laura? —preguntó Simon, preocupado por el estado de su hermana.—No, está en su habitación tomando consomé. Salí para hablar contigo. De todas maneras, ya está mejor de ánimo. No te preocupes, yo estoy aquí con ella.Eso era algo tranquilizador para Simon.—¿Me extrañas? —Simon cambió el tema, lo cual le quitaba un poco de seriedad al asunto. Aunque, de cierta forma, Emma no lograba sacarlo de su mente. Sus mejillas se ruborizaron. Al no escuchar una respuesta de Emma, continuó—: Yo sí te
Cuando Simon entró silenciosamente a la cabaña, notó a Jackie durmiendo a sus anchas. "Debe ser el perro más dormilón del mundo", pensó mientras pasaba a la habitación. Emma estaba en pijama, mirando por el ventanal del balcón el gran paisaje plateado que brindaba la luna. Simon comenzó a sacar el cobertor de la cama.—¿Qué haces? —preguntó Emma, extrañada.—No dormiré con el cubrecamas que usó Mario —continuó Simon, sacándolo y tirándolo al suelo—. Este sucio, ¿quién sabe dónde ha estado?Emma prendió una vela, iluminando la habitación con una tenue llama.—¿Quién dijo que dormiremos ahí?Simon alzó la vista para encontrarse con unas mantas y almohadas en el suelo, dispuestas para dormir al claro de la noche. Emma sostenía dos copas de vino en una mano y con la otra un candelabro. Llevaba un pijama sensual negro satinado con una bata transparente que caía por su espalda. Simon se detuvo en seco ante tal imagen preguntandose donde quedo su timida Emma. A pesar de su cansancio, un fuego
Los minutos volaron y poco a poco sus ojos se fueron cerrando hasta entrar en un profundo sueño nuevamente. Se encontraba sin zapatos en una pradera infinita cuando un lobo enorme y blanco pasó por su lado corriendo, él no sentía miedo y al contrario, corría junto a él sin poder alcanzarlo hasta que vio sus ojos, eran de un verde esmeralda profundo — ¡Emma!— terminó diciendo y de un solo brinco despertó sobresaltado, Emma solo se acurruco más en su pecho, estaba tan cansada que su sueño era imperturbable.Simon no sabía qué sentir, no tenía miedo pero tampoco estaba tan cómodo con lo que vio en su sueño. “¿Qué significa? ¿Le sucede algo a Emma?”, un sinfín de preguntas se formularon en su mente mientras se perdía en el horizonte. El claro suave del alba, filtrándose por la ventana iluminaba casi toda la cabaña, ya había llegado y su tenue claridad fría y opaca le daban de cierta forma un calor tranquilizador a Simon que no podía retirar sus enormes ojos celestes del paisaje.Sentía e
El sol brillaba con intensidad, reflejándose en los rascacielos que se alzaban imponentes, como testigos mudos del ajetreo diario de la ciudad. Simón manejaba con destreza, pero su mente vagaba entre pensamientos y recuerdos. El paisaje urbano se deslizaba a su alrededor, pero su atención estaba centrada en la carretera y en los acontecimientos pasados que habían sacudido su vida, sabia con certeza que seguramente en su despacho encontraria hoy la propuesta para la campaña de la dolorosa navidad. Las luces del tablero del coche parpadeaban, interrumpiendo sus pensamientos, anunciando la llegada de una llamada entrante. Con un suspiro, ajustó su postura en el asiento y pulsó el botón para responder, sin anticipar la inesperada alegría que encontraría al otro lado de la línea. - ¿Alo? La voz de Laura irrumpió en el silencio del coche, y Simón, que había estado perdido en sus pensamientos, sonrió al reconocerla- ¡Te ví!, Te vi! ¡En el matinal! ¡Eres un imán para las cámaras, ¡pero que