Volviendo a Santiago, la capital bulliciosa, los cuerpos de Simon y Emma estaban muy cansados, tantas paradas de mall en mall, agradecimientos y formalidades los hacia anhelar pasar unos días en casa, decidieron hacer una parada especial. Antes de continuar su viaje hacia el sur, planearon pasar por la casa y descansar unos dos días, de paso recoger a Jackie y unirlo a su equipo, Simon nunca habia estado tan alejado de su fiel compañero canino por tanto tiempo. La idea era que Jackie se uniera a la travesía y compartiera su entusiasmo conociendo nuevos horizontes.Pasaron por cinco sucursales de la cadena para ver el progreso de cada una antes de llegar a casa. En cuanto abrieron la puerta de la casa, Jackie saltó desenfrenado gimiendo y moviendo su cola en señal de alegria, lamia la cara de su amo sin control, Simon reia sin poder zafarse de su agarre, Emma con bolsas en sus manos quedo enternecida con la imagen de pie en la puerta, Anita se acerco para tomar a Jackie del collar y li
A las ocho y media Simon estacionaba su automovil cerca de la Plaza de Armas, para acompañar a Emma mientras Robert llegaba, El lugar estaba ajetreado, las personas caminaban frente a la catedral rapidas para llegar a tiempo a sus trabajos. Entre la multitud Simon notó una silueta conocida, Robert se acercaba a ellos lentamente, Simon se despidió de Emma para ir a la oficina pero Robert lo detuvo. —¡Simon!, desayuna con nosotros.— Simon se detuvo y giró para encontrarse con los ojos profundos de Robert, sabía que no podía ser descortés, frente a Emma. —Tengo cosas que hacer, para otra ocasión será— miró a Emma buscando su aprobación para marcharse pero Robert insistió —Insisto— dijo Robert y Simon colocó sus ojos en blanco, soltó un suspiro de resignación y tomó la mano de Emma. —¿Donde vamos? —Si tienes cosas que hacer puedes ir, no hay problema— dijo Emma, con una sonrisa suave, no queria que se sintiera incomodo con Robert. —Lo que sea puede esperar, desayunemos con tu padre—
La mañana de Simon pasó fugazmente. Fue a la oficina y Sandra quedó confundida, ya que no estaba programado en su agenda. Lo vio bajar del ascensor con calma. Su desplante de modelo de revista era despampanante, con el traje gris entallado, camisa blanca sin corbata y los primeros dos botones abiertos. Hacía calor para ser las primeras horas de la mañana. Su chaqueta colgaba en uno de sus brazos descubiertos, ya que las mangas de la camisa estaban arremangadas y dejaban ver una tira de cuero con una pulsera artesanal que en él se veían fantásticamente juveniles, desprendía un aire jovial y despreocupado. Sandra quedó sin aliento frente a él.— Buenos días, Sandra —dejó caer su chaqueta sobre la silla que estaba frente al escritorio de Sandra para sentarse en ella.—Buenos —casi sin aliento, Sandra se apresuró a atenderlo, después de carraspear un poco—. Buenos días, señor. ¿Desea un café?—Por supuesto —ya había desayunado pero no quería ser descortés—. ¿Ha llamado alguien en estos dí
La llamada de Robert interrumpió el silencio de la sala.— ¿Hola?— Simon, estamos en el restaurante "Vanguardia Culinaria". Te esperamos.— Bien, nos vemos en un momento.Simon caminó hacia el estacionamiento, encendiendo un cigarrillo mientras se alejaba de su edificio. Condujo por las calles atestadas de Santiago; era la hora del almuerzo y la salida de los colegios. Tardó cuarenta minutos en llegar al restaurante, con la mente llena de dilemas que surgieron durante su trayecto.Al cruzar las puertas de Vanguardia Culinaria, el comensal fue recibido por un ambiente moderno y elegante. El espacio estaba cuidadosamente diseñado para fusionar la creatividad culinaria con la sofisticación contemporánea.El vestíbulo, iluminado por una tenue luz que se filtraba a través de lámparas colgantes de diseño vanguardista, invitaba a los visitantes a adentrarse en una experiencia gastronómica única. Las paredes revestidas con paneles de madera pulida reflejaban la calidez de la luz y contrastab
Terminaron de preparar sus bolsos y la comida de Jackie para el viaje a la una de la madrugada, tomaron un baño y se recostaron exhaustos, con las luces apagadas. Simon seguía ideando campañas e inversiones por sus nuevas motivaciones.— Simon, hasta yo puedo oír tus pensamientos — dijo molesta Emma entre la oscuridad. — ¡Duerme, por favor!— Lo siento, no puedo dejar de pensar. Tengo tantos discursos e ideas en mi mente.— Trata de descansar, en un rato más tenemos un largo viaje.— Sí, trataré.— En realidad, no podía dejar de pensar. Daba vueltas y vueltas en la cama sin poder silenciar su mente. Finalmente, Emma estiró su brazo y prendió la luz del velador, giró para verlo. Sus ojos bailaban de lado a lado, abiertos como dos huevos fritos. No había ninguna señal de cansancio o sueño en él. Terminó por resignarse y se comenzó a vestir.— ¿Qué haces? — preguntó Simon, observándola desde la cama, sin entender.— Si voy a amanecerme a tu lado, al menos que sea en la carretera. — le rec
Simon solo clavó una mirada profunda en los ojos de Emma sin decir nada, fueron las dos horas de viaje más silenciosas del mundo desde Los Ángeles a Temuco. Bajó a Jackie sin arnés diciendo — ¡Sígueme! — Le dio una orden y el can obedientemente caminó junto a él a paso decidido. Ambos entraron por las puertas del mall, el guardia que vigilaba la entrada no fue capaz de decir nada. Simon cargaba en su cuerpo un semblante profundo, conteniendo un sentimiento de ira palpable. Los ejecutivos quedaron impactados al verlo llegar con vestimenta informal junto a un hermoso Siberiano blanco; ambos representaban poder. — Buenos días — les dijo Simon extendiendo su mano derecha con propiedad sin prestar importancia a las miradas de tres ejecutivos impresionados. — Buenos días. Señor Valencia. No puede ingresar con su mascota al recinto — intervino un joven ejecutivo. — ¿Cuál es su nombre? — respondió Simón con una pregunta, el joven titubeó para decir su nombre. — Pedro, Pe... Pedro Mejías
—No.— giró para ver a Simon perdido en su mente y preguntó— ¿Simon, tu que crees?— Respondió Emma librandose de la mano de Simon.— Como tu quieras— dijo Simon con miedo de que le sucediera algo — Emma, puedes esperar afuera, estas a salvo en mi hogar— respondió la anciana indicandole a Simon una silla frente a ella. Simon tomó asiento mientras miraba a Emma como se alejaba de la ruka con el claro de la noche, la anciana se sentó frente a él y observandolo de pies a cabeza, su mirada era fria e intimidante, pero él con mucho escepticismo no se dejó intimidar.— Ella estara bien, la unica persona que la puede dañar eres tú. Tienes su corazón y vida en tus manos. Simon asombrado por las palabras de la mujer, decidió tomar atención a sus palabras. — Años atrás tu padre estuvo en este mismo lugar, Nahuel comprendió el sacrificio que debía hacer para que te convirtieras en el hombre que eres hoy. Pero aun no estas completo, te tocaran momentos muy dificiles, no debes perder tu objetivo, o
Camino a Pucón, Simón llamó a Laura para informarle que estaba por llegar. Ella se puso alegre, desconociendo el significativo adelanto del viaje de su hermano. Cuando llegaron a la parcela de Laura, eran ya las seis y media de la tarde. Emma quedó asombrada al ver la gran distancia que había desde la entrada hasta el hogar de Laura. Ella los esperaba en la entrada de la casa con una enorme barriga; le quedaba poco tiempo para dar a luz. Simón, al divisarla a lo lejos, se enterneció con la figura de su hermanita. Nunca pensó verla en ese estado; siempre fue tan infantil y frágil que verla ser madre le resultaba gracioso. Estacionó su vehículo y bajó rápidamente a abrazarla, entre risas alegres de ambos. Simón olvidó que Emma aún estaba en el auto; ella bajó sola mientras Simón, luego de abrazar a su hermana, bajaba a Jackie con cuidado para que no saltara sobre Laura. — ¿Entremos? —sugirió Laura, abrazando a Emma por el hombro, mientras Simón caminaba más atrás con su fiel amigo. — ¿