Isabella
Divorcio, palabra que en verdad lástima más de lo esperado. Creí que no me derrumbaría, pero el tener el bolígrafo en la mano a punto de firmar me reiteró que no era tan fuerte como imaginé.Si tan solo hubiera estado más al pendiente de él nada de esto hubiera ocurrido.Ese y muchos más pensamientos me torturaban.Desde nuestra boda hasta ese instante solo fueron tres años. Un inicio lleno de amor que se desmoronó, al menos de su parte porque aún no asimilaba que accedí a divorciarme como lo sugirió.El nudo en la garganta no me permitió pensar, menos cuando tan solo podía ver su impaciencia porque firmara.__ Isa...Tragué grueso deslizando la punta del bolígrafo en el papel, soltandolo con rapidez como si fuera una brasa eterna que dejó una quemadura dolorosa en mi mano. Me eché para atrás, aclaré mi voz y volví a verlo esperando que al menos se viera un poco mal, sin poder creer que su rostro apacible indicaba paz con esa situación.__ El proceso está finalizado. - nos dijo el hombre frente a los dos. La incomodidad también la sentí cuando me miraron con lástima.Todos notaron que no quería hacerlo, pues en mi mente aún existía la posibilidad de recuperar lo que quise fuera nuestro hogar.__ Dustin ¿Podemos hablar? - pedí en un hilo. No quería que me viera llorar, pero necesitaba que la pregunta fuera respondida.Él asintió con un poco de renuencia en su gesto ya conocido, más no quise indagar más sobre ello.Al llegar a su auto, se detuvo un segundo mirando el llavero que le regalé en nuestro primer aniversario, sacó sus llaves y me las devolvió.__ No tiene caso conservar nada de este desastre. - dijo. Con la mano temblando lo agarré y lo miré antes de dejarlo caer. No iba a conservar algo que marcó una etapa en mi vida si a quien se lo obsequié no le importó.__ ¿Porqué ella? - pregunté con la voz rota. Suspiró con pesadez. Pellizcó su nariz y luego se burló de mi consulta.__ ¿Ahora? ¿Es en serio, Isabella? Te ofrecí responder las preguntas hace unos meses y me evitaste. - me hizo recordar. - ¿Porque ahora? ¿Por qué no antes?__ Porque aún no asimilo que no te duela el acabar con la promesa que nos hicimos. - recalqué. Limpié el rabillo del ojo y levanté la mirada. - Creía que el "en las buenas y malas" se iba a cumplir. Pero veo que no vale nada para tí.__ No hagas eso. - pidió con desaire. - No me vengas a manipular con lágrimas que nada arreglan. Nunca lo hicieron y es lo único que diste en meses. Tu estrés me estresa más. Tu falta de utilidad en la cama. Ni para darme un hijo fuiste suficiente. - aquello golpeó más duro - No me apoyas en gastos. No fuiste ni siquiera capaz de hacerlo económicamente.__ Te sostuve por un año entero en lo que conseguiste trabajo. Lo dejé por tí. - reclamé ya furiosa. - Dejé mi vida por tí y con unos meses haciendo lo que yo por años me cambias por alguien más. ¿Pero tenía que ser ella, Dustin? Mi mejor amiga.Miré detrás suyo. Malya estaba ahí, sin acercarse. Aún no podía creer que quien decía ser mi amiga, fue parte de la destrucción de mi matrimonio.__ No voy hablar de eso contigo. - me cortó de golpe. - Es un asunto privado y contigo ya no tengo más de eso.Suspiré soltando el aire que me ahogaba. Dolía el solo pensar.No tenía fuerza, pero aún así conservé la poca estabilidad que tenía en mis manos y me limpié las mejillas dejándolo atrás. El corazón me bombeaba con más rapidez de lo normal. Estaba furiosa. Con todos.En su mayoría el rencor era conmigo misma. Seguí todos los consejos de mi madre para ser una buena ama de casa y no fue suficiente.__ Isabella. - detuve mis pies. Malya me detuvo - Suerte.No podía creer lo que escuchaba. Mi ex amiga yéndose de la mano de mi ex esposo. Tres años de matrimonio. Sus te amo no significaron nada para él en comparación conmigo. Los te quiero de Malya eran falsos, porque no se daña a quien se quiere. Luego de tanto compartido, solo recibía un "suerte" de su parte.¿Qué tan desdichada podría ser? Estaba sola, eso era lo único que sabía y no podía cambiar.Llegué a casa con el mismo agujero quemando en mi estómago, me hice un ovillo en la cama y lloré. Lloré con gritos, con ese molesto resquemor en la parte superior de mi garganta hasta quedarme dormida. Solo era un número más en las estadísticas. Un cuarenta o cincuenta por ciento de los matrimonios terminaron en divorcios, ahora lo entendía más porque era parte de ese número.Recibí la mañana con mi cabeza palpitando de dolor. Un par de aspirinas y pude al fin ponerme de pie para bajar por el periódico en la puerta de la casa.__ ¡Buenos días, señora Isabella! - saludó Billy, mi vecino en su bicicleta. Haciendo círculos para perder el tiempo de sus vacaciones. Levanté la mano y respondí de esa manera a su saludo.Cerré la puerta para evitar que el chiquillo hijo de mi vecina llegara a preguntar sobre los videojuegos que me negaba a vender. No estaba de humor para negarme una vez más a ello, quizá esta vez lo haría y me olvidaría el porqué de conservarlos.Me di ánimos viendo la televisión para perder el tiempo. Un martes por la mañana debería haber sido un poco más movido. Tal vez, lavar la ropa, preparar desayuno, cuidar de la ropa de trabajo de mi esposo, regar plantas o pensar en enviarle el almuerzo a su oficina. Salir con mi amiga para hablar de cosas cotidianas. Sin embargo, nada de eso era necesario ya.No tenía nada de eso. No tenía un esposo. No tuve nunca una amiga. No me tenía a mí tampoco.Soy fuerte, me recordé para no echarme a llorar de nuevo. Me daba lastima al mirarme al espejo. Mi aspecto no era el de una joven, ni me esmeraba en verme de mi edad. Perdí mi esencia tratando de conservar el de mi matrimonio.__ No más. - me dije. No tenía a nadie que me diera palabras de aliento y en lugar de darme tristeza, me aterró.Debía buscar un trabajo. Con los ahorros que tenía sólo sobreviviría unos meses ¿Y luego qué?No iba a caer. Necesitaba una distracción que me diera dinero para no darles más motivos para burlarse de mí a aquellos que lo hicieron por tanto tiempo.Saqué hojas del periódico. Desplacé las que buscaba y marqué con un marcador trabajos que quizá, con suerte, podría ser considerada apta.Llamé a unos cuantos. Los aspirantes eran tantos que las posibilidades eran por decirlo así, nulas.Tomé un sorbo de agua y seguí. Las respuestas eran que fuera en la mañana para mi entrevista y eso me animó un poco más. No podía quedarme sin hacer nada, la televisión no me distrajo más, y tomé el periódico una vez más leyendo entre la sección de empleos.Enfermeras personales, agente de ventas, edecanes, tantas cosas y a ninguna de ellas podía llamar.Respiré masajeando mi sien leyendo una que sonaba interesante.Vacante de asistente legal.Buena presentación. Horario flexible. Entre veinticinco y treinta y cinco años. Bilingüe y conocimiento sobre lo básico en el ámbito legal.Contaba con muchos de los requisitos. No perdía nada con llamar y preguntar.__ Si puede venir ahora mismo, demostraría la flexibilidad de horarios. - me dijo la chica que me contestó. - Le aconsejo que lo haga. No hay mucha competencia.Debería haber preguntado más, pero solo corrí escaleras arriba con el tiempo corriendo en contra para ponerme presentable. Elegí un vestido gris tipo ejecutivo que se amoldaba a mi cuerpo como una fina tela cubriendo otra, usé accesorios a juego y subí al taxi que había pedido anteriormente.En poco más de quince minutos con poco tráfico llegué al edificio donde rápidamente llegué al ascensor. Las puertas estaban por cerrarse en el momento que corrí pidiendo al hombre que también iba subiendo que lo detuviera.Al último segundo lo hizo, siendo mi mala suerte el tropezar sin caer ya que unos brazos me sostuvieron para no tocar el suelo. Me fijé en el rostro frente al mío. Me miraba como si le molestara realizar un favor, frío era lo que sentía al ver esos ojos celestes mirarme sin un ápice de emoción. Su altura me hacía ver pequeña a su lado y con solo pasar saliva podía ver su manzana de Adán moverse al ritmo de mi corazón.Una neblina nos cubrió y por algún motivo me negaba a abandonar ese lugar tan helado y solitario.Isabella__ Lo lamento. Mi zapato se atoró en...Me soltó de golpe. Las puertas del elevador se abrieron y me dejó atrás sin pensarlo en un desplante que dejaba ver lo poco que le importaba escuchar mis disculpas.No sabía quien era, pero ya lo odiaba. Podía ser un tema ejecutivo, lo cual se le notaba a leguas, solo que su educación dejaba mucho que desear. Arreglé mi vestido que se había subido un poco y caminé hasta donde me dijeron en la recepción que debía ir. Una chica embarazada de cabello azabache y piel morena me recibió con una sonrisa cálida. Justo lo que mi corazón agrietado me pedía y no podía darle.__ Solo hay tres aspirantes. - me dijo con voz profesional. Leyó mi currículum mientras estudiaba mi imagen. - No muchos quieren un trabajo lleno de presión y quienes lo hacen es más por obligación que por saber hacerlo.No podía ser hipócrita y responder a eso cuando era mi caso.__ Las tareas son básicas. Organizar su agenda. Ir por sus trajes a la tintorería. Traer sus alm
AidenNo recordaba cómo había llegado a ese lugar, pero si sé lo que hacía. El placer era tanto que mis dedos se entumecieron sobre su cintura al tenerla en mi regazo donde es quien controlaba el ritmo. Vi sus labios abrirse mientras sostenía sus caderas que se unían a mi pelvis una y otra vez. Respiré en su cuello, ella se estremeció en tanto la volteé para reclamar la boca que me prendió más. Su espalda se arqueó al correrse sobre mí, enmedio de gemidos suaves que destrozaron mi autocontrol al sentir esa mata de cabello en mi cara. No logré ver su rostro, tan solo sentí su fragancia dulce tocar mi nariz como el más dulce jazmín haciéndome explotar en miles de particulas. No dejé de besarla, ella permitió que lo hiciera. Estaba perdido en ese olor que se impregnó en todos lados de la habitación hasta que se quedó en mi pecho recuperando el aliento. Mis ojos se cerraron con el mareo que me tomó hasta que de un sobresalto me levanté. La cabeza me iba a estallar. Mi vista se disto
AidenPor haber escapado el día anterior no había preguntado nada de lo sucedido a mi secretaria. Queria saber, pero no me permitió hacerlo. Ese día sería distinto. Salí del ascensor para ver cómo se esmeraba en mi oficina. El café lo colocó en la mesa, un vaso con agua también y el primer expediente listo para que inicie mi día. En ese orden. Tal como lo había solicitado todo el tiempo. Siguió haciendo sus obligaciones con una única cosa que me sorprendió por completo. Parecía contener la respiración cuando se acercaba al café. Es como si el simple aroma la molestara.En una caja introdujo el periódico del día, evitando que me topara con eso. Los odiaba y solían sacar mi lado molesto.Conté los minutos que restaban para comenzar a trabajar y justo a las 8:30 de la mañana abrí la puerta. No iba a hablar con ella por la mañana, así que adopté mi actitud profesional. Traje a la medida y mirada fría, pasando a su lado con la cabeza al frente. Nunca giré el cuello. Pero lo reconocía,
IsabellaPese a todo lo que por mí cabeza pasaba quería tener una confirmación visual. __ Estoy embarazada. - dije para mí con el ultrasonido en la mano. Sin poder creerlo me dejé caer en el mueble con una alegría inmensa. Nunca creí que podía sentir tanta felicidad luego de una tormenta tan fuerte que me dejó sin fuerzas, en cambio, ese momento ni siquiera podía pensar en nada más que no fuera el pequeño que crecía en mi vientre. No sabía cómo era posible. Dustin me culpó por tres años de ser la que no podía embarazarse y ahora lo estaba. Lo peor ¡estaba embarazada de mi jefe! Un hombre tan temido por ser despiadado con sus contrarios en juicios. Invicto, sin perder un solo caso. Pero me dio algo maravilloso.__ Estás aquí. - susurré extinguiendo mi voz al final. Estaba feliz. Por mucho tiempo no sabía lo que esa palabra representaba, pero ahí estaba con una imagen hermosa entre mis manos - Por fin estás aquí.La alegría inmensa no la podía esconder y los saltos alcancé a detenerl
Isabella__ El feto está bien. - dijo el doctor y pese a no estar a gusto con la forma de referirse a mi hijo, saber que no era nada que lo dañó me compensaba. - Su corazón late con naturalidad. No hay sangrado, ni señales de que esté en peligro. Pero hay que realizar estudios para ver que originó el dolor. Si te puedes quedar un poco más de tiempo podemos hacerlo ahora mismo.__ No - dudé. - Tengo trabajo y debo tener el expediente listo para las diez. __ Haz todos los análisis necesarios. Tú trabajo puede hacerlo alguien másEra justo lo que no quería. Pronto me iban a reemplazar y con mi hijo no podía quedarme sin trabajo.__ Sé lo que pasa por tu mente, y no, conservas el trabajo. Esto también me compete. No sólo a tí. - aseguró con un poco de comprensión. - Conserva la calma y piensa solamente en que todo lo que ocurra contigo le hará daño al bebé. __ Lo lamento. - sostuve mi abdomen sin moverme más de lo permitido en la camilla mientras me revisaban. Dejé que el médico me rev
Aiden.No tenía más opción que mantener lo que ya consideraba mío en un sitio seguro. Tan solo ver la posibilidad de que algo lo dañase me generaba un piquete doloroso en el pecho. Era extraño, puesto que nunca me vi siendo un sentimental, aunque aquello se trataba más que simples sentimientos. Ganaba casos, todo el tiempo. Para ello me preparaba por días enteros. Tal como sucedió con el caso de la chica que por defenderse de un par de niñas caprichosas que disfrutaban el dolor ajeno se convirtieron en su verdugo por meses, hasta que finalmente ella se cansó y por defenderse empujó a una de ellas, con tan mala suerte que la chica entró en coma. Con cámaras de vigilancia y testigos, al fin pude demostrar que no fue algo premeditado. Verla llorando en brazos de su padre por estar en libertad me era suficiente para saber cuál mentía, y ella era inocente. Me agradeció con un abrazo que no pude devolver, solo asentí dejando que se alejara sola. Saliendo del juzgado, tuve que ir al despa
Aiden__ Nadie va a sacar a nadie de aquí. - sentenció Aiden con voz clara. - Isabella está aquí porque así lo decido y ninguno tiene que meterse en ello. __ Es mejor que me vaya...__ Siéntate. - señala donde estaba antes. __ Lo lamento. No puedo quedarme en un sitio del cual no soy dueña ni tengo nada que hacer más que estobar. - determiné. Tenía claro que no era más que una intrusa en la vida de ambos. Lo que pasó esa noche no fue más que una decisión incierta que nos llevó a estar en una situación mucho peor, aún así no me arrepentía de nada. Mi hijo era lo mejor que pude haber recibido después de tener una vida llena de culpas, dolencias y tristezas. Caminé hasta el dormitorio con destino a mi maleta, la cual aún seguía en el mismo lugar. No asímilaba aún que viviría con alguien más y estaba en lo correcto al pensar en salir de ese sitio lo más pronto posible. Causaría problemas y odiaba la sola idea. __ No quiero ser injusta. - oí decir a Christina, en tono decisivo. - Me p
IsabellaSus manos aprisionaron mi cintura, me elevó sin mayor esfuerzo dando un apretón que me robó un gemido desde la garganta. Me dedos se aferraron a su camisa dejando que su lengua se abriera paso en mi cavidad.Bajó hasta mi trasero ahuecando mis muslos para subirme a su caderas en lo que el beso subió de tono. Atrapó el nacimiento de mi cabello llegando a mi barbilla que rastrilló con los dientes, al mismo tiempo que los cordones de la parte frontal en mi vestido fueron soltados. Perdida en ese deseo de volver a sentir el mismo placer me dejé llevar por tan majestuoso éxtasis. Bajó a mi busto hincando sus dientes en uno de ellos hasta que el chillido de mi boca lo detuvo para besar con suavidad calmando el dolor tan delicioso que estaba experimentando. Presionó su pelvis contra mí entrepierna al punto de hacerme notar el bulto que creció en sus pantalones. Dos golpes en la puerta nos hizo deternos de golpe. Sentía mis labios cosquilleando. Apenas podía respirar y mis piernas