Isabella.Susanville siempre era uno de mis lugares favoritos, en todo momento. No importaba que tan inesperado fuera viajar a él, pero estar enmedio del lugar donde nací y crecí junto a mi hermano y algunos amigos fue de gran ayuda para mi estrés de la ciudad por tanto tiempo. En una reunión que se organizó para celebrar la navidad y lo bien que iba todo en nuestras vidas por largas semanas, en las cuales solo importaba la sonrisa que en todo segundo continuaba en mi rostro. Se respiraba la felicidad de la mayoría por todos lados. No era de extrañar que hubieran algunos problemas, pero ya no eran tantos como antes.Muchos habían venido, pero ver a mi madre feliz sin tanta aversión por lo que creía era malo. A Prince relajado por estar en nuestro lugar natal mientras bailando con algunas chicas que conocimos desde la infancia gastaba su tiempo, Lucía con mi bebé, a quien decía le enseñaría a bailar y a mis suegros sonreír felices de por fin un poco de paz.Todo creaba un ambiente ll
Aiden.Un caso más que se sumó a mi lista de todos aquellos que acudían a mí al ver que todo les resultaba complicado para obtener resultados favorables. Si comprobaba que eran inocentes como decían, automáticamente mi defensa la tenían. Por ello salí del juzgado, luego de haber dejado a la familia celebrando que se les haya hecho justicia frente a los tribunales. Quise ir con la mía que tenía desde la mañana de no haberlos visto, por ello abordé el vehículo y conduje en silencio para concentrarme en los últimas semanas. Había deshecho la sociedad con Dustin Lions cuando el plazo se habia terminando y pude sacarlo de mi bufete, así aún éramos solo Tej y yo más otros dos socios, pensando en la búsqueda de un quinto. Con varias opciones pero ninguna ser estudiada por el momento. No habíamos tenido tiempo, al menos yo no por casos que consumían mi tipo a más no poder. Sobretodo con los llamados de Jerónimo al recuperar un poco de lucidez y querer hablar conmigo. Según los médicos est
Aiden. Amaba el solo ver lo que tenía frente a mí, saber que cada día los tenía cerca, que aún con las dificultades que eso representaba no podía decir más que solo un gracias al amanecer a su lado, dormirme con sus brazos sobre mí pecho y sus suspiros siendo solo míos.Me gustaba mirar sus sonrisas, fuerte y escandalosas llenando el lugar donde nos encontrábamos. Solo ellos y yo. Un parque ahora era un buen destino para pasar. Un sitio donde esa risas siguieran oyéndose al tratar de jugar a la pelota que rodaba con las paradas inestables de Arthur, el cual corría atrás de la bola sin perderla de vista, con su madre atrás de él, mientas yo lo esperaba.__ ¡Lo tengo! - gritó Lucía subiéndolo a sus hombros sacando otra risa fuerte del niño de poco más de tres años. - ¡Yo lo tengo! ¡Yo lo agarré! ¡Es mío!Este reía más fuerte cuando mi hermana simulaba un caballo que relinchaba. __ Lo vas a golpear. - advertí, pero hizo caso omiso a mi pedido llevándoselo consigo de esa misma forma.
Aiden.Una madrugada estando despiertos por insomnio de Isabella nos permitió estar alertas para que a las tres de la mañana dijera que su fuente se había roto. No esperamos más y al fin, luego de casi seis horas de estar viéndola padecer por dolores de contracciones, el llanto escandaloso de mi pequeña bebé llegó. Mi amada Sarah nos vio a todos reunidos en una habitación que se llenó de sus tios, abuelos y amigos, para conocer a la niñita de siete libras con una onzas de más que nos hizo movilizarnos a esas horas. Amaba verla, con su mirada azul aguamarina atravesando con esas orbes afiladas mi alma y toda nuestra vida. Tan pequeña que parecía una diminuta manta solamente lo que tenía en mis brazos a la hora de cargarla. Arthur fue el más feliz de ver a su hermana, queriendo sostenerla en brazos también, haciéndolo solamente cuando lo cuidabamos en una cama mientras uno de los dos estaba pendiente de que no la dejara caer.__ Listo. - dije depositando a mi mujer sobre la cama lueg
IsabellaDivorcio, palabra que en verdad lástima más de lo esperado. Creí que no me derrumbaría, pero el tener el bolígrafo en la mano a punto de firmar me reiteró que no era tan fuerte como imaginé. Si tan solo hubiera estado más al pendiente de él nada de esto hubiera ocurrido.Ese y muchos más pensamientos me torturaban.Desde nuestra boda hasta ese instante solo fueron tres años. Un inicio lleno de amor que se desmoronó, al menos de su parte porque aún no asimilaba que accedí a divorciarme como lo sugirió.El nudo en la garganta no me permitió pensar, menos cuando tan solo podía ver su impaciencia porque firmara. __ Isa...Tragué grueso deslizando la punta del bolígrafo en el papel, soltandolo con rapidez como si fuera una brasa eterna que dejó una quemadura dolorosa en mi mano. Me eché para atrás, aclaré mi voz y volví a verlo esperando que al menos se viera un poco mal, sin poder creer que su rostro apacible indicaba paz con esa situación.__ El proceso está finalizado. - nos
Isabella__ Lo lamento. Mi zapato se atoró en...Me soltó de golpe. Las puertas del elevador se abrieron y me dejó atrás sin pensarlo en un desplante que dejaba ver lo poco que le importaba escuchar mis disculpas.No sabía quien era, pero ya lo odiaba. Podía ser un tema ejecutivo, lo cual se le notaba a leguas, solo que su educación dejaba mucho que desear. Arreglé mi vestido que se había subido un poco y caminé hasta donde me dijeron en la recepción que debía ir. Una chica embarazada de cabello azabache y piel morena me recibió con una sonrisa cálida. Justo lo que mi corazón agrietado me pedía y no podía darle.__ Solo hay tres aspirantes. - me dijo con voz profesional. Leyó mi currículum mientras estudiaba mi imagen. - No muchos quieren un trabajo lleno de presión y quienes lo hacen es más por obligación que por saber hacerlo.No podía ser hipócrita y responder a eso cuando era mi caso.__ Las tareas son básicas. Organizar su agenda. Ir por sus trajes a la tintorería. Traer sus alm
AidenNo recordaba cómo había llegado a ese lugar, pero si sé lo que hacía. El placer era tanto que mis dedos se entumecieron sobre su cintura al tenerla en mi regazo donde es quien controlaba el ritmo. Vi sus labios abrirse mientras sostenía sus caderas que se unían a mi pelvis una y otra vez. Respiré en su cuello, ella se estremeció en tanto la volteé para reclamar la boca que me prendió más. Su espalda se arqueó al correrse sobre mí, enmedio de gemidos suaves que destrozaron mi autocontrol al sentir esa mata de cabello en mi cara. No logré ver su rostro, tan solo sentí su fragancia dulce tocar mi nariz como el más dulce jazmín haciéndome explotar en miles de particulas. No dejé de besarla, ella permitió que lo hiciera. Estaba perdido en ese olor que se impregnó en todos lados de la habitación hasta que se quedó en mi pecho recuperando el aliento. Mis ojos se cerraron con el mareo que me tomó hasta que de un sobresalto me levanté. La cabeza me iba a estallar. Mi vista se disto
AidenPor haber escapado el día anterior no había preguntado nada de lo sucedido a mi secretaria. Queria saber, pero no me permitió hacerlo. Ese día sería distinto. Salí del ascensor para ver cómo se esmeraba en mi oficina. El café lo colocó en la mesa, un vaso con agua también y el primer expediente listo para que inicie mi día. En ese orden. Tal como lo había solicitado todo el tiempo. Siguió haciendo sus obligaciones con una única cosa que me sorprendió por completo. Parecía contener la respiración cuando se acercaba al café. Es como si el simple aroma la molestara.En una caja introdujo el periódico del día, evitando que me topara con eso. Los odiaba y solían sacar mi lado molesto.Conté los minutos que restaban para comenzar a trabajar y justo a las 8:30 de la mañana abrí la puerta. No iba a hablar con ella por la mañana, así que adopté mi actitud profesional. Traje a la medida y mirada fría, pasando a su lado con la cabeza al frente. Nunca giré el cuello. Pero lo reconocía,