XXVII

—Hola.

Ariadne saludo a la pequeña niña que venía corriendo hacia ella. Después de abrazarla y darle un beso en la mejilla, le pidió que se sentada a su lado.

—¿Te vas a quedar para hacer una pijamada?— Camila le preguntó con un tono de voz dulce, —¿Crees que mamá te deje quedarte?

—Claro. Pero me temo que no podrá ser está noche.— Contestó Ariadne. La pequeña Camila le devolvió una mirada triste y después una sonrisa. Tenía rasgos físicos idénticos a su madre, —¿Crees que puedas hacernos un favor a tu mami y a mí?

—¿Cómo cuál?— Preguntó Camila de forma educada.

—¿Recuerdas a la mujer que te dió ese regaló?— Preguntó Ariadne. La niña asintió de forma positiva y sin embargo, dubitativa, —¿Crees que puedas hacernos un dibujo de ella y me lo enseñas?

La pequeña Camila comenzó a correr escaleras arriba entre risas. Clarisse que había permanecido en silencio, libero un suspiro lento.

—Es casi imposible que la logre dibujar tan detalladamente. Pero se valora esa intento.— Sonrió.

—Eso es lo
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